LA PRIMERA JUGADA

9.7K 2.4K 84
                                    

Justo cuando estaba abriendo la puerta sentí la voz de Helia a cierta distancia llamándome con vehemencia

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Justo cuando estaba abriendo la puerta sentí la voz de Helia a cierta distancia llamándome con vehemencia. Me había pasado todo el día eludiendo sus llamadas y rehuyendo de ella, no sabía que era lo que quería, ni Alexandre ni yo habíamos programado ninguna cita en nuestra agenda para que no pudieran acosarnos con el resultado de la vista fuera este cual fuera.

—¿Si? —exclamé con la puerta abierta y un pie dentro del despacho de Alexandre.

Desde que Eloise me advirtiera sobre las palabras de su tío y que había tomado precauciones para que no volviera a quedarme embarazada de nuevo, sabía que ese tipo de precauciones tenían nombre y rostro: Helia. No sabía de que modo lo hacía o si simplemente me vigilaba lo suficientemente cerca para detectar cualquier síntoma y volver a verter de nuevo aquel medicamento o quizá de una manera desconocida pudiera suministrarme una sustancia que evitara el embarazo diariamente.

La cuestión es que saber este hecho me había provocado evitar a Helia constantemente y más aquellos últimos tres días en los que había estado buscando incansablemente la carta que Genoveva escribió a su supuesto amante.

Y digo supuesto porque en sus palabras parecía que aquella historia llegaría a su fin una vez que ella contrajera matrimonio.

—¿Dónde ha estado toda la mañana? —inquirió como si me estuviera regañando—. ¡La he buscado por todas partes!, ¡La he llamado infinidad de veces a su teléfono!, ¡Debo saber donde se encuentra en todo momento! —Su voz había cogido tal temperamento que parecía realmente enfadada.

—He estado paseando por los jardines y olvidé el teléfono en alguna parte de la habitación del rey —inquirí porque sabía que no habría mirado minuciosamente allí—. Creo que tengo porque darle explicaciones sobre lo que hago o dejo de hacer en mi tiempo libre.

No iba a perder los nervios, no tenía pruebas para acusarla porque de lo contrario con sumo gusto lo haría.

—¿Adriana? —La voz de Alexandre seguidamente de su completa figura abriendo la puerta que yo tenía parcialmente entreabierta se presentó ante nosotras.

Evidentemente habría debido oír la conversación que gracias a Helia no había sido precisamente discreta. Inmediatamente vi como ella se retraía siendo consciente de su error.

—Disculpe la intromisión su majestad —comentó mucho más relajada.

—Pasad, en realidad me ha venido bien que estes aquí Helia, había algo de lo que quería hablar contigo.

¿Con Helia?, ¿Tal vez pensaba echarla antes de saber el resultado de la vista?, ¿O quizá ya se sabría?

Fuera como fuera, ambas pasamos a su despacho y mientras yo me coloqué tras la mesa a pesar de permanecer de pie junto a la silla de Alexandre, Helia se acercó con discreción, incluso mantenía la mirada baja y una pose humilde que representaba a la perfección la de una persona que jamás habría cometido una mala acción.

—Como estás bien informada de la vista que se está llevando a cabo en estos instantes, sea cual sea el resultado habrá grandes cambios en palacio a partir de ahora —comenzó a decir Alexandre tras cerrar la puerta y acercarse a su mesa para tomar asiento mientras Helia asentía.

—Lo que mi marido intenta decir, es que sabemos que existe un traidor entre nosotros —advertí cruzándome de brazos y retándola con la mirada.

Si pudiera detectar los sudores fríos en una persona, apostaría porque Helia los sufría en aquellos momentos a pesar de intentar mantener la calma.

—¿Un traidor?, pero... ¿Cómo?, ¿Cómo pueden estar seguros de ello?

Miré a Alexandre que parecía no comprender porque había mencionado aquello, pero si pensaba echar de palacio a Helia para irse de rositas, lo llevaba claro. Iba a hacer que esa ingrata confesara, aunque solo fuera por la noche de perros que me hizo pasar creyendo que moriría y por tratarme como si fuera escoria los primeros días.

—Alguien trató de hacer que mi esposa perdiera al hijo que esperábamos —puntualizó Alexandre seguramente para hacerle creer que estábamos de acuerdo en aquella encerrona—. Afortunadamente no ingirió suficiente sustancia y no tuvimos que lamentar nada, pero dadas las circunstancias debimos decirles a todos que habíamos perdido a nuestro hijo para protegerle de atentados del mismo tipo.

La reacción de Helia era de conmoción y sorpresa, aunque incapaz de pronunciar palabra alguna.

—Como comprenderás el resultado de la vista de hoy no cambiará nada, aunque suspendan a Alexandre de su cargo, nuestro hijo es el siguiente en la línea de sucesión por delante de Nathaniel.

—Imagino que... a esto se refería su majestad con grandes cambios. Un heredero al trono lo cambia tomo en estas circunstancias y pone la balanza a su favor desde luego —mencionó Helia con un deje nervioso en su tono de voz. Estaba claro que albergaba un cúmulo de sensaciones incapaces de gestionar—. Desde luego pueden contar conmigo para lo que necesiten y siempre estaré de su lado como me corresponde, es una suerte que no bebiera suficiente agua para lograr perder a la criatura que está esperando, ¿Saben quien podría haber tratado de cometer semejante atrocidad?

Bingo

—Una ligera idea sí tenemos —respondí dando un paso al frente para acercarme hacia ella. ¿Me puedes explicar como podías saber que la sustancia abortiva estaba en el agua? Le aseguro que mi marido o yo no lo hemos mencionado.

La mirada confusa y nerviosa de Helia hizo darse cuenta de su absurdo y estúpido error.

—Yo... yo... supongo que lo he dado por hecho —balbuceó caminando hacia atrás.

—Un testigo afirma verte salir de mi habitación aquel día —mentí descaradamente—. Y se recogieron muestras de la jarra de agua donde fue vertido el medicamento, casualmente se han cotejado con todos los sirvientes de palacio, pero no corresponde a ninguno de ellos, me pregunto que sucedería si se cotejaran contigo Helia... ¿Qué crees que sucedería? —continué avanzando mientras ella daba pequeños pasos hacia atrás conforme Alexandre nos observaba detenidamente.

—No... yo no sé de que me habla. Yo... le aseguro que yo no he hecho nada.

—No —negué—. Tú solo seguías las ordenes de Jacob, ¿Cierto? —inquirí y vi la estupefacción en su mirada—. Debías asegurarte no solo de que perdiera a la criatura, sino de que no volviera a quedarme embarazada de nuevo. ¿Por qué? —exclamé—. ¿Qué ganas tú con todo esto? Tienes diez segundos para responder a mi pregunta o Alexandre llamará de inmediato a seguridad y pagarás por el intento de asesinato del heredero al trono de Bélgica.

 ¿Qué ganas tú con todo esto? Tienes diez segundos para responder a mi pregunta o Alexandre llamará de inmediato a seguridad y pagarás por el intento de asesinato del heredero al trono de Bélgica

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
De Plebeya a Reina Where stories live. Discover now