Cap. 36

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Al día siguiente, me despierto bastante temprano.

Al menos dormí mejor que ayer, aunque me siento bastante atolondrada.

Esa sensación no ha mejorado después de tomarme una ducha y de desayunar algo ligero.

Hoy hace un día bastante bueno y soleado, quizá sería buena idea salir a correr y despejar la mente.

Rápidamente me invade una sensación de emoción que me encanta.

Me pongo ropa cómoda para salir a ejercitarme.

Programo Google Maps para que me haga un recorrido por la zona, entre unos parques ajardinados.

Será mejor que evite las zonas concurridas y llenas de coches.

Me pongo en marcha con facilidad. 

En Nueva York solía salir a correr dos veces por semana, después de trabajar. Hacía que me relajara y fuera mucho más productiva al día siguiente. Después solía pedirme un zumo natural para llevar. Sin duda era mi recompensa, y era lo que más amaba de esta rutina.

Llevo unas cuantas vueltas, sin perder el aliento, cosa que me alegra. No he perdido el ritmo que tenía.

Pero de repente, algo llama la atención, haciendo que baje mi ritmo.

Es un artista callejero que tiene una pequeña parada.

Examino los dibujos que cuelgan en la caseta.

Parece que todos son bocetos de personas. Son realmente buenos.

Veo al artista que dibuja una chica joven, en la que está sentada en un taburete frente a la multitud.

Un grupo de cinco personas están mirando con atención al artista. 

Me hago un hueco entre la gente, para poder ver el resultado.

Es raro... Se supone que debería estar dibujándola, pero está dibujando a un chico.

Eso no puede ser posible.

Nadie de los chicos que está alrededor se parece al del lienzo.

Y el humano es incapaz de inventarse una cara que jamás ha visto.

¿A quién está dibujando entonces?

- ¿Esa es su alma gemela? - susurra la chica que tengo al lado. Parece que se lo pregunta al chico que tiene al lado, que parece su novio.

¿Su alma gemela? ¿Eso puede ser posible?

Volteo hacia la chica que acaba de hablar. 

- ¿Está dibujando a su "alma gemela"? ¿Qué quieres decir, exactamente? -

- La gente dice que él tiene un sexto sentido. Básicamente, cuando te ve, puede ver a tu alma gemela a través de ti. Y te la puede dibujar. -

- ¿Qué? Eso no puede ser verdad. - digo frunciendo el ceño.

- ¡Pero parece que lo es! Hay mucha gente que lo ha comprobado. -

- Imposible. Por algo las personas se enamoran. -

- ¡No es cosa del destino! Es pura... Casualidad. -

Me río con sarcasmo.

Parece que a esta gente le han comido el cerebro.

Estoy a punto de girarme e irme, cuando escucho una voz que me detiene.

- ¿No lo crees? - responde el artista, mientras me mira con la ceja levantada y media sonrisa, mientras sostiene su lápiz entre los dedos. 

- Tus bocetos son muy bonitos. Tienes talento. Pero no me trago eso de que veas a las "almas gemelas" - digo con intención de volver a girarme.

- Bueno. ¿Por qué no te sientas? Así podré mostrarte lo que veo a través de ti. -

Dudo un segundo ante su proposición.

- Gracias, pero ya estoy comprometida. Ya encontré lo más parecido a un alma gemela. -

- Perfecto. Entonces, si te lo dibujo, sabrás que tengo un don. -

- ¿Eh? -

- ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que no sea lo que esperas? -

- No... No estoy preocupada. Adelante. Vamos a ver cuál es ese don. -

Me abro paso entre la gente, y me siento en el taburete, mientas el artista me mira y empieza a dibujar. 

Si el retrato se parece a Elian, aunque sea remotamente, estaré muy impresionada.

Porque tengo la sospecha de que solo es un estafador.

Unos minutos después, el artista sonríe y me entrega el papel en el que hizo el dibujo.

Miro el papel, y trago saliva con dificultad.

No ha dibujado una cara completa.

Solo ha dibujado unos ojos.

- ¿Los ojos de tu alma gemela son parecidos a estos? - pregunta con satisfacción.

- ¡No! ¡No! - digo alarmada.

- Dices que no, pero tu tono me hace dudar. -

Empiezo a levantarme para irme corriendo, con el papel en mi mano, casi chocando con los espectadores.

No paro de correr, hasta que llego a mi habitación de hotel.

No me hace falta el Google Maps, sé llegar sin problemas, y casi sin pensar.

Creo que estoy imaginando cosas. ¡Solo son unos ojos!

Pero cuando observo el papel, me doy cuenta de que conozco esos ojos.

Los conozco muy bien.

¡Es una maldita estafa!

Hago una bola con el papel, y lo tiro a la basura mientras no dejo de dar grandes zancadas por la habitación.

Debería revisar mi correo electrónico. La señora que me ofreció trabajo dijo que debía ponerme en contacto.

Anoche le envié un correo electrónico a la gerente de la tienda en Barcelona. Me pregunto si ya me contestaron. 

Desbloqueo el teléfono, y encuentro un correo de un tal Sr. López.

"Es un placer saber de ti, Zoe. Por favor, vaya hoy mismo a nuestra oficina en Barcelona, para hacerte una entrevista en persona.

Te adjunto la oficina por Google Maps. Un cordial saludo. "

Son realmente rápidos. 

Al abrir los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora