C A P I T U L O 3

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Arabia no iba a pretender que la vuelta de lo chicos de Francia era tal y como la había imaginado.

Durante años estuvo soñando con este momento, se imaginaba a Gael llegando a casa con medallas honorificas y a sus padres estando orgullosos de él, tanto que empezarían a mandar cartas y fotos a cada uno de sus parientes aún en su país natal. También se imaginaba volviendo a pasar tardes enteras el el Garrison hablando con John y Arthur, y a pesar de que no tuvo mucho en cuenta sus sentimientos, se decidió a que cuando volviesen se sinceraría sobre ellos con Tommy.

Pero nada había sucedido como ella se imaginaba, su hermano nunca había vuelto a casa, de todas formas sus padres tampoco estaban allí para recibirlo. Arabia trataba de pasar el menor tiempo posible en el Garrison, le parecía suficiente tener que ver a John emborracharse en casa (desde que Martha murió se había mudado para poder ocuparse de los niños) como para tener que hacerlo también en el bar. Y con Tommy todo había cambiado, sus sentimientos no la habían hecho, pero él si. Tommy nunca había sido una persona demasiado sensible, pero desde que volvió parecía que ni sentía ni padecía, y aquel comportamiento ponía a Arabia de los nervios.

No podía evitar mirar con pena a los hijos de su mejor amigo, cuatro niños que no solo habían perdido a su madre a una muy temprana, no quería ni imaginarse el dolor que debía sentir Martha, dónde quiera que estuviese, al ver que sus propios hijos ni se acordaban de ella y tenían como figura materna a otra mujer, una mujer que ni si quiera estaba preparada para cargar con tal título. Si no que también habían estado sin ver a su padre cinco años, y cuando este volvió ni si quiera tenía la fuerza como para ocuparse de ellos.

- Despierta.- Arabia entró a la habitación de John abriendo las ventanas para entrase un poco de aire fresco que se llevase ese horrible olor a una mezcla de tabaco, alcohol y sudor.- Joder John, levántate de un puta vez.- se acercó hasta la cama y le arrebató la cobija.

- Joder, déjame dormir.- se quejo escondiendo el rostro en la almohada y tratando de arrebatarle las sábanas.

- Ya es tarde, no puedes estar todo el día durmiendo y bebiendo, John.- dijo Arabia desesperada por los últimos días, desde su vuelta no solo tenía que hacerse cargo de cuatro niños, si no que se les había sumado uno más, y a su parecer mucho peor que los demás.- El desayuno está listo, come y báñate.

A regañadientes el chico se levanto y aún en pijama, que consistía en un pantalón viejo, fue hacía la pequeña cocina del hogar. Mientras que Arabia trataba de ordenar la habitación, que parecía más bien una pocilga.

- Tía Arabia.- Katie, una de las hijas de John la llamo, ellos siempre la habían llamado "tía", porque ella misma les había prohibido llamarla mamá, no quería quitarle ese puesto a Martha y además le dolía escucharlo cada vez que se les escapaba, porque no podía evitar recordar que ella podría haber tenido al bebé de Tommy, lo peor y por lo que más se castigaba era por ni si quiera haberse dado cuenta de su estado hasta que fue demasiado tarde.- La tía Ada ya está aquí, venía a avisarte de que nos vamos.

Acompañó a la niña hasta la puerta, donde ya la estaban esperando. Tomó cuatro pequeñas chaquetas y las colocó sobre los hombros que le correspondían.

- Les traeré en un rato.- le aviso Ada, tomo a todos sus sobrinos y abandonó la casa.

Arabia se dirigió a la cocina y comenzó a fregar todos los platos y vasos que habían utilizado para el desayuno, al terminar se sentó en la mesa de la cocina, se seco las manos en su falda y apoyó la cabeza sobre esta. Estaba cansada y saturada, hace unos años podía jurar que prefería una vida sin muchas emociones, ahora que tenía eso, echaba en falta algo de acción.

Se levantó de aquella silla de madera incómoda y camino decidida por los pasillos de la pequeña casa, se paró al llegar frente a la puerta de su amigo, dudo entre llamar o no, pero decidió abrir la puerta sin avisar.

- ¡Oye!- exclamó John mientras se tapaba como podía en el pequeño balde que usaba como bañera.- ¿Qué cojones pasa, Arabia?

- Eso vengo yo a preguntar.- se sentó frente a él.- ¿Qué te sucede, John?

- No pasa nada.- bajo la cabeza al sentir la dura mirada de su amiga sobre él.- Estoy asustado, no me creo capaz de hacerme cargo de cuatro niños, no puedo hacerlo sin Martha.

- No estás solo, John.- se quejo la chica.- Estamos Ada, Pol y yo, podemos ayudarte, pero tus hijos te necesitan. Ya perdieron a su madre a una muy temprana edad, no les quites la oportunidad de disfrutar de su padre.

- ¿Cómo fueron sus últimos días?

- No sufrió, si es lo que te preguntas.- suspiró.- Fue relativamente rápido, ni ella ni los niños sufrieron demasiado, eran tan pequeños que dudo que supieran realmente lo que estaba pasando, los primeros días lloraban preguntando por su madre, al igual que lo hicieron por ti en su momento, pero con el tiempo dejaron de hacerlo.- acarició su mejilla.- Te necesitan, John. Y yo también necesito que estés de vuelta.

- Ya...- buscó las manos de la chica y las entrelazo con las suyas.- ¿Qué hay de ti, cómo estás?

- Bien, estoy bien.- dijo en parte tratando de convencerse a sí misma.

- Arabia, te conozco tan bien como tu a mi, se que algo te pasa.- acarició el dorso de su mano con el pulgar.

- Esta bien.- suspiró.- Es solo que, todo esto me está sobrepasando, veros salir de aquel tren sin mi hermano, me dolió más de lo que pensé que lo haría. Con vuestro regreso todo debería haber cambiado, todo debería haber ido a mejor, pero no lo ha hecho, nada ha mejorado.

- Perdón.- murmuró.- Voy a cambiar eso, te lo juro, Arabia.

- No, no me jures nada.- le paro con una pequeña sonrisa.- Solo quiero que lo intentes, John.

- No se que haría son ti, pequeña.- le soltó las manos y se las paso por el pelo mojándolo.

- Soy un año más mayor que tú.- le corrigió Arabia mientras se levantaba, camino hacia uno de los muebles de la habitación y saco una pequeña botella de whisky, la abrió y le dio una trago.- No te pases.- dijo mientras le extendía la botella.

- Eso debería decírtelo yo a ti, no sabes lo pesada que te pones cuando estás borracha.

- Eres un capullo.- le arrebató la bote de las manos, camino de espaldas hacia la puerta y a la abrió tras de si.- Por cierto, bastante normalito para ser un Shelby.- salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

- ¡Serás cabrona!

Amor Gitano (Tommy Shelby)Where stories live. Discover now