Cap. 25

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Al entrar, no me siento muy impresionada al ver su interior.

¿Este lugar cumple con las normativas higiénicas?

Sin decir nada, me siento en una mesa, mientras mis acompañantes ya esperaban sentados.

- Bueno, Camila. ¿Quién era ese buscapleitos? - pregunta Liam.

- Traeré pasteles y os lo cuento todo. - dice sonriendo y escondiéndose a toda prisa por la cocina de la cafetería.

Después de unos minutos, Camila vuelve con una bandeja con diferentes porciones de pasteles de apariencia normal, sin mucha decoración, y acompañados de unos cafés.

Viendo el estado del local, tengo miedo de probar los pasteles. ¿Qué tan malo puede estar este pastel? O sea... ¡Es un pastel clásico! 

Acerco una pequeña porción de bizcocho con azúcar y piñones, y le doy un tímido mordisco.

La sorpresa no tarda en aparecer. ¡Está riquísimo! El bizcocho es de limón, y con la combinación de piñones hace que sea delicioso.

Es como el pastel que hace tu abuela un sábado, simple, clásico y delicioso.

- Está increíble, Camila. - digo mientras me sigo comiendo el trozo con ganas.

- ¡Gracias! Siempre me ha gustado la pastelería. Hace pocos años que empecé en este local, pero no creo que pueda mantenerlo mucho más. Creo que lo voy a perder todo. - 

- ¿Por qué? La gente debería estar haciendo filas para comerse un pastel tan bueno y tan natural como este. - Liam no puede evitar girarse para darse cuenta que no hay nadie en la cafetería, solo un hombre mayor leyendo el periódico con un café solo.

- Eso me gustaría mucho... Ese hombre era un cobrador de deudas del banco, aunque parecía más bien un sicario. Dándome una paliza no hará que pague las deudas, si pudiera hacerlo, las pagaría todas de golpe. Si el mes que viene es como el anterior, me veré obligada a cerrar definitivamente. - Camila se tapa la cara con las manos, parece que intenta no derrumbarse delante de nosotros.

- Con esta comida tan buena, ¿Cómo te puede ir mal en tu negocio? No lo entiendo. - Liam sigue observando la comida, como si quisiera buscar alguna cosa en ella que le dijera el porqué le va mal el negocio a Camila.

- Yo sí. - las palabras salen sin pensar de mi boca.

Todos se giran a mirarme con expectación y sorpresa. 

- Camila, te voy a ser sincera. Este lugar se ve horrible. La iluminación, el mostrador, el ambiente. Todo es bastante dejado, le falta limpieza y un poco de amor. -

- ¡Zoe! - exclama Cristal.

La ignoro y sigo mirando a Camila con atención.

- Mira, Camila. Lo que trato de decirte es que te puedo ayudar. Yo me encargo de rediseñar espacios, para mejorar los negocios. Tu local necesita un lavado de cara, y sin duda no es el mejor, pero tu comida sí que lo es. Así que tenemos que enfocarnos en eso. -

- ¿Nosotros? ¿Has dicho nosotros? - Camila parece más perdida que hace un rato.

- ¡Claro! Confía en mí. Te vamos a reorganizar este local, y no te costará nada. - respondo con alegría.

Mientras me dispongo a empezar a organizar lo que haremos en la cafetería, mi teléfono vibra. 

Lo saco del bolsillo del pantalón y miro quién me está llamando, y es Elian.

Le rechazo la llamada.

- Bien. Vamos a empezar por lo más básico. Tomemos un sorbo de café. -

Todos me miran con los ojos abiertos, pero hacen caso y se acercan las tazas a los labios.

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now