Lawrencio

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La suerte de Senku nunca fue la mejor, pero recientemente se convirtió en la peor que podría existir, haciéndole la vida un infierno.

—Si deseas que te dé los fondos, entonces cásate con mi hija. —Esas palabras lo hicieron palidecer, pero contuvo su mueca de espanto y lo pensó por un momento.

Odiaba la idea de matrimonio y todo lo que tuviera que ver con ello, pero era cierto que necesitaba esos fondos para poder enviar un cohete a Europa, luna de Júpiter, y escavar en su superficie congelada para llegar a su océano. Tenía un plan arriesgado en el que no muchos tenían fe, pero con estos fondos por fin podría adentrarse en ese planeta y comprobar sí existía vida en otro lugar de su sistema solar.

Era más importante el avance científico que su repudio por el romance y esas cosas.

Por lo tanto, Senku tuvo que aceptar casarse.

Se mudó a casa de su futura esposa, con su familia, ya que prometieron instalarle un laboratorio para que pudiera trabajar tranquilo. Hmm, ser el yerno de un hombre tan absurdamente adinerado quizás no fuera tan malo.

Pero, teniendo en cuenta quién era su prometida, Senku sabía que jamás iba a estar contento con ese matrimonio, solo esperaba que al menos lo dejaran trabajar tranquilo.

—¡Senku, necesito tu ayuda para elegir mi vestido!

Él apretó con frustración contenida su bolígrafo y el plano en el que había estado trabajando.

—¿Y ahora qué necesitas, Luna? —preguntó con calma, intentando mantener su paciencia.

—Papá dice que elija el vestido más caro, ¡pero no es el más bonito! ¡Yo digo que este con flores es más bonito, pero este con perlas también es precioso! ¡No puedo decidirme! ¿Tú qué opinas? —Se sentó a su lado con una gran sonrisa y la cara enrojecida.

Senku la miró con cansancio.

Muy bien, sí le decía que le daba igual seguiría molestándolo, así que lo mejor era decir uno para que lo dejará seguir trabajando.

—El que tiene flores —escogió el diseño que ella más había acercado a su cara.

—¡Oh, es justo el que quería! ¡Pensamos igual y todo! ¡Somos el uno para el otro!

Senku decidió no quejarse de su intrusión a pesar de que ella ya había elegido uno y simplemente volvió a concentrarse en su trabajo.

Luna hizo una mueca al ver su rápida pérdida de interés. ¡¿Cómo se suponía que iban a conocerse mejor si nunca le daba la oportunidad?! Tal vez dándole otro obsequio él estaría más dispuesto, siempre se ponía muy feliz cuando ella y su padre le regalaban cosas.

Discutió el asunto con su padre, que propuso comprarle un automóvil, ya que Senku no tenía uno.

Eso lo hizo increíblemente feliz, y estrechó la mano de su padre alegremente, aunque siguió volteando la cara cuando Luna intentó besarlo, ¡pero al menos le dijo que tenía buen gusto en autos! ¡Eso era un avance!

—Lastimosamente no tengo tiempo para sacar una licencia ahora mismo. —Él chasqueó la lengua con frustración, todavía acariciando con cariño las puertas del auto.

—Te conseguiré un chofer —dijo Luna de inmediato—. ¡Oh, podría prestarte a Carlos! —Miró a uno de sus fieles seguidores, que rápidamente negó con la cabeza—. Hmm, parece que a él no le gusta la idea. ¡Bueno, te conseguiré otro chofer! ¡Y hasta me aseguraré de que sea japonés para que puedas hablarle en tu idioma!

Él encogió los hombros, sin dejar de sonreír, y Luna lo tomó como una buena señal.

Chequeó en las agencias de todo el país hasta que encontró a la persona perfecta: una mujer japonesa que también podía actuar como guardaespaldas. ¡Era perfecta! Cobraba caro por sus servicios pero podían pagarlo sin problemas, y su padre claro que estuvo de acuerdo.

Tabla Periódica SenHakuWhere stories live. Discover now