Cap. 20

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Me quito los tacones y los tiro por el suelo, mientras me arrastro hasta el espejo del baño, para poder quitarme lo poco que queda del maquillaje.

Al terminar, y mirarme en el espejo, es cuando la tristeza inunda mi cuerpo.

Lo de esta noche en el casino fue muy divertido, y completamente diferente a lo que he hecho jamás.

¿Pero por qué nunca me he divertido tanto con Elian?

Ni cuando fuimos a esquiar me lo pasé tan bien, porque siempre había algo que no le parecía bien del todo.

Ya sea el tiempo, la gente o cualquier otra tontería del estilo.

Pero esta noche ha sido diferente, ha sido simple, natural y me ha parecido la mejor noche que he vivido en mucho tiempo.

Sin querer darle más vueltas al asunto, me meto en la cama. 

Y creo que lo mejor es que mañana vaya a su casa y le pregunte cómo le ha ido la fiesta, y si está bien.

Quizá mañana si que podamos pasar el día juntos, para poder relajarnos, y tener un poco de intimidad como futuros casados.

Y hablar de todo lo sucedido.


A la mañana siguiente me despierto a las ocho de la mañana, y me voy a desayunar rápidamente al bar del hotel.

Después pido un taxi hacia la casa de Elian, y en cuestión de minutos, ya me encuentro delante de su casa.

Espero que ayer por la noche se lo pasara súper bien, y tenga mil anécdotas que contarme.

Obviando a Andreína, por supuesto. 

Toco al timbre y me abre aquel hombre de la última vez, que parece sorprendido al no esperar mi visita.

- Hola, buenos días. ¿Está Elian en casa? -

- Lo siento, pero Elian no está en casa en este momento. -

¿Qué? ¿No está en casa?

Sé que por las mañanas salía a correr, aunque si ayer salió de fiesta, lo veo poco probable, pero no imposible.

- Oh, vale. ¿Puedo entrar para esperarlo? - si es el caso, no debe tardar en llegar.

- Por supuesto. Su madre está en la cocina. ¿Quiere esperar con ella? -

- Claro. - respondo con una sonrisa, pero en mi interior, estoy extremadamente nerviosa.

No hay mejor momento que el presente, supongo. 

Tengo que enfrentar esta situación. Estoy segura de que si ella me conoce a nivel más personal, podemos tener una buena relación entre suegra y nuera.

Camino hasta la gran cocina y la veo, está sentada en la barra americana de la cocina, mientras bebe café y rellena el crucigrama de un periódico.

- Hola, señora. No, eso es demasiado incómodo. - mi cara está más roja que un tomate en estos momentos. - ¿Cómo debería llamarla? -

- Mis amigos me llaman Elisa. Pero tú puedes llamarme Elisabeth. - ni siquiera se ha molestado en mirarme, sigue rellenando el papel.

- Muy bien. ¿Cómo se encuentra hoy, Elisabeth? -

- Estaba teniendo una bonita mañana, hasta que... Bueno, olvídalo. - esta vez si que me mira, aunque su mirada irradia molestia.

Espero unos segundos a que me pregunte cómo estoy, o si quiero café, pero ella me ignora y sigue con su crucigrama.

Al abrir los ojosNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ