Hierro

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(ADVERTENCIA: LEMON).

En los meses en los que trabajaron junto al Dr. Xeno en Sudamericana, Senku se concentró diez billones por ciento en la ciencia y el avance de la civilización científica, pero como siempre su mala suerte seguía poniéndole piedras en el zapato.

Una piedra en el zapato especialmente molesta era Luna, que cada vez que lo veía tomando un respiro del extenuante trabajo que tenía todos los días le pedía tener una cita.

—Estoy ocupado —contestaba él siempre, pero ella seguía insistiendo.

Fue por tomarse un respiro de ella que Senku decidió unirse al equipo que iría a Uruguay en busca de más hierro cuando necesitaron más para los barcos que estaban planeando construir.

—¡Iremos a Minas de Corrales! —dijo con entusiasmo Chelsea, trazando frenéticamente en un mapa—. ¡Allí encontraremos el hierro necesario, aunque sea por los pelos! ¡También hay oro!

—Con eso será suficiente. —Senku sonrió al mirar el nuevo mapa que ella había hecho.

—¡Iremos la mayor parte del camino por el Río Negro y luego seguiremos a pie por varios kilómetros hasta llegar a la Villa Minas de Corrales! ¡El hierro estará allí!

Cuando le informó a Xeno que él iría también, dijo de antemano que se encargaría de formar el equipo él mismo, y llamaría a los elegidos mañana a la mañana, antes de que Luna pudiera ofrecerse a ir.

Afortunadamente logró librarse de ella y zarpó en un pequeño barco rumbo a Uruguay, acompañado de Chelsea, Kohaku, Taiju, Ginro, Matsukaze y otra docena de fortachones para extraer el hierro.

En lo que duraba el viaje, finalmente pudo respirar tranquilo.

Cuando llegaron a Uruguay, prepararon las motocicletas para desplazarse el resto del camino por tierra.

A él le tocó conducir una motocicleta con Kohaku detrás de él y una parte de su maquinaria detrás, mientras que el resto fueron en equipos de tres excepto por Chelsea llevando el resto de la maquinaria junto a otro miembro del equipo de la fuerza pero de peso ligero.

En un principio Senku no le dio importancia a tener a Kohaku de compañera, pero al sentir su cuerpo cálido detras del suyo empezó a recordar lo que pasó hace ya un par de años en Japón, mientras construían el primer Perseo.

Fue precisamente mientras ella destrozaba hierro para moldearlo que él notó su espalda quemada por trabajar bajo el sol.

Creó crema solar y, en la soledad de su laboratorio, le pidió bajar su vestido para colocarla en sus hombros y en su espalda.

—¿Es esto realmente necesario? Necesito volver a trabajar con el hierro, ya sabes que Magma y Taiju están ocupados con otras cosas y debo…

—El hierro puede esperar, leona. El sol puede dañar tu salud.

—¡No soy una leona!

Senku ignoró su queja y en cambio rió entre dientes.

—¿Sabes? En realidad es muy común que el hierro sea la causa de la muerte de las estrellas.

Tabla Periódica SenHakuWhere stories live. Discover now