RENDICIÓN

10.2K 2.4K 103
                                    

No

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No.

Imposible.

Alexandre jamás renunciaría al trono, ¡No podía ser verdad!

—¿Qué? —Fue lo único capaz de expresar.

—¿Por qué crees que estoy aquí Adriana? La idea de unas vacaciones en una isla tropical me atraen bastante, pero llevo vestido y tacones, así que no he venido a tomar caipiriñas precisamente, sino a intentar evitar un desastre que te atormentaría de por vida —soltó ahora colocando sus manos sobre mis hombros—. Alexandre cree que el único modo de poder estar contigo es renunciando al trono y está dispuesto a hacerlo por ti. Prefiere abdicar a favor de su hermano Nathaniel si es la única manera de tenerte y está tan decidido que ha convocado una junta de gobierno dentro de dos días para anunciarlo públicamente.

—¿Quiere abdicar al trono por mi? —insistí porque de verdad no podía creerlo.

¿Estaba dispuesto a sacrificar todo por lo que había luchado y trabajado solo para estar conmigo?

—Si Adriana, eso acabo de decir —afirmó—. Y si eso no te convence de que te ama de verdad, no se que esperas que haga. Nathaniel llamó desesperado a Bohdan hace tres días cuando le comunicó la decisión, esperaba que yo pudiera encontrarte y hacerte entrar en razón.

Me giré hacia el horizonte viendo como el agua del mar se perdía en el infinito y sonreí. Mentira, empecé a reír a carcajadas y a notar como unos nervios extraños me recorrían todo el cuerpo mientras daba vueltas sin parar.

Probablemente mi hermana estaba pensando que parecería una loca.

—Mi hermana se ha vuelto majara, al menos he dejado de ser la chalada de la familia —la oí bufar como si estuviera realmente desesperada.

—¿Es así como se siente? —pregunté importándome muy poco que me hubiera llamado loca.

—¿Mareada por dar vueltas como una pirada? —exclamó y sonreí a pesar de su ironía.

—Cuando al fin tienes claro cual será tu destino —afirmé mirándola fijamente —Celeste abrió la boca para decir algo, después la cerro, la volvió a abrir probablemente para decir otra cosa distinta a la anterior, pero igualmente cambio de idea. Parecía realmente un pez y me hubiera echo gracia de no ser porque estaba literalmente fuera de si—. Soy feliz hermana. ¡Inmensamente feliz! —dije acercándome a ella para abrazarla.

—¿Por qué Alexandre renuncie al trono? —inquirió sorprendida.

—No. Por supuesto que no —negué—. Soy feliz porque ahora sé lo que quiero de verdad.

—Pues ilumíname porque estoy más perdida que una pulga en un oso de peluche —dijo provocando que volviera a sonreír.

—Regresó a Bélgica —admití en voz alta.

Celeste arqueó los labios en una sonrisa complacida por mi respuesta.

—Tienes suerte de que decidiera venir en avión privado, llamaré para que lo preparen de inmediato —dijo sacando el teléfono del bolso para marcar.

Me sentía extraña. Nerviosa y acelerada al mismo tiempo. Confusa y segura de mi decisión. Inquieta y pletórica por lo que iba a hacer.

Casi no podía creer que realmente Alexandre estuviera dispuesto a hacer eso por mi, a renunciar lo que consideraba más importante en su vida, el destino para el que había nacido solo por mi.

Únicamente por mi. Me amaba. Realmente me quería sin ninguna excusa que añadir.

Quería llorar de felicidad, por primera vez en mi vida descubría lo que era de verdad el amor, lo que era amar de un modo incondicional y estaba dispuesta a soportar todo lo que detestaba de aquel mundo, renunciar a mi anonimato, mi libertad, una vida normal, no me importaba nada de aquello si a cambio le tenía a él.

¿Era eso el amor?, ¿Renunciar a todo por el ser que quieres? Tal vez si, tal vez todo carece de sentido cuando se está con la persona amada, quizá todo lo demás deja de ser una prioridad cuando la única felicidad está en la persona que te acompaña, esa persona elegida como compañero de vida.

Y yo había encontrado a mi compañero de eternidad.

Y yo había encontrado a mi compañero de eternidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora