Molibdeno

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Después de la batalla contra Tsukasa, la katana de Kohaku había acabado un poco dañada, y con sus duros entrenamientos con Kinro y Magma al cabo de un tiempo acabó agrietándola un poco y le preocupó un poco su dureza y eficacia si se llegaban a topar con un enemigo cuando partieran en el barco que ya casi estaba listo.

Preocupada de su eficiencia como guerrera, decidió buscar a Kaseki para que arreglara la katana o bien para conseguir una nueva.

Llegó al laboratorio, creyendo que allí estaría Kaseki ayudando en algún nuevo proyecto científico, pero en cambio se encontró a Senku moliendo rocas raras con rostro cansado.

Él ni siquiera la notó al principio, demasiado concentrado en su tarea, y ella se le quedó mirando un momento, antes de sonreír suavemente y darse la vuelta para buscar a Kaseki en otro lado, pero entonces él la notó.

—Ah, leona... ¿qué rayos le pasó a tu espada? ¿Le estuviste lanzando rocas o qué? —preguntó sin mucho interés.

—¡No soy una leona! —Lo miró mal, antes de suspirar y alzar su espada para mostrársela mejor—. Creo que sufrió algunos daños en la batalla contra Tsukasa, y luego la usé demasiado en el entrenamiento y comenzó a agrietarse. Me preocupa que se rompa en medio de una batalla contra algún enemigo al otro lado del mundo, así que estaba buscando a Kaseki.

—Vendrá aquí en un rato, de seguro, me estaba ayudando con mi juego de química, pero hubo un problema en el barco y tuvo que ir a resolverlo. —Dejó de moler las piedras que ya estaban casi hechas polvo en su totalidad y miró atentamente la espada—. Déjame ver eso. —Le tendió un brazo.

—¡Ja, solo no vayas a cortarte! Estará rota pero aún tiene filo. —Sonrió burlona.

—Sí, sí. —Colocó el cuenco con el polvo en el suelo y tomó la espada—. Hmm... El daño es leve, pero es verdad que podría ser un problema a futuro... ¿Sabes si las katanas de los demás están igual?

—No, todas están bien, solo la mía se agrieto. —Hizo una mueca.

Él rio entre dientes.

—Bueno, claramente algo tiene que ver tu fuerza de leona con este problema.

—¡Te dije que no soy una leona! —siguió quejándose.

—¡Tengo una idea diez billones por ciento emocionante! —exclamó de pronto, alejándose del lugar para ir a un estante y comenzar a revolver entre sus montones de piedras raras—. ¡Esto te hará saltar de emoción! Y yo que me preguntaba cuándo podría usarlo...

—¿Y ahora de qué hablas? —Lo miró con cansancio, ya intuyendo que seguro diría algo que no iba a entender ni en lo más mínimo.

—¡Del molibdeno, obviamente!

Sip, en definitiva no lo iba a entender pero ni un poquito.

—¿Eh?... ¿Moli qué cosa?

—¡Es un metal de la segunda serie de transición diez billones por ciento emocionante! —Siguió revolviendo entre sus piedras—. Aunque normalmente solo me emociona por su posible papel importante en el comienzo de la vida en la Tierra, pero tiene muchas otras propiedades útiles. —De repente, sonrió complacido mientras sacaba una bolsita más o menos pequeña del estante—. ¡Y por fin tengo un uso para el poco molibdeno que encontramos en la mina junto con el tungsteno! Chrome creyó que era plomo, lo cual es logico ya que de hecho incluso su nombre viene de la palabra griega molybdos, que significa plomo.

Kohaku solo ladeó la cabeza porque, efectivamente, no entendió nada.

—Claro que si hubiera encontrado más, tendría más usos que darle, por ejemplo como catalizador para el petróleo, y si realmente nos sobrara quizás hasta como lubricante o pigmento.

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