Cap. 27

533 56 5
                                    

Pasados unos minutos de charla, mi teléfono vibra, y ante el impulso, lo miro.

En la barra de notificaciones veo que es Liam, me alegra tanto ver un mensaje suyo.

- ¡Zoe! Creo que encontré el lugar perfecto! Es todavía mejor que el que Andreína te quitó. Reservé una cita para que vayamos a verlo mañana. -

Con todo lo que me está ayudando Liam, estoy más que segura de que será un lugar magnífico. Y a estas alturas, no me puedo permitir el lujo de perder ninguna oportunidad.

Tener el restaurante significa tener el ochenta por ciento del trabajo.

Aunque tampoco voy a ser hipócrita, me apetece muchísmo pasar tiempo con Liam. Tal vez así pueda comprender mis sentimientos.

Sin dudar, empiezo a teclear la respuesta.

- ¡Cuenta conmigo! Echémosle un vistazo mañana. - 

Por un segundo el remordimiento me inunda las venas. Mi novio es Elian, y por primera vez en tiempo, me está pidiendo de pasar tiempo juntos. Si me voy a casar con él, tendré que pasar el máximo de tiempo con él.

Vuelvo a agarrar el teléfono. 

- ¿No podemos reprogramar la agenda, Liam? -

- Lo siento, pero normalmente está reservado. Mañana es el único día en que puedo garantizar que entremos. De lo contrario, podría llevar semanas. -

Lo primero es lo primero. Nuestra boda.

- Está bien. Hagámoslo. -

- Perfecto. Nos vemos mañana en el vestíbulo a primera hora. -

Apago la pantalla y dejo el teléfono en el mullido colchón, mientras cierro los ojos. 

- Lo siento cariño, pero esto es más urgente. -

- Lo entiendo, Zoe. Todo esto es por nuestra boda. Nos queda toda una vida para pasarla juntos. - me sonríe y juega con algunos de mis mechones.

- Elian, me alegra mucho que hayas dicho eso. ¿Quieres venir con nosotros? - me incorporo de golpe, para mirarlo a los ojos.

¿Qué mejor manera de escoger el restaurante que con el novio? Me gustaría mucho que viniera y decidiera conmigo.

- Podría. O podría buscar una decoradora. ¿Qué te parece? -

No es la respuesta que me imaginaba, contando con que no me ha acompañado en absolutamente nada.

- ¿Qué tal si vienes y vamos después juntos, a ver los decoradores? -

- Si logramos solucionar todo pronto, podremos casarnos cuanto antes. Déjame ayudarte, e ir a ver a los decoradores. - 

- Supongo que pronto verás el lugar. Te haré fotos. - alzo los hombros, a modo de derrota.

Elian a modo de respuesta, me da un dulce beso.

Al rato, pido un taxi y me vuelvo al hotel.

Hoy tengo bastante buen humor, aunque es algo extraño, contando con el día de mierda que llevo.

Muchas cosas pasan por mi cabeza, la mayoría, las intento ignorar, aunque algunas se quedan ahí, sin que yo pueda hacer nada para evitarlo.

Ya en el ascensor del hotel, recibo un mensaje de Liam.

Justo me pide que baje a recepción cuando ya he subido a mi planta.

Muy oportuno.

Vuelvo a bajar, esta vez por las escaleras. Un poco de deporte no hace daño a nadie. 

Al no encontrarlo en el vestíbulo, me asomo al restaurante-bar, pero tampoco lo encuentro.

Ya por último, me salgo fuera del hotel, con la esperanza de encontrarlo pidiendo algún taxi.

Y ahí está, delante de mi, con su flamante sonrisa.

Aunque no lo encuentro pidiendo un taxi, sinó que lo encuentro medio sentado junto a una bonita Vespa de color rojo cereza.

Me saluda con la mano, y me hace un gesto para que me acerque.

Las piernas me tiemblan, no puedo evitar ver lo atractivo que está con esa camisa holgada, tan desenfadada como él, y esos tejanos estrechos, que le quedan a la perfección.

- ¿De dónde has sacado esto? - le pregunto mientras río y le doy un abrazo para saludarlo. 

- ¡La he alquilado por muy buen precio! Así será mucho más fácil movernos por la ciudad. -

- ¡Esta moto es preciosa! ¡Me pido conducirla! -

- Me alegra que la aprecies, los clásicos son geniales. - se une a mi risa. - ¿Pero seguro que puedes montarla? -

- Cuando iba a la universidad me movía con una parecida a esta, cortesía de mi padre. -

- Bien, bien. Pero ten mucho cuidado. -

Liam se acomoda en el asiento trasero, y yo de un salto me subo delante suyo.

La enciendo y rápidamente me pongo en marcha.

En realidad no son como las motos de carreras, no corre demasiado. 

Me toma un poco de tiempo acostumbrarme a la gran ciudad y sus normas, pero lo domino en poco tiempo.

Al llegar a una intersección, otra moto me bloquea el paso.

- ¡Eh! ¡Ten cuidado, hermano! - grito.

- No le prestes atención, Zoe. Déjalo pasar. - me dice Liam desde detrás.

- ¿Por qué? ¡Casi nos atropella! - grito enfadada.

En la siguiente parada de tráfico, me paro junto a la moto que nos bloqueó.

- ¡Debes tener cuidado por dónde vas! - le chillo al hombre.

El hombre me ignora, y Liam le repite mi mensaje en español.

- ¡Ya la escuché la primera vez! - grita molesto el hombre.

- Bueno, ¿escuchaste eso? - dice Liam. 

Él empieza a insultar en español, con mucha creatividad. Reconozco suficientes palabras para entender lo básico.

- ¿Qué dijiste? - pregunto.

El motorista cambia de ángulo, para enfrentarse a la Vespa.

- ¿Zoe? Creo que este tipo vendrá a por nosotros... -

- La luz está a punto de cambiar a verde. ¿Qué hago? - pregunto preocupada.

- ¡Acelera! - grita.

El semáforo se pone en verde, y el motociclista empieza a perseguir nuestra moto, mientras nos tira toda clase de insultos.

Me las arreglo para sortear el tráfico, pero el tipo no deja de perseguirnos.

- ¡Liam! ¿Tienes alguna idea? - pregunto, sabiendo que el hombre se sabe muy bien esta ciudad, y no dejará de seguirnos. 

- ¿Ves ese callejón al frente? ¡Es nuestra oportunidad! -

Con mucha prisa, tomo el desvío hacia el estrecho callejón.

- ¡Está justo detrás de nosotros! ¡Zoe, cuidado con el camión! - grita Liam.

Si logro pasar a ese camión, le cortaremos el paso al loco de la moto.

- ¡Agárrate! - le grito.

Liam por instinto, me agarra por las caderas, haciendo que me rodee todo el cuerpo, mientras pone su cabeza encima de mi hombro.

Le doy al acelerador, y rápidamente paso por delante del camión.

- ¡Dios mío! ¡Zoe, eres increíble! - grita mientras ríe. Parece que le he dado un buen susto. Aunque nos hemos jugado la vida.

Yo también me río con ganas. 

- Ahora oriéntame. ¿A dónde nos dirigimos? -

Liam me dirige sin problemas al lugar indicado, al lado de la playa. 

Al abrir los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora