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1982

Los ojos de Jungkook se cerraban solos mientras terminaba de subir la última silla hacia una de las esquinas del granero. El cuerpo le pesaba mucho más debido al día ocupado que había sido, desde muy temprano había tenido mucha actividad física.

Sus manos dolían por su torpeza. Había enterrado una astilla un poco gruesa en la palma de su mano. Había salido un poco de sangre, la cual lavó con agua del pozo y siguió su labor con un picor y puchero en sus labios.

Suspiró con cansancio, viendo que aquella había sido la última en ser movida y todo estaba en orden por parte del patio. Sus padres se habían encargado de limpiar la casa por dentro y él desde fuera, donde era un caos total, pero todo estaba bien ahora.

Caían casi las tres de la mañana, según lo que calculaba. Alumbraban los faroles que su padre había instalado hacia ya unos meses, agradecido de aquello debido a que anteriormente ir ordenando la casa con velas era un poco engorroso e incómodo. 

Sacudió sus pantalones, seguro se lamentaría luego de manchar su ropa pero era lo que menos le importaba en esos momentos. Salió del granero, dejando la puerta semiabierta por si alguna de las gallinas quería salir en la noche por allí, estas solían meter mucho ruido y lo que menos quería era despertar. 

Se paró un poco observando la casa del doctor. Esta se veía sin luz por ningún lado. 

Quizás ya está durmiendo, pensó. Esperaba que si era así, estuviese calentito con muchas sábanas encima.

Ni siquiera se había despedido de él antes de irse, inclusive no se volvieron a topar en lo que restó de la noche, de repente desapareció de la faz de la tierra. Aquello había roto un poco, solo un poco su corazón, estaba bien de todos modos. Es lo que intentó decirse a sí mismo para no formar teorías un poco locas y absurdas. 

Refregó sus ojos y se acercó un poco más a la reja que daba hacia la entrada del terreno. Recargó su peso escuchando solo los grillos cantar, sintiendo el olor a pasto entrar por sus fosas nasales y las estrellas cayendo como manto encima de su cabeza.

El aire fresco revoloteaba sus hebras rizadas y le hacía sentir fresco, nuevo. Su cansancio podía pasar fácilemente a segundo plano mientras era testigo de la noche hermosa que era aquella.

Definitivamente, él pertenecía ahí. Pertenecía a la tranquilidad, a la hierba, a los sonidos de noche, al cielo limpio y despejado, a la tierra, a los lagos y al trabajo.

—¡Jungkookie! —sintió la dulce voz de una mujer llamarle a las espaldas. Volteó rápido hacia donde provenía saliendo de su transe—. Ya entra, hace mucho frío fuera.

El nombrado elevó sus mejillas al ver a su madre en la entrada de la casa con su ropa de pijama puesta y una manta encima, blanquita y pomposa. La abuela la había tejido hace muchos años atrás, él solía usarla a veces.

Él corrió rápido hacia ella llegando a su lado. — Te dejaré un vaso de leche tibio antes de dormir.

Dócil y encantado asintió con su cabeza cerrando la puerta detrás de sí sintiendo el calor y olor particular que tenía su casa.

Jungkook sacó sus zapatos y vistió sus pies con unas lindas pantuflas que Hoseok le había regalado en su cumpleaños pasado. Estas eran con figuras de manzanas, eran cómodas y sobre todo muy abrigadoras para noches frías.

Pasó hacia la cocina y tomó asiento en la pequeña mesa observando como su madre vertía leche fresca en un vaso.

—Ten —le tendió el líquido blanco con azúcar—. Ahora me iré, tu padre debe estar durmiendo, lo escucho desde aquí —rio un poco al sentir los ronquidos desde lejos. Él también percibía eso y sonrió por lo bajo.

Granger → taekook (TERMINADA)Where stories live. Discover now