Cerio

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Hace ya un par de años que el mundo se había ido a la mierda.

Kohaku no estaba muy segura de qué había pasado exactamente. Lo que sabía ahora era gracias a los pocos comentarios que había escuchado a escondidas.

Todo comenzó cuando comenzaron a encontrarse golondrinas petrificadas alrededor de todo el mundo, aparentemente. Luego… realmente no lo sabía con certeza, pero unas extrañas máquinas llovieron por todo el planeta y a montones. Unas máquinas capaces de convertir seres humanos en piedra.

Extrañamente, ninguno de esos aparatos cayó en manos de algún gobierno, sino en lugares pobres y/o llenos de revolucionarios, por lo que había escuchado. Y con el poder de esas armas petrificadoras los gobiernos de todos los países comenzaron a colapsar sin poder hacer nada para controlar a los poseedores de esas máquinas.

Pero no se establecieron nuevos gobiernos. No. Más bien los poseedores de las armas comenzaron a pelear entre sí por el control del mundo o de sus propios países.

Fue un completo desastre y la civilización se desmoronó por completo en solo el transcurso de un par de meses.

La gente normal se volvió loca del miedo y empezaron a saquear y enfrentarse entre ellos. Nadie estaba seguro y los grupos que poseían armas petrificadoras dominaban a todos hasta que empezaron a traicionarse entre ellos. También se crearon grupos que tenían como objetivo destruir esos artefactos, pero no exactamente de forma pacífica hacia los poseedores de estas.

En resumen, la humanidad se fue a la mierda.

Kohaku no estaba del todo segura de la fiabilidad de lo que que escuchó que había pasado en todo el mundo, pero sabía que todo eso si había pasado en Japón.

Ahora mismo sobrevivía por su cuenta, evitando los grupos grandes de gente ya que o bien eran controlados por poseedores de armas petrificadoras o bien eran de los que buscaban asesinar a estos para destruir las armas. Y no tenía interés en nada de eso.

No tenía interés en nada, de hecho. No desde que perdió a su familia.

Tan solo poco más de medio año después de que el desastre empezara, todo Tokio fue cubierto por aquella infernal luz verde… la luz que convertía a las personas en piedra.

En ese entonces la policía japonesa seguía intentando contener a la población, por más que la mayoría del gobierno ya había sido sometido por los poseedores de armas petrificadoras. Aún así, todo se estaba yendo al diablo y el caos reinaba las calles. No era seguro salir de casa si no sabías defenderte o no tenías un pacto con un grupo de petrificadores.

Mientras su padre se quedaba en casa para proteger a su hermana, Kohaku era la encargada de salir para conseguir provisiones, aprovechando sus habilidades en artes marciales y su increíble velocidad.

Los mercados ya habían sido saqueados casi en su mayoría, así que se aventuró hasta las afueras de la ciudad para conseguir comida y medicamentos para su hermana cuya salud no era la mejor en el peor momento posible.

Cuando vio el enorme campo de luz verde cubriendo toda la ciudad, gritó horrorizada, pero el campo de luz siguió creciendo y ella, aun con lágrimas en los ojos, tuvo que correr lejos.

La luz no la alcanzó por poco, gracias a su gran velocidad.

Cuando regresó a la ciudad, un gran grupo de petrificadores celebraba su victoria y la toma de Japón.

Tabla Periódica SenHakuWhere stories live. Discover now