Cap. 29

449 53 2
                                    

Pronto terminamos de recorrer la fabulosa villa.

- Todo esto es maravilloso, Liam. Muchas gracias por pensar en esto, de verdad. -

- Se reserva muy rápido, pero puedo apartar cualquier día para lo que necesites, ya sean preparativos, o lo que sea. ¡Solo avísame! -

Él está sonriendo, pero noto que hay dolor en su voz.

El viaje de vuelta en la moto es más silencioso que antes. Liam luce un poco deprimido mientras conduce.

Ojalá supiera como animarlo.

Al pasar un rato, veo que pasamos por La Rambla, la calle más turística de Barcelona.

Es realmente bonita, e inevitable no prestar atención a cada detalle.

Al pasar, me doy cuenta que hay una feria medieval, en el que venden comida y decoración ambientado en la época. Se ve súper divertido.

Y estoy segura de que eso le levantaría el ánimo a Liam.

Podríamos parar, y comer algo juntos, mientras caminamos por la gran calle.

Saco el teléfono del bolso y le envío un mensaje rápido a Elian, para que sepa que tardaremos un poco más en llegar.

- Nos retrasaremos un poco. Nos vemos pronto. -

Lo guardo con impaciencia en el bolso, para preguntarle a Liam por la idea de comer algo juntos.

- Oye Liam, ¿Podemos ir al festival que están haciendo? - digo mientras me acerco a su mejilla para que me pueda oír.

- Claro, como quieras. -

Tardamos un poco en encontrar aparcamiento, ya que la cuidad está tan abarrotada como de costumbre.

Después de unos cuantos minutos, encontramos un estrecho espacio para aparcar la moto.

Todavía se ve bastante triste.

¿Cómo podría ayudarlo?

Empezamos a caminar en silencio. Ninguno de los dos se atreve a decir nada, no quiero perturbar sus pensamientos con conversaciones banales.

Aunque me encantaría hacer algo para ayudarlo.

Un grupo de adolescentes pasan corriendo, rozándonos levemente, mientras gritan y ríen en catalán.

- Mejor tómame de la mano, Zoe. No queremos terminar separados y perdidos. - me tiende su mano levemente, haciendo hueco en su mano para que ponga la mía.

- Claro. - le sonrío levemente, mientras agarro su mano con delicadeza, pero él me la sostiene con firmeza, como si no quisiera que me perdiera jamás. - ¡Aquí hay muchos artistas callejeros! ¿Hay alguno en particular que quieras ver? - 

- Echémosle un vistazo a alguno de esos músicos de allá. - me señala con el dedo.

Al menos ahora Liam se ve un poco más alegre.

Es evidente que le encanta la música.

Caminamos durante un rato, mientras miramos los pequeños puestos decorados para la ocasión.

Al caminar, me llama la atención un hombre que toca la guitarra, está tocando canciones conocidas.

Tiene un sombrero al revés, justo delante suyo, donde hay monedas y algunos billetes.

En ese momento, Liam nota mi interés por el hombre, y me empuja hacia adelante.

- ¡Vamos a bailar! - dice contento.

- Imposible. No sirvo para bailar. ¡Pensé que ya lo sabías! -

- ¿Tan cobarde eres? - Liam me mira con una cara socarrona.

Definitivamente me está retando.

- ¿Quieres bailar? ¡Te enseñaré cómo se baila! -

Me lanzo contra Liam, agarrando con una mano su nuca, acercándolo a mi, mientras coloco una pierna entre las suyas, para poder pegar nuestras caderas, y tenerlas completamente pegadas.

Empiezo a mecerme de lado a lado, con sensualidad, moviendo las caderas en sintonía con la música, mientras lo acerco a mi cara, para que me siga los pasos con cuidado.

Mi otra mano se apoya en su espalda, para tener un buen punto de apoyo en mis movimientos. 

- Eh... No sabía que pudieras bailar así... - Liam escupe las palabras poco a poco.

Poco a poco, una multitud de gente curiosa nos rodea, mientras algunos sacan sus teléfonos y graban la escena.

Al terminar la canción, todos aplauden con ganas, mientras nos animan a bailar otra canción.

- Hice una fortuna gracias a vuestro bonito baile. Espero que su amor dure para siempre. ¡Que Dios los bendiga a los dos! - dice el hombre emocionado, viendo su sombrero lleno de dinero.

- Oh... Nosotros no somos... - intento explicarme ante el hombre, pero un mensaje repentino en mi bolsillo hace que me desconcentre de lo que estaba diciendo.

Es un mensaje de Elian, preguntando dónde estamos. 

- Elian me acaba de enviar un mensaje de nuevo. Ya deberíamos volver. - digo con cara de pena.

- Claro. - puedo notar que en su rostro también hay tristeza.

Liam me suelta la mano para montarse de nuevo en la moto.

Pronto llegamos a la casa de Elian.

Aparcamos la moto justo delante de la casa, y entramos por la puerta principal.

En el comedor, vemos que están Elian y Cristal de pie, esperándonos.

Cosa que me sorprende, ya que no habíamos hecho planes los cuatro.

Cristal viene casi corriendo hacia nosotros, con emoción.

- ¿Y entonces? ¿Qué tal es ese sitio? - me pregunta mientras me agarra el brazo, para que le explique todos los detalles. 

- ¡Es perfecto! - le respondo con una sonrisa. - ¿Qué pasó con las decoraciones, Elian? - mi vista va directa a Elian, pasando por encima de la de Cristal.

Elian y Cristal se miran entre sí, y luego sonríen.

- Las decoraciones todavía no están terminadas, pero tengo una sorpresa mejor. - me dice mientras se acerca con entusiasmo.

- Yo le ayudé a escogerlo. - Cristal se ve de lo más orgullosa.

Elian se arrodilla frente a mi, mientras saca una cajita de su bolsillo.

La cajta es cuadrada, de madera oscura, bien pulida y barnizada.

Al abrirla, puedo ver por fin el interior.

El terciopelo negro intenso rodea dos anillos plateados. 

Uno es más ancho que el otro, y deduzco al instante que el más pequeño es el mío, ya que contiene un gran diamante pulido, y unos dibujos con pequeños diamantes incrustados alrededor de este.

El otro anillo, más ancho y liso, brilla con intensidad, dándome a entender que son nuestros anillos de boda.

- ¡Me compraste un anillo! - digo sorprendida.

- Quería comprar los de matrimonio. Son de la mejor joyería de toda Barcelona, el joyero me recomendó lo mejor que tenían, y creo que acertó. Quería formalizar las cosas. -

- Me gusta mucho, es precioso. - digo admirando detenidamente la pieza.

- Te queda maravilloso. Está justo donde debe estar. - 

Me quedo admirando los anillos, y el increíble brillo que emanan.

Estiro mis brazos para rodear a Elian, en un gran abrazo.

- Si mi bebé está feliz, yo también lo estoy. -

Por el rabillo del ojo, noto como Liam está sentado en el sofá. Se resiste a mirarme, mientras mira al suelo y con las manos se toca la nuca. 

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now