Cap. 49

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La habitación se llenó con el sonido de la cremallera de la maleta, y el ruido metálico de las perchas siendo movidas, y ahora vacías.

En el momento que ya lo tenía todo casi preparado, mi teléfono empieza a sonar encima de la cama.

- Sube al ático. Quiero mostrarte algo. -

Es un mensaje de Liam. Que no contiene ningún detalle más.

Sonrío de medio lado y me voy directa hacia el ático.

Me siento tan libre que de camino, mis pies se sienten tan ligeros que da la sensación que van a empezar a volar sin mi consentimiento.  

Mientras doy los últimos pasos, me atacan los nervios.

Me espero encontrar con los adornos de la boda que no ha podido ser. Amontonados unos encima de otros.

Pero me encuentro que el ático está adorando con velas y luces de color blanco y dorado.

¿En qué momento hizo todo esto? 

Al menos ahora estoy segura de una cosa...

Liam está de pie, esperándome en medio de la estancia.

Nos abrazamos con fuerza, aferrándonos el uno al otro como si no quisiéramos soltarnos nunca más.

En ese abrazo se sentía la emoción, el alivio y el amor que habíamos estado esperando durante tanto tiempo.

Después de un instante que pareció una eternidad, nos separamos lentamente. Miro los ojos de Liam, y en ese momento, todo el mundo a nuestro alrededor pareció desvanecerse. Solo existíamos nosotros dos, unidos por un amor floreciente.

- He esperado tanto tiempo por esto. Tanto... - me susurra en la oreja, mientras hunde sus dedos en mi pelo. 

Liam me abraza por un largo rato, sin movernos. Finalmente, me levanta el rostro con el índice y el pulgar, con delicadeza.

- ¿Te puedo besar? - me lo pregunta con la mirada más genuina que jamás haya visto.

Ya no tengo que reprimir lo que siento. Ahora soy libre de hacer lo que quiera, de la manera que quiera.

Y lo que quiero justo ahora es besarlo.

El ambiente se cargó de una energía eléctrica mientras nuestros rostros se acercaban lentamente. Podía sentir la calidez de la respiración de Liam. Nuestros labios finalmente se encontraron en un beso tierno y apasionado.

El beso era suave y dulce, pero también cargado de una intensidad que solo se acumula en la espera. Era un beso que sellaba la promesa de un amor que había sido involuntario pero que había sobrevivido todos los problemas y obstáculos. En ese momento, todos los momentos de separación y angustia quedaron en el olvido, reemplazados por la felicidad y la plenitud de estar finalmente juntos.

Cuando finalmente nos separamos, nuestras respiraciones eran irregulares y dificultosas.

- Deberíamos hablar. - me dice, sin apartar sus ojos de los míos.

- ¿Quieres decir que no solo quieres que nos besemos por horas? - río por lo bajo.

- Claro que sí. - ríe. - Pero quería contarte lo que me dijo el padre de Elian, hace un rato. -

- No sé si quiero escuchar eso... - me cruzo de brazos.

- Me ofreció un puesto en la empresa. El cargo de Elian, de hecho. -

- ¿Estás bromeando? - me sorprendo por la gran noticia. 

- Él no quiere que un tipo tramposo y mentiroso se quede con su legado. Lo ha despedido y quitado todas sus acciones de la empresa. Al menos de momento. Y yo ya tengo experiencia en esta línea de trabajo. Y de todos modos, soy como un hijo para él. Me ha visto crecer. -

- ¡Eso es genial! Obviamente lo vas a aceptar, ¿verdad? -

- A decir verdad, no lo creo. -

- ¿Has perdido la cabeza, Liam? ¡Eres perfecto para ese trabajo! ¡Oportunidades como estas no salen dos veces! -

- Tal vez. Pero también es muy raro encontrar a alguien a quien puedes amar de verdad. El punto es que no creo que me quede tanto tiempo en España. -

- ¿A dónde piensas irte? ¿Volverás a Estados Unidos? - 

- Estaba pensando... ¡En Nueva York! -

- ¿Qué hay en Nueva York? - pregunto desorientada.

Liam me mira, y entonces comprendo lo que está diciendo de inmediato.

- No quiero que te mudes a otro país para estar conmigo, Liam. Aquí ya tienes una gran oportunidad. -

- Lo entiendo, pero mi vida ya está en Estados Unidos, mi casa, mi trabajo... Podría pedir que me dieran un traslado a Nueva York en la empresa. Solo tendría que buscar un apartamento. Y lo quiero hacer... ¡Porque me gustas! -

Inevitablemente, los ojos se me empiezan a llenar de lágrimas ante sus palabras. 

- Liam, mírame. - le agarro la cara con mis manos. - Lo que digo es que, independientemente de lo que yo haga. ¡Lo haré por que yo quiero eso! Porque mi vida está allá. Mi familia, mi pequeña empresa... -

- Lo entiendo, Zoe. Lo respeto. -

- Me volveré a Nueva York porque jamás fue una opción quedarme en Barcelona. Pero yo quiero que escojas lo que es mejor para ti. - hago una pausa para respirar. - Escucha, Liam... Ambos hemos cometido este error antes. ¿A caso no hemos aprendido nada? -

- ¿A qué te refieres? -

- Los dos ya nos hemos mudado al otro lado del mundo para seguir "al indicado". Y solo terminó en decepción. No... No puedo volver a hacerlo... -

- No te lo pediré. No sería justo. ¿Pero entonces que haré con todo lo que hemos vivido? Me gustas mucho, Zoe. No quiero que esto se acabe aquí... -

- Tú también me encantas, Liam. De verdad que sí. Pero por una vez, necesito darle prioridad a mis propias necesidades. - 

A Liam se le caen las lágrimas, pero asiente.

- Entonces, uh... ¿Necesitas que te lleven al aeropuerto? - agacha la cabeza para que no pueda ver sus lágrimas caer por su perfecto rostro.

- Llamaré a un taxi. No te preocupes por eso. -

Al cabo de un rato, el taxi ya me espera en la entrada de la villa.

Liam me acompaña hasta el coche.

Mientras me ayuda a subir la maleta en el maletero, no puedo evitar no quitarle la mirada de encima.

- Cuídate, Liam. Gracias por todo. Has sido un gran apoyo estas semanas. Eres un chico extraordinario. Te quiero. - le acaricio la mejilla.

Con lágrimas en los ojos nos dimos un último abrazo apretados. Nos despedimos en ese momento. Sabíamos que las palabras de despedida eran inevitables, pero también entendimos que el amor que compartíamos era real y valioso.

Los dos nos separamos, mirándonos por última vez antes de emprender caminos diferentes. Aunque nuestros corazones estaban llenos de tristeza, guardaba la esperanza de que algún día el destino nos reuniría nuevamente, si estábamos destinado a ser.

- Adiós, Zoe. Ha sido un placer acompañarte en este camino de tu vida. - me dice con los ojos llorosos, mientras se seca las lágrimas con el dorso de la mano.

Y así, en ese momento de despedida, me subo al taxi. Llevando conmigo el amor que nunca se desvanecería y la promesa de un futuro incierto.

El taxi empieza a alejarse, y no puedo soportar mirar hacia atrás.

Adiós, Liam... 

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now