Cap. 9

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Conducimos hasta llegar a un lugar llamado Pedralbes, donde las casas son lujosas y enormes, aunque poco puedo ver con la oscuridad de la noche.

Al estar en frente de la puerta, nos abre un hombre que por su forma de vestir, puedo interpretar que es algo parecido a un mayordomo o amo de llaves.

Detrás de él se encuentra una mujer rubia, con el pelo en un elegante recogido, acompañado de un vestido amarillo, realmente muy elegante y profesional.

A su lado, un hombre alto, con pelo blanquecino y vestido con una bonita y fina chaqueta americana de color negro.

Ellos nos dan la bienvenida con un simple apretón de manos y algunas sonrisas forzadas, pero no los he encontrado desagradables.

Nos presentamos de manera cordial.

Hablamos de pie sobre algunas banalidades, como por ejemplo: cómo fue el viaje, o cómo es trabajar desde Nueva York.

A los pocos minutos, el hombre del servicio nos pide amablemente que pasemos al comedor.

El comedor es amplio, con un gran abanico de tonos blancos y plateados.

Una gran mesa con una exquisita decoración propone que está lista para que sus comensales se sienten.

Me siento en la mesa, en la que preside Elian, y yo a su lado, a mi otro lado está Liam y delante nuestro están sus padres.

Seguimos hablando mientras nos traen un plato, que debo admitir que tiene una pinta exquisita.

Se trata de un plato de pasta con queso azul y nueces.

Encima de la pasta, ligeramente espolvoreada con queso, descansa una yema de huevo, que parece estar cruda.

La ración es ligera pero suficiente para comerlo por la noche.

- Zoe, escuché que es la primera vez que viajas al extranjero. ¿Qué te ha parecido Barcelona hasta ahora? - me pregunta su madre mientras me mira fijamente y se seca la boca con una servilleta de tela.

- Es muy bonita, espero poder explorar más la ciudad durante mi estadía. - digo con una sonrisa.

- Es una lástima que los jóvenes no puedan viajar tanto. Visitar nuevos lugares te ayuda a expandir la mente. - dice su padre.

- Bueno, cariño... No la desprecies solo porque no haya tenido "nuestros" privilegios. - dice ella mientras señala con una mano las comillas. 

Alzo una ceja a modo de confusión, creo que esos comentarios están fuera de lugar y no te quitan inteligencia alguna por no haber viajado. No tiene sentido.

- Puede que no haya viajado mucho, pero me gradué como la mejor de mi clase. No me considero "inculta" sobre el panorama mundial. - digo alzando una mano para hacer las mismas comillas.

- ¿Te graduaste de una Universidad de las de Ivy League? - pregunta su padre mirándome con semblante frío.

- No, claro que no. Pero eso no mide mi capacidad intelectual, señor. -

- Cariño, tener una buena universidad para tener una buena educación no lo es todo en la vida, supongo. - la madre pone una mano encima de la de su marido.

Ahora empiezo a pensar en lo que me decía Liam, realmente esta familia me desprecia.

Me desprecian por el simple hecho de que no soy alguien con dinero ni buenos estudios.

Estoy a punto de girarme hacia Elian, y decirle que su familia me da asco y que me largo de aquí, pero su teléfono suena en ese momento, y se retira para contestarlo.

Genial. Estoy atrapada en un interrogatorio en el que me acusan de ser una pobre chica de la calle, que sin querer conquistó a su famoso hijo.

El hombre del servicio nos retira los platos rápidamente para poner en su lugar el postre.

Una bonita porción de cheescake de color amarillo vivo descansa delante de mi.

Realmente tiene un aspecto delicioso.

Veo que todos empiezan a comerlo sin esperar a Elian, así que decido imitarlos, no sea que vuelva a parecer maleducada.

- Zoe, supongo que no tienes planes de seguir con tu pequeño empleo una vez que estés casada, ¿Verdad? - parece que su madre es una experta en hacer preguntas fuera de lugar.

- Eso no se vería bien en nuestra familia. - remata su marido.

- Supongo que no esperan que sea ama de casa... - respondo con gran confusión.

- ¿Y qué hay de malo? La casa también necesita alguien que se ocupe de ella. -

Claro, sobretodo cuando tienes servicio y tu marido hace todo el trabajo de la empresa.

- O se puede encargar de nuestra ONG. - concuerda el hombre.

¿Me han visto cara de Sissi Emperatriz? 

- Yo no creo que sea... - alguien me interrumpe.

Es Elian entrando al comedor.

Se sienta e inmediatamente cambia de tema a a uno sobre algo de negocios que no soy capaz de comprender.

Molesta, me le quedo mirando, y al notar que mi cara no denotaba amabilidad, me susurra al oído.

- Solo ten paciencia con ellos, amor. No quieren hacerte ningún daño, solo son muy complicados. -

Hago silencio, resignada, y bajo la mirada, mientras todos los demás siguen hablando de varios temas.

Al notar mi malestar, Liam pone su mano sobre mi pierna, para tranquilizarme.

Él sabía que sería duro, y sin duda no se equivocó.

Por lo menos alguien está de mi lado...

Al rato, todos se ponen a hablar de más negocios, y esta vez, todos me ayudan a entender y a explicarme qué función tiene nada cosa y como funciona, algo que hace que me integre más en la conversación.

- Estamos muy felices con lo que Elian ha hecho por la compañía, como nuevo Director de Operaciones. - su padre alza su copa de champán para celebrarlo.

- Estamos muy orgullosos de él. Ha dejado bien claras sus prioridades este año. - su madre imita con una sonrisa a su marido. 

Sí, claro. Anteponiendo el trabajo a su relación en muchas ocasiones...

- Hablando de éxito... ¿Pudiste concretar la compra de la casa, Elian? - pregunta el hombre.

- Hice una oferta, pero no he recibido respuesta. -

- ¿Qué casa? - pregunto confundida mientras lo miro.

- Nuestra casa. Te va a encantar, Zoe. Iba a ser sorpresa hasta que la tuviera comprada y tuviera las llaves en mano, pero parece que de momento no hay respuesta del propietario actual. -

¿Qué? ¿Una casa para los dos?

No puede ser posible, no puede ser capaz.

El trato era que nos casábamos en Barcelona y unos días después nos íbamos a Nueva York a vivir.

Para poder trabajar en mi pequeño negocio, y Elian podía trabajar desde casa, y en algunas ocasiones viajar a España.

Pero nunca se habló de comprar ninguna casa aquí, porque no nos vamos a quedar en Barcelona.

- Elian, ¿Podría hablar contigo un momento? - retiro la silla, haciendo que cruja ante el suelo de madera, para poder levantarme.

- Estamos en medio de la cena. ¿No podemos hablarlo luego, ya solos? - pregunta mientras me mira desde abajo.

- ¡No! - grito.

- Está bien, está bien. Mamá, papá... Liam. Volvemos en un segundo. - Elian se levanta de la silla y nos dirigimos al gran salón.

Mis tacones resuenan con fuerza por el lujoso suelo, haciendo eco de la rabia de la situación. 

Estoy dispuesta a discutir por este tema, no tiene sentido que intente hacer que nos quedemos aquí, cuando eso no pasará. 

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now