Cap. 15

653 67 8
                                    


Logramos esquivar a seguridad en los controles de salida y nos dirigimos al parking.

Creo que he tenido suficientes emociones por hoy.

Ya sola en mi habitación, y sentada en el escritorio, delante del gran ventanal, empiezo a pensar en el momento con Liam.

Justo en esos minutos que hemos pasado juntos y encerrados.

El pensamiento que he tenido es completamente estúpido.

¡Soy la prometida de Elian!

No puedo estar pensando en ir besando a ningún chico, es algo que no tiene, ni debe pasar.

Yo a Liam no lo quiero, no quiero tener nada con él, solo creo que...

Solo estoy pensando demasiado en esto.

Simplemente ha sido un impulso de la adrenalina, estoy segura.

También es cierto que me gustaría poder pasar más tiempo con Elian. Así no estaría teniendo estos pensamientos tan estúpidos.

Después de horas pensando y viendo alguna red social, no me veo con ganas de bajar al restaurante y vuelvo a optar por llamar a que me traigan la comida a la habitación.

Después de unos minutos, me vuelven a dejar la cena que pedí, encima del escritorio.

Esta vez he querido subirme un poco el ánimo, que en estos momentos está por el suelo.

El primer plato es arroz japonés con un filete de salmón a la plancha con un aguacate y salsa de mango. Parece que hoy quiero salir de mi intriga por la comida española.

Aunque admito que he pedido un pequeño plato de gambas al ajillo.

Creo que esta gastronomía jamás me dejará de sorprender.

Paso la noche viendo una serie, hasta que me quedo dormida en la cama.

Al día siguiente no me despierto de mejor humor. Mientras tomo una ducha, mi mente sigue nublada por lo que pasó ayer.

Yo quiero a Elian, no puedo entender nada de esto...

Mientras me enjabono el pelo, me acuerdo de mi madre, que ha tenido que suspender todo lo planeado en Nueva York, por mi culpa. 

Ella fue la que más me ayudó en mi adolescencia, cuando los primeros chicos que me gustaban, me daban calabazas, o cuando tuve mi baile de graduación con Nate, mi novio de instituto.

Ella lo odiaba, era un chico con pocas ganas de estudiar, pero tenía una brillante carrera en el básquet, estoy segura de que hoy en día, es un gran chico. 

Mi madre fue reacia a invitarlo a cenar esa noche, antes de irnos al baile, pero al tenerlo comiendo en su comedor y descubrir como era, creo que lo odiaba un poco menos.

Pero siempre me apoyó, incluso cuando nuestra pequeña relación se acabó, y yo no podía dejar de pensar en que me quedaría sola para siempre.

Ella estuvo conmigo hasta que pude superar ese pequeño dolor de adolescente.

Estoy segura que en estos momentos, también sabría que decirme, quizá me diría que me estoy comiendo mucho la cabeza por algo que no tiene importancia, y que deje de pensar en cosas que no van a pasar.

Ojalá ella me pudiera dar un consejo ahora, aunque prefiero no contarle nada de esto.

Creo que no hay que alarmar a nadie, esto es solo una estupidez. 

Más tarde, me vuelvo a sentar en la cama, con las piernas cruzadas, mientras leo una revista de moda que me traje de mi casa, con ideas de vestidos de novia.

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now