Cobre

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Senku estaba llegando tarde a un compromiso, justamente a ver a unas personas que querían comprar uno de sus relojes famosos por su precisión. ¿No era eso una cruel ironía?

Pero bueno, siempre contó con una suerte pésima a lo largo de toda su vida. Aún no tenía ni idea de cómo demonios estaba logrando sacar adelante el negocio de su difunto padre.

Fue corriendo a través de la plaza de la ciudad que oyó algo que llamó su atención:

—¡No me toques, maldita escoria! —Una chica gritando con furia y miedo.

Ahora bien, Senku nunca fue conocido precisamente por ser un caballero ni mucho menos un justiciero, pero no entendía qué le podría estar pasando a una chica en medio de la plaza.

Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de todo.

Estaban vendiendo esclavos.

Hizo una mueca de inmediato. Estaba sumamente en contra de la esclavitud. Era increíble que siguieran con ese tipo de costumbres en pleno siglo XVIII.

—¡Esta chica tiene sangre extranjera, como podrán ver! —El vendedor sobre un escenario tomó bruscamente el cabello rubio atado en una coleta de la señorita—. Es salvaje y bruta, no sabe cocinar ni limpiar, solo sirve para caballeros solitarios o cansados de sus esposas. Diecisiete años. ¡¿Quién está dispuesto a domarla?! Probablemente necesitarán un látigo para esta fiera. —Rió cruelmente mientras varias manos se alzaban.

Senku miró su reloj de bolsillo con una mueca.

Aunque estaba en contra de la esclavitud, realmente no había mucho que pudiera hacer más que escribir al respecto. Y aunque le causaba tristeza que una chica de su edad tuviera que terminar así, de verdad que no era asunto suyo. Ya tenía suficientes problemas como para lidiar con los de otras personas.

Dio un paso hacia atrás, con la intención de girarse y marcharse sin más, pero entonces la señorita hizo algo que dejó a todos con la boca abierta: cuando su vendedor iba a aceptar el dinero de un cliente, ella dio un salto y giró sobre sí misma para patearlo contra la pared del edificio que tenían detrás.

Mientras el hombre estaba aturdido y todo el público anonadado, ella rápidamente le quitó las llaves de sus cadenas y a una velocidad increíble se libró y salió corriendo de allí sin que nadie pudiera hacer nada para detenerla. Pero… en vez de correr hacia su libertad, corrió hacia la fila de esclavos detrás del escenario y liberó a todos los niños que habían allí, y apenas alcanzó a liberar al último y decirles que corran cuando el vendedor llegó detrás de ella y le encajó un fuerte puñetazo en un lado de su rostro. Y, aunque el hombre le doblaba el tamaño, ella no cayó.

—¡Maldita salvaje! —Volvió a golpearla, esta vez logrando hacerla tambalearse—. Ya verás, me pagarás cada niño que has liberado. ¡Te voy a tener encerrada y pariendo hasta que te mueras de dolor! —Alzó el puño para golpearla otra vez.

Incapaz de contener su repulsión, Senku se acercó rápidamente al vendedor y colocó una mano en su hombro.

—¿Podrías dejar de hacer eso? Arruinas su belleza. —Apartó la mano del hombre y hurgó en su oído con una sonrisa despreocupada—. Si la sigues golpeando te pagaré menos por su cara bonita.

Tabla Periódica SenHakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora