Cap. 7

813 109 2
                                    

En la entrada, no puedo evitar parar y admirar lo bonito que es este magnifico hotel.

Un magnífico techo alto, decorado con cientos de enormes bombillas que colgaban con cables, hizo que mi mirada fuera directamente hacia arriba, para a continuación darme cuenta que la sala tenía tonos verdes oscuros, negros y dorados.

Mis pies dieron sus primeros pasos en ese suelo negro marmolado, con las betas blancas, tan brillantes que parecían diamantes.

Me acerqué a la negra y dorada recepción y simplemente me hizo falta dar mi nombre y mis apellidos para que me aceptara, seguro que ya esperaban mi visita.

Me dieron una tarjeta y una puerta, la doscientos once.

Al girarme, un botones ya tiene preparadas mis maletas en esa gran carreta dorada y me indica que va a mi habitación a dejar las maletas. 

Como modo de agradecimiento, le sonrío.

Busco el ascensor que está a mano izquierda y busco el cuarto piso.

Esos segundos a solas, me hacen pensar en como me encuentro ahora mismo.

Me siento sola, con una boda perfectamente organizada que ha sido cancelada y yo me encuentro alojada en un hotel el cual no sé ni dónde está.

Pero debo ser positiva. ¿Cuántas de mis amigas les hubiera gustado casarse en Europa?

Estoy segura que a más de una.

Este es solo un mal momento, un momento en el que estoy desubicada a causa de que no me encuentro en mi casa, y todo me parece extraño. 

Pero en pocos días me encontraré acomodada y todo esto me parecerá un sueño.

Un tintineo me advierte de que ya he llegado a mi piso.

Cuando las puertas se abren, veo un largo pasillo.

Camino hasta encontrar mis maletas al lado de mi puerta.

Ya dispuesta a abrir mi puerta con la tarjeta, noto que hay alguien a mi lado, y que hasta ahora no lo había oído.

Giro la cabeza y veo a Liam.

- Por favor, no hagas esto, ya lo hemos hablado. - mis cejas se arrugan en un gesto de queja.

- ¿No hacer el qué? ¿Ir a mi habitación? - pregunta confundido.

Está apoyado en el marco de la puerta de al lado, mientras señala con el pulgar hacia atrás, dónde está la puerta.

 - Parece que somos vecinos. Supongo que Elian pidió las dos habitaciones al mismo tiempo y nos han puesto juntos. - dice subiendo los hombros y bajándolos rápidamente. - Ahora iba a tomar una siesta, la verdad es que estoy bastante cansado. -

- ¡Oh, lo siento! - me siento tan avergonzada que me tapo la boca con una mano. - Yo también iba a descansar y ha organizar algunas cosas. Pero espera, ¿Por qué te estás alojando en este hotel? ¿No tienes una casa en Barcelona? -

Liam me lanza una mirada incómoda.

- Bueno, tengo un apartamento, pero lo tengo alquilado a una familia, es complicado. Si no vivo aquí, no vale la pena tener una propiedad cerrada. -

Asiento en silencio, decido no preguntar nada más y vuelvo a intentar abrir mi puerta. 

Pero cuando la puerta se abre, Liam habla de nuevo.

- Escucha, Zoe. No dejes que los padres de Elian te intimiden esta noche. -

- ¿Y por qué lo harían? Ellos van a ser parte de mi familia. -

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now