AHÍ TE QUEDAS PATÁN

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Helou flores! Espero que más de una no se tire de los pelos... aviso! Hahahahaha

Pero los labios de Alexandre obraban maravillas en los míos y su lengua se entrelazaba fervientemente, provocando que la pregunta muriese en mis labios y la apartara de mi cabeza para centrarme plenamente en el placer que él me otorgaba con su boca

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Pero los labios de Alexandre obraban maravillas en los míos y su lengua se entrelazaba fervientemente, provocando que la pregunta muriese en mis labios y la apartara de mi cabeza para centrarme plenamente en el placer que él me otorgaba con su boca.

Mis manos recorrían su torso y las suyas creaban un dibujo acariciando mi cintura y viajando de nuevo a mi trasero para apretarme contra él, haciéndome notar la enorme protuberancia que evidenciaba su deseo. Metí una de mis manos bajo su pantalón y acaricié su miembro erecto, deseando salir de la cárcel en la que se hallaba preso y siguiendo aquel deseo, desabroché su pantalón para tener un mayor acceso.

Siempre creí que jamás sería capaz de perder el control con un hombre, que sería dueña de mis actos y que nunca en mi vida obraría en contra de los dictámenes por los que me regía o haría algo que fuese en contra de lo que yo considerase prioritario en mi vida, pero allí estaba... en lugar de salir corriendo, de hacer las maletas y pirarme, estaba sobre el regazo del mismísimo rey de Bélgica con toda la intención de cabalgarle.

Atrapé la virilidad de Alexandre y la guié hasta la abertura entre mis piernas mientras bajaba lentamente hasta sentir que me colmaba. Ni siquiera me había quitado la ropa interior y la falda se arremolinaba en mi cintura sintiendo que estaba fuera de control, que todas las cosas que siempre había creído que jamás haría, ahora mismo las estaba incumpliendo sin pensar en las consecuencias.

Me dejé arrastrar por el delirio, la lujuria, el desenfreno que él me hacía sentir y aún más cuando percibía como gozaba del mismo modo. Ser la fuente de su deseo, de su pasión y de su éxtasis hacía que de algún modo mi placer aumentase y con ello el ritmo de mis movimientos sobre aquel Dios belga.

Alexandre guiaba mis caderas con sus manos, se deleitaba con mis pechos balanceándose fuera de la blusa y otorgándoles una visión espléndida, escuchaba sus jadeos, la mayoría de ellos acompasando a los míos y cuando ya no lo pude soportar más, grité, me dejé arrastrar por aquel orgasmo infinito alejándome de allí por unos segundos.

Me había dejado caer sobre su pecho, sintiéndole aún dentro de mi cuerpo y su pulso acelerado me provocaba una ligera sonrisa por saber cuál era la causa.

—¿Me vas a contar ahora que ha sucedido para que quisieras marcharte de palacio? —La pregunta llegó como un jarro de agua fría, devolviéndome a la realidad de mis intenciones.

—No estoy preparada para todo esto Alexandre, para que la gente crea que de verdad soy la reina de Bélgica —admití sin moverme ni un ápice, simplemente alcé mi rostro para verle.

—Esa era la intención, que creyeran que eres mi esposa y por ende, la reina del país que regento —contestó como si fuese obvio.

—Sé que ese era el acuerdo, pero es muy distinto interpretar un papel sabiendo que solo estas fingiendo. Tú haces esto cada día, es tu forma de vida, yo solo siento que estoy engañando a todo el mundo, que soy un fraude y que cuanto más tiempo siga en este lugar, la prensa me perseguirá aún más cuando me marche.

Vi como Alexandre respiraba profundamente y después soltaba el aire.

—No puedo obligarte a quedarte, de hecho no tengo ningún derecho a pedirte que te quedes porque ya has hecho demasiado viniendo hasta aquí y asumiendo las funciones como reina. —Podía percibir que había pesar en su tono de voz—. Pero necesito que te quedes Adriana, no porque ello te beneficie aunque creo que sí lo haría porque habría una causa más factible que te dejaría en mejor posición que ahora, sino porque las cosas en el reino están algo revueltas y un escándalo como supone un divorcio ahora mismo podría provocar que se abriera una brecha entre los miembros del parlamento.

No entendía nada de a qué se refería salvo el concepto de que no podía irme.

—¿Qué es lo que sucede exactamente Alexandre? —inquirí.

Si tenía que quedarme allí, por lo menos quería una explicación real y no ambigua de lo que pasaba.

¿Tal vez se habían tomado mal que el rey se casara a escondidas conmigo hace cinco años y lo hubiera ocultado?, ¿No querían a una campesina como reina? De ser así estarían encantados con que me marchara y quedarme no tendría sentido alguno.

—El escándalo del matrimonio en secreto ha causado un gran revuelo tanto en los medios como en el propio gobierno, cualquier paso en falso que pueda dar es motivo suficiente para estar en el punto de mira de los antimonárquicos, no puedo permitirme otra repercusión en prensa ahora, mi reputación como monarca se vería dañada no solo hacia mi país, sino de manera internacional y eso provocaría que la división de partidarios a favor y en contra de la monarquía se hiciera más grande. Además, la situación le daría alas a Nathaniel para obrar en mi contra y aprovecharse de mi debilidad en el gobierno por el revuelo mediático.

No sabía que Alexandre pudiera encontrarse en aquella tesitura, pero a juzgar por su rostro serio intuía que se sentía en una verdadera encrucijada.

—¿Y crees que en cuatro meses y medio la situación será distinta? —pregunté bastante incrédula.

¿Podían unos meses cambiarlo todo?

—No será completamente opuesto a lo que es ahora, pero dará margen suficiente para que la culpabilidad de nuestro fracaso matrimonial sea la prensa y no la corona. El objetivo de permanecer casados públicamente estos meses, es salir lo más indemnes posibles de la situación —aclaró lo bastante seguro para que le creyese.

—En pocas palabras, tengo que quedarme y seguir con mis funciones de reina —resoplé mientras rodaba para tirarme sobre la cama boca arriba en un largo suspiro.

La única parte que compensaba aquello era precisamente el tiempo a solas con Alexandre, sobre todo porque el sexo junto a él era brutal, directamente de otro planeta, pero sabía que mas temprano que tarde me cansaría.

Porque me cansaría, ¿no?

—¿Es tan horripilante ser la reina de Bélgica? —exclamó obligándome a mirarle a los ojos y quede tumbada de costado en la cama mientras sus ojos verdes trataban de descifrar que había detrás de mis palabras.

—No es horripilante —sonreí. Siendo franca tampoco lo había pasado mal en ninguno de los momentos que había tenido que ejercer la función de reina—, pero siento que no estoy a la altura y que soy un fraude, no estoy hecha para este lugar... —admití siendo sincera.

—No es eso lo que opina todo el mundo de ti —contestó alzando un brazo para colocar su cabeza sobre la mano e inclinarse sobre mi—. Y desde luego no es el concepto que tengo yo de ti.

¿Qué no es el concepto que tenía él de mi?

—¿Y qué concepto tienes de mi? —pregunté ahora intrigada.

—Si quieres saberlo, tendrás que quedarte para averiguarlo —sonrió y se incorporó rápidamente de la cama dejándome allí con la boca abierta.

¿Perdona?

—¿Y si decido marcharme? —Le reté.

—Quizá valore los beneficios que tendría tener a Eloise como futura reina —soltó dejándome más planchada que la camisa de un sastre.

A la mierda, ahí te quedas patán. Yo me largo.

 Yo me largo

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De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora