Cap. 51

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Me quedo unos instantes en la terraza, antes de pagar y volver al apartamento.

De vuelta a casa, me percato de que mi encuentro con Cristal me hizo pensar en España de nuevo.

Un aspecto de España, en particular...

Cierro los ojos, y recuerdo el tiempo que pasé con Liam.

Me había despertado a mitad de la noche, en mi habitación de hotel. Estresada por los preparativos de la boda.

Necesitaba hablar con alguien y desahogarme de estos problemas que me estaban atormentando.

Salgo de la cama y llamo a la puerta que conecta mi habitación con la de Liam.

Liam no responde, así que me doy por vencida y vuelvo a la cama.

Al menos estará descansando bien, y eso me alegra. 

Pero poco tiempo después, la puerta se abre.

Un Liam muy somnoliento y sin camiseta mira hacia mi habitación penumbrosa.

- ¿Tocaste la puerta? ¿O fue solo un sueño? - pregunta mientras se revuelve el pelo con una mano.

- No fue mi intención despertarte. - me cruzo de piernas en el colchón, con pena.

- ¿Estás bien? -

- Solo estoy inquieta... -

- Yo tampoco puedo dormir. Parece que me he desvelado. ¿Qué te parece si vamos al bar? - 

- ¡Estoy en pijama! - grito mientras río y me tapo con la sábana.

- Nos vestimos rápidamente y vamos a tomar algo. A nadie le va a importar. Son las dos de la mañana. - me sonríe con inocencia.

Nos ponemos lo primero que encontramos y nos preparamos para salir de la habitación.

Sigo a Liam escaleras abajo, hasta el bar que está casi vacío.

Nos sentamos en una pequeña mesa que está cerca de la barra.

- Tómate una copa y relájate. ¿Qué te apetece? -

- Creo que necesito algo fuerte... ¡Tequila! - digo mientras se me viene a la mente la bebida.

- ¡Vamos fuertes! - ríe.

Pedimos dos tequilas, que tardan muy poco en llegar. Probablemente sea porque no queda casi nadie en el bar. 

- Pásame los limones. ¡Rápido! - grito mientras río con pillería.

Cuanto más tiempo pasamos allí, más conversador se pone Liam. Pero yo, por mi parte, me quedo callada.

- ¡Anímate, Zoe! Baila conmigo. - dice mientras se pone en pie.

- No estoy de humor. - me hundo en mi silla.

Liam se sube en una de las mesas contigua a la nuestra, y se pone a bailar.

- ¿Qué estás haciendo? ¡Ni siquiera hay música! - no puedo parar de reír.

- ¿Quién necesita música para bailar? -

Él me ofrece su mano, y dejo que me suba a la mesa.

Después de unos movimientos torpes pero divertidos, finalmente nos bajamos de la mesa. 

Menos mal que el camarero nos estaba ignorando, parece que es muy tarde para ejercer la autoridad en los clientes.

- Deberíamos sentarnos. - digo totalmente acalorada.

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now