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1983

—¿Podría ser algo como un bautizo? En el río, pero con otra intención, claro, le metemos ambas cabezas al agua, sin ahogarlos, eso sí.

—En el río, mh. Suena bien, pero ¿y si rentamos un mini antro? Hacemos una fiesta, digo, para celebrar la causa.

—Pero eso podría ser después. Primero viene la ceremonia significativa, payaso —Hoseok le palmeó la cabeza a Jimin, este le trató de devolver el golpe pero Jungkook le dio un manotazo impidiéndolo para que le prestaran atención.

—Hoseokie tiene razón —apoyó Jungkook recargándose en el tronco del árbol más cercano—. Puede haber fiesta, Jimin, pero luego. Quiero algo íntimo, más arraigado a lo que soy —el sonrojo subió a sus mejillas, por supuesto, estaba hablando abiertamente de su romance con sus amigos, era magnífico y aterrador a la vez—. Hablé con mi abuela, está de acuerdo con hacer los votos. 

—Oye, ¿quién será tu madrina? Porque siempre hay una madrina en estas cosas. 

Jungkook ya tenía casi todo pensado, por no decirlo todo. Detalles como esos, en su mente ya habían pasado, por lo cual la respuesta era inmediata. 

—Uh...—una mano se ubicó en el mentón, analizando lo dicho y es que había saltado detalles como esos, culpaba a lo ajetreado que estaba todo últimamente—. No habrá madrina —dijo finalmente—. Serán padrinos.

Ambos le miraron curiosos. 

Eran bobos. Muy bobos por no captar a la primera señal lo que quería decir con ello.

—Serán ustedes —Jungkook les hizo caer a tierra con un tono de obviedad.

Ambos se miraron entre sí, un poco anonados. Luego, saltaron encima de Jungkook para abrazarlo y no soltarlo por nada del mundo. Lo envolvieron en cálidos abrazos y en muchas felicitaciones por milésima vez, era imposible no querer entregarle todo el amor posible al menor. Le habían visto crecer, correr por los campos, ser un chiquillo con los mocos colgando y finalmente llegaba esa etapa de la vida que les golpeaba fuerte, demostrando que habían crecido demasiado rápido para su gusto.

—Es un honor, en serio. Aprecio esto con todo mi corazón —Hoseok apretujó una de las mejillas del menor entre sus dedos.

—Si hablo voy a llorar otra vez y no quiero eso —Jimin apretó sus labios, evitando la mirada de Jungkook. Iba a llorar, iba a hacerlo.

Para la fecha, todo se sentía un completo caos en la mente de Jungkook y no era de una mala manera, al contrario, solo tenía muchas cosas por la que preocuparse y su cerebro al parecer no quería descansar de ello. Trataba de estar enfocado, muy enfocado en sus asuntos, como por ejemplo terminar bien el curso que Sumin le estaba brindando. Necesitaba poner su cabeza al cien por ciento en el hospital y aprender cada paso sin pasar nada por alto. Era cosa seria para él. Al final del día se sentía drenado. No se quejaba, en serio no, pero a veces solo quería tener un momento para no pensar lo que tenía que hacer al día siguiente.

Iba cuatro veces a la semana al hospital para la teoría y posterior práctica de procedimientos básicos. Los días restantes, ayudaba en el terreno de los Jeon con lo que siempre había hecho, cosecha, arreglar el terreno, cotizar, vender y seguir siendo el hijo de ambos.

No supo cómo fue que llegó al campo hasta que sintió una mano posarse en su pierna y el motor del auto en completo silencio. Salió de sus pensamientos vagos para mirar al dueño de aquella acción.

—Hemos llegado —avisó con voz suave para no sobresaltarlo, como si no fuese obvio que estaban fuera de la gran casa.

—Lo siento —se disculpó de inmediato sacándose el cinturón—. Solo iba pensando cosas.

Granger → taekook (TERMINADA)Where stories live. Discover now