Cap. 41

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Voy caminando por el pasillo, hasta que encuentro una puerta que dice ser la sauna.

Me vendrá bien para despejar mi mente.

Me alegro al encontrar la sauna vacía, y finalmente, puedo bajar la guardia.

¡Por fin algo de paz y tranquilidad!

Pero eso no podía durar mucho.

Poco después, la puerta se abre y entra Andreína.

Ella se me queda mirando con una ceja levantada.

- No tengo ánimos de discutir. Quiero relajarme. - suelto un soplido de cansancio.

- ¿Crees que ganaste, no es así? - 

- ¿Ganar qué? ¡Ni siguiera sé por qué todos me odiais tanto! - levanto la voz más de lo que debería.

- Elian era el amor de mi vida... -

- ¡Exacto! ¡Era! Tiempo pasado. ¿Por qué no puedes seguir adelante? -

- Esto ya es el colmo. Tú fuiste la que me lo quitó. -

Frunzo el ceño de confusión.

¿De qué está hablando?

- Hasta donde sé, lo tuyo se había acabado mucho antes de que yo apareciera. ¿Entonces cuál es el problema? -

- ¿Eso fue lo que te dijo? -

- Bueno, ¿por qué no me cuentas tu versión? - 

- ¿De verdad quieres saberla? Muy bien. Elian y yo éramos inseparables en la universidad. Todos suponían que nos íbamos a casar. Pero cuando Elian acabó la universidad, empezó a trabajar con su padre en la empresa. Un día hizo su viaje de negocios a Estados Unidos, empezó a llamarme menos. Un día me envió un mensaje de texto. Había conocido a otra persona. Yo no entendía lo que estaba pasando. ¡Estábamos saliendo! Él simplemente me dijo que habíamos terminado. Ahora él estaba saliendo con otra persona. De un día para otro, me convertí en el hazmerreír de todos. No solo perdí a Elian, sino que nadie quiso salir conmigo después de eso. - mira al infinito, como si estuviera volviendo a ver esas escenas delante de ella.

- ¿Por qué? -

- Después de que Elian me abandonara, todos asumieron que algo iba mal conmigo. Como si estuviera "rota" de alguna forma. - 

- Eso es demasiado horrible. Lo siento mucho Andreína. No me puedo imaginar por lo que has tenido que vivir por mi culpa... -

- Ay, cállate. No necesito tu lástima. - me mira y pone cara de asco.

Todo este tiempo estuve pensando que Andreína estaba tratando de quitármelo.

¿Y ahora resulta que fui yo la que se lo quitó?

- ¿Ahora entiendes por qué no soporto verte, Zoe? -

- No tenía ni idea de esto. ¿Pero de qué te sirve tratarme mal? Es verdad que Elian fue muy desconsiderado, pero ahora estamos juntos. ¿Por qué no dejas el tema? - 

- Así es, es mi problema. Eres completamente inocente, ¿verdad? Deja de ser tan arrogante, Zoe. Si tú pudiste robármelo, yo también puedo recuperarlo. Recuerda eso. -

Tras esa declaración, Andreína se retira de la sauna.

Pego un brinco del banco de madera, y corro para atraparla.

- ¿Por qué tienes que ser tan dramática con todo? - pregunto con molestia.

Pero cuando muevo el pomo, la puerta no se abre.

- Andreína. Vamos. Deja de hacer tonterías. -

Vuelvo a tirar del pomo, pero parece que la puerta se atascó.

Ay dios... ¿Me dejó encerrada? 

La puerta no cede, por más que intente abrirla.

Me paso unos cinco minutos forcejeando con la puerta, sin resultado.

Definitivamente ya he pasado demasiado tiempo aquí. Me estoy sobrecalentando.

Mi cuerpo está goteando y rojo por la calor. Es como estar en una olla al vapor.

Me cuesta pensar y estar de pie cada vez me cuesta más a causa del agotamiento físico que está sufriendo mi cuerpo.

Tengo miedo de colapsar.

Empiezo a ponerme nerviosa, y empiezo a golpear la puerta de cristal.

Pero todo está llevo de vapor, y nadie me ve. 

Si me quedo un rato más, siento que me desmayaré.

Tengo que salir de aquí.

Mientras pasa el tiempo, empiezo a sentir que las paredes se cierran a mi alrededor.

Pasan unos minutos más, y nadie llega a buscarme.

¿Se abrirá si le doy una patada?

Lo intento, pero mi pie no logra reventar el marco de metal de la puerta.

En la habitación no hay nada para romper el cristal, así que me dirijo a la pared del fondo.

No tengo otra alternativa.

Es un asunto de vida o muerte, prácticamente.

¡Es hora de correr hacia la puerta!

Reúno todo mi peso detrás de mi hombro, y cargo hacia la puerta con toda la fuerza y velocidad que me pemite el pequeño cuarto.

El vidrio se rompe ante el golpe, pero yo termino cayendo encima de los cristales hechos añicos.

El dolor es punzante y agudo, pero al menos me alivia pensar que soy libre y de que ya puedo respirar aire puro.

Me quedo tendida en el suelo, sin moverme.

Al escuchar el ruido, Cristal y la manicurista que estaban al otro lado del pasillo, salen corriendo de su salón.

- ¿Pero qué rayos acaba de pasar, Zoe? - Cristal se agacha para levantarme con cuidado.

- ¿Qué está haciendo, señora? - la manicurista me mira con enfado.

- Alguien... me encerró... en la sauna. - digo con calma, mientras compruebo que mi cuerpo no ha sufrido muchas heridas. 

- ¿Qué? ¿Estás bien? - Cristal también me examina.

- Estoy sangrando, supongo que me corté cuando rompí la puerta. -

- Tienes suerte de que fuera vidrio templado. Vamos a ponerte un parche en las heridas. - la manicurista cambia su tono a uno más agradable.

- Por cierto, hiciste un trabajo increíble para salir de la sauna. ¿Pero cómo te quedaste encerrada, en primer lugar? -

- Espera... Necesito un momento para recomponerme, eso fue una locura. - recupero la compostura y me suelto del agarre de Cristal.

Ella y la manicurista del spa me ayudan con el vendaje de las heridas y me acompañan a administración. 

Una vez que me atienden, la manicurista me indica que debo rellenar un informe de lesiones.

- Voy a buscar un documento, ahora vuelvo. - se despide la chica, y nos deja solas en un despacho.

Cuando me quedo sola, Cristal voltea hacia mí.

- Bueno...Háblame claro. ¿Qué ha pasado? - Cristal se apoya en una silla acolchada.

- Andreína me encerró. Lo sé. - la miro directamente a los ojos.

- ¿Estás bromeando? - abre sus ojos azules como platos.


Al abrir los ojosTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon