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1982

El sonido de las campanas frente a su cabeza y la de decenas de personas más se hizo presente aquella mañana fresca de Domingo. Todos estaban acostumbrados al gran estruendo que estas causaban, pero a nadie le molestaba realmente. 

Quien se quejara de ello era tomado casi como el anticristo del sector. 

Es por eso que Jungkook con una camisa blanca abotonada hasta el último botón de la parte superior, pantalones negros holgados, los zapatos regalados y su perfecto con una gran cantidad de gel para mantenerlo intacto no podía quejarse de aquel sonido tan familiar.

Se habían juntado todo los Jeon. Jeon abuelos, padres, tíos, sobrinos, primos y un poco más. 

Se saludaban con sonrisas en los rostros porque todos se llevaban bien entre familias; entre los Park, los Jeon, los Jeong, los Lee, Chung, entre otros. 

Y allí, entre medio de las numerosas familias: solo un Kim. 

Jungkook le daba pequeñas miradas tímidas a lo lejos, lo veía hablar con otras personas con totalidad naturaleza, él dominaba eso. No quería parecer descortés ni demostrar otra cosa que le causara problemas, es por eso que se mantenía del brazo de su madre siempre que podía y conversaba con sus primos con los que gratamente llevaba buena relación. 

—¡Por favor, familias! Entren al templo del señor —el Padre conocido desde siempre los recibió en la entrada de la iglesia alzando la voz para ser escuchado por todos.

La misa había comenzado.

Uno de los días favoritos de Jungkook era ese. Dos veces al mes se realizaba una misa casi masiva donde la mayoría podía asistir. 

Se sentía el ambiente familiar, las risas, los cantos, la alegría que se emanaba de cada persona le transmitía una vibra bonita. No paraba de sonreír. 

Luego de todo siempre había una pequeña -no tan pequeña- cena en la tarde. Comían todos juntos, todos ayudaban.

Tomó asiento al lado de su abuela y abuelo, no muy adelante. 

La iglesia quedó en completo silencio sintiéndose solo el intento de acomodar aquel micrófono nuevo que había adquirido la institución.  

—Sean ustedes bienvenidos a nuestra segunda misa del mes. Le agradecemos desde ya su asistencia, el Señor está gratamente complacido de recibirlos en su casa, aquellos que se vienen incorporando, bendecidos sean, aquellos que traen un camino junto a la mano de Dios: sigamos aquí con nuestros nuevos hermanos. ¡Oremos!

Era algo automático. El canto siempre era el mismo y la estructura también, pero estaba bien. Le gustaba. 

A su vista no enfocaba al doctor. Podía ver a Jimin con su familia, el cual le hacía muecas graciosas que le sacaban carcajadas y a Hoseok acompañado también de su familia pero no era a quien sus ojos buscaban entre el tumulto de gente. 

Resignado, puso mucha atención con sus manos cruzadas sin perderse ninguna palabra. No fue así, hasta que una parte de su cerebro captó un poco más las palabras del tan querido y conocido Padre de la zona. El señor Chaeong, a quien había escuchado desde que tenía memoria.

—¿Por qué creen ustedes, hermanos, que hemos caído en un mundo lleno de enfermedades y tristezas? Tragedia tras tragedia, muertes, pérdidas.

 —Por nuestros pecados —respondió alguien a lo lejos, varios murmullos se escucharon dándole la razón.

Granger → taekook (TERMINADA)Where stories live. Discover now