Cap. 40

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Elian nos lleva a una cafetería a pies de los viñedos.

Es muy pintoresco.

- ¡Todo es tan bonito! - no puedo dejar de mirar a mi alrededor, las vistas son espectaculares.

- ¿Verdad que si? ¡Es precioso! - Cristal también está encantada.

Poco a poco, una camarera nos trae la comida, sin siquiera tener que pedirla.

La chica trae pan tostado en rodajas, untadas en tomate y aceite de oliva.

Junto a unas grandes bandejas de embutidos de todo tipo, con sus respectivos acompañamientos.

Y unos cafés con hielo.

- Vaya, han traído la comida sin tener que pedirla. - miro la comida que desprende un olor exquisito.

- No hace falta, en esta cafetería venden salado y dulce como en cualquier otra. Lo único que cambia es que yo siempre pido lo mismo y ya me conocen. Pero si preferís algo diferente, iré a pedirlo. -

- ¡No! Claro que no. Me gustaría comer lo que han traído. Me apetece probar primero esos pimientos rellenos... Aunque no sé si serán picantes como los jalapeños. -

Elian ríe con ganas.

- Lo normal es que no piquen, Zoe. Come sin miedo. -

Lo agarro con el tenedor y el cuchillo, y sin pensarlo, lo pruebo.

El sabor me sorprende en la boca.

- ¡Pensé que serían picantes, pero son muy dulces! - digo sorprendida.

Sin pensarlo dos veces, me pongo en mi plato algunos más.

- ¿Estás hablando de la comida, o de mí? - pregunta Elian con una mueca divertida.

Los tres reímos mientras comemos, y cuando terminamos, nos ponemos a hablar animadamente.

Elian me ofrece un recorrido por la propiedad, terminando en su oficina. 

Cuando él abre la puerta, Elisabeth está de pie junto al escritorio.

- Hola, cariño. Solo estoy dejando unos documentos que te dejaste en casa, y creía importantes. -

- Gracias. Por casualidad, ¿a dónde vas ahora, mamá? -

- Al spa. -

- Perfecto. ¿Qué tal si Cristal y Zoe te acompañan? -

- Eh... - Elisabeth duda en si directamente decir que no, o salir corriendo.

- Tal vez así puedas conocer mejor a Zoe. ¿No crees? Eso significaría mucho para mí. -

Elisabeth suelta un suspiro, pero cede a la petición de su hijo.

- Bueno, está bien. Terminemos con esto... -

Elian me da un beso de despedida.

Inmediatamente nos dirigimos al spa con la madre de Elian.

Menos mal que me acompaña Cristal, supongo que ella es mejor vista que yo ante los ojos de Elisabeth.

El spa está ubicado en un hotel bastante lujoso, en el centro de Barcelona.

La entrada del hotel es realmente bonita, completamente blanca y gris.

Es muy moderna, debe ser un hotel con gran categoría.

Nos quedamos las tres paradas en el centro del recibidor.

No me atrevo a decir nada, pero parece que esperamos a que pase algo. 

Quizá está esperando a que nos cansemos y nos vayamos.

Al abrir los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora