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1982

Alzó la cubeta con agua, mojando por error la paja que yacía bajo sus pies. Gruñó, porque había pasado a ensuciar sus botas también. Bajó de la escalera de madera endeble y frágil que él mismo había construido años atrás, debía arreglarlo, por supuesto. 

—Eres tonto, Jungkook—se dijo a sí mismo, caminando a uno de los pozos más cercanos del galpón. 

Llegó y dejó la cubeta de fierro en una de las cuerdas, bajando con facilidad hasta tocar el agua. Subió con lentitud, porque estaba más pesado, por fin teniendo en sus manos el objeto lleno. Lo alzó y lo llevó en su pecho, esta vez abrazándolo y volviendo al mismo galpón. 

Sintió un piqueteo en su pierna y bajó la mirada. —Otis, estás acá. ¿Dónde te metiste? Mamá se enojó conmigo por dejarte escapar. 

Otis, muy quieto y mirando a Jungkook volvió a piquetearlo.

—Eres un mal, mal gallo. Deberíamos regalarte. Siempre vas donde la vecina.

El animal esta vez lo ignoró y se dio vuelta para salir a picotear algunos granos de maíz que habían quedado en la mañana regados por todo el piso. 

Jungkook se rindió y volvió a lo suyo, llevando la cubeta de agua hacia un extremo esta vez con más fuerza. Tomó un respiro y elevó el objeto por arriba de sus brazos, regando las pequeñas plantas que su madre tenía a su altura. 

—¡Jungkook, a comer!

El muchacho bufó. Soltó la cubeta, esta vez vacía y la dejó con las demás. Se limpió un poco la paja que traía por todos lados y saltó desde la escalera.

—Te hice caldo, apresura, estará frío—su madre entró al galpón, apresurándolo con sus manos. 

—Si voy, si voy. 

El muchacho corrió para llegar a la casa, no sin antes sacarse sus dos botas de agua dejándolas en la entrada. Se sacó su sombrero y lo colgó en uno de los alambres que había ubicado en una esquina de la puerta. 

Sintió inmediatamente el aroma a la comida deliciosa de su madre, por supuesto. 

Su padre seguramente seguía leyendo el periódico en algún lado de la casa, por lo que se movió rápido a la cocina a buscar la vajilla que usarían.

—Eso es para mujeres, Kook. Deja que tu madre lo haga por ti—dijo el hombre llegando a la mesa de centro, una vez que vio a Jungkook dejando el último tenedor en ella acompañado de una pequeña servilleta a cada lado.

—Puedo hacerlo papá, no te preocupes. 

Le restó importancia y volvió donde su madre, la cual situó la gran olla de greda en la mesa.

—Encontré a Otis—mencionó, una vez que se encontraron sentados, ya con sus platos servidos—, había ido donde la vecina de nuevo. Me picoteó, así que supuse que no comió mucho allá.

—Ese gallo, es tan desobediente. Te dije que me lo des para hacer una sopa.

—¡No!—se apresuró en menear su cabeza el menor—. Puedes usar todas las gallinas que están fuera, incluso las de la abuela, pero no uses a Otis, má. Sé que se escapa, pero me hace buena compañía.

Su madre le miró con una sonrisa divertida. Su hijo tenía un corazón de oro, heredado de ella y su abuelo.

—Tu madre te tiene muy consentido. Yo me habría comido ese gallo también, tiene sus años. Entre más es mejor.

Jungkook tapó sus oídos aterrorizado de sus dos padres, eran unos monstruos sin sentimientos. Él adoraba a Otis, aunque el sentimiento no fuese mutuo, él en serio lo quería.

Granger → taekook (TERMINADA)Where stories live. Discover now