Cap. 28

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En poco tiempo, nos encontramos en la costa, justo delante de una gran villa española que da a la playa.

Es extraordinariamente preciosa, incluso esa palabra se queda corta ante la bonita estructura que tengo delante de mí.

Tres grandes ventanales en forma de arco le dan la bienvenida al jardín trasero, que conduce directamente a la playa. La casa es de color crema como la arena. Hace que el ambiente sea cálido y le de tonos neutros.

Lo que le hace destacar es el bonito césped que rodea la finca, y su gran pérgola de madera, que ocupa una gran cantidad del jardín delantero.

Una pequeña fuente descansa en el centro del jardín, rodeada por flores grandes y blancas, que hacen juego con todas las plantas que decoran los rincones.

Y por último, un gran pino centenario descansa en una esquina de la casa, dando bonitos trozos de sombra al jardín y a la casa.

- Es realmente precioso. Jamás me hubiera imaginado algo tan... Mágico. - respondo emocionada.

Liam me sonríe con ganas, mientras me mira.

- Esta casa pertenece a mi familia. La alquilamos como destino vacacional, es muy complicado encontrar un hueco libre cuando empieza a venir el buen tiempo. - 

- ¿Es de tu familia? ¡Es impresionante! ¿Y por qué te quedas en el hotel si tienes una gran villa para ti solo? Sin duda, es mejor que la pequeña habitación de hotel. -

- Es complicado...Estar aquí sería demasiado para mí. Muchas cosas al mismo tiempo. - aparta mi mirada. Parece que he preguntado algo que le incomoda de verdad.

Decido no preguntarle más por el tema, no sé hasta qué punto esto puede afectarle.

Liam me lleva al interior de la casa, que por supuesto, es igual de perfecta y estilosa.

Miro con detalle cada rincón, cada decoración que hay, prestando atención a la gran playa que tengo justo detrás del ventanal del comedor.

Miro las habitaciones detalladamente, ya que en una de ellas me prepararé y me vestiré de novia. 

- ¿Te gustaría ver la cocina antes de subir las escaleras? - me pregunta.

Noto que Liam está bastante tenso, y que no se siente cómodo en este lugar.

¿Por qué estar en esta casa sería "demasiado" para él? Algo le está atormentando.

- Liam, yo también tengo experiencia en recuerdos dolorosos. ¿Te gustaría compartirme el motivo de tu estrés? - me acerco a él, ya que me encontraba en el pasillo de las habitaciones, mientras que Liam se encontraba en el comedor.

- No creo que eso me ayude. -

- ¿Qué tal los buenos recuerdos? ¿Y los buenos tiempos que pasaste aquí? -

- ¿Qué buenos tiempos? Todos los recuerdos que tengo de este lugar son desagradables. Mis padres peleaban todo el tiempo. Tenía que esconderme en el ático para no escuchar sus gritos. - agacha la cabeza, apenado.

- Dios, Liam. ¡Eso es horrible! Pero eso ya pasó, esos días ya pasaron. - 

Liam mira hacia arriba, y me percato de que está recordando el ático.

- ¿Quieres echarle un vistazo al ático? Yo te puedo acompañar, Liam. Ven... Podemos ir juntos. -

Liam acepta aregañadientes, y los dos subimos las escaleras.

Pronto me encuentro con él, en el ático.

Liam observa el pequeño espacio, y empieza a temblar.

El ático está lleno de muebles viejos, amontonados unos encima de otros, algunos están tapados con sábanas blancas, para poder proteger los muebles más valiosos o de más cariño sentimental.

Aunque en medio del ático, podía ver una pequeña mesa redonda, de madera muy oscura, acompañada de una pequeña silla a juego.

Tenía polvo, pero se podía ver unos cuantos libros infantiles en la mesa, junto a algunos rotuladores y lápices.

No me hace falta preguntar para saber que aquí era donde se refugiaba Liam.

- Lo siento. Es solo que... Todo está tal cual como lo recordaba. Es como si estuviera donde estaba en aquel entonces. -

No se mueve del sitio, y yo lo único que puedo hacer, es reconfortarlo, acariciándole la espalda. 

- Las discusiones entre mis padres se fueros agravando a medida que pasaban los años, cada vez eran más recurrentes, y de mayor envergadura. Yo solía escaparme aquí arriba para no tener que escucharles gritar y tirar cosas. La casa quedaba totalmente destrozada al día siguiente. Pero una noche se les fue de las manos. Empezaron a discutir un día, y la bronca fue tan fuerte que me escondí aquí, y eso acabó convirtiéndose en días, esperando a que se dieran cuenta que había desaparecido y dejaran de gritarse. Ese fue el tiempo que tardó mi padre en venir a buscarme. ¡Dos días! Pasé tanta hambre, y tanto frío. Cuando mi padre apareció, me imaginé que estaría muy preocupado. Pero solo empezó a gritarme por haber desaparecido. - dice mirando a los pequeños libros que descansaban en la mesita redonda.

- Lamento tanto lo que pasó, Liam. Ojalá hubiera reaccionado de forma diferente. -

- Sí. Llegué a pensar que si me quedaba aquí por un buen tiempo, todos se olvidarían de mí. Que se olvidarían de mi existencia, y que nadie me echaría de menos. - 

- Tus amigos jamás se olvidarían de ti. - digo segura.

Liam se ríe, pero es una risa tan vacía, sin sentimiento.

- ¿Quién? ¿Elian? Elian me dejó en esa habitación solo para no meterse en problemas. En aquel entonces nadie me echaba de menos. Y dudo que alguien lo haga ahora. -

- Yo te echaría mucho de menos... -

Liam se vuelve hacia mi. Está abrazándose a sí mismo, con sus brazos.

Probablemente hacía lo mismo cuando era niño, y estaba asustado.

- No creo que esto esté ayudando en nada, Zoe. Mejor vayámonos. -

- Creo que es la única manera de borrar los malos recuerdos es... Crear buenos recuerdos. - 

Alargo mis brazos, y los coloco alrededor de su cintura, acerándolo a mi.

- Ahora estás a salvo. Nadie está peleando. -

Aparto mis brazos de su cuerpo, y sostengo su cara entre ambas manos, con delicadeza.

- Lamento que ese niño pasara tiempo tan asustado y escondido en este lugar solitario. Pero espero que ahora puedas olvidar esos malos recuerdos. Cuando se te venga a la mente este lugar, mejor recuerda esto... -

Sin pensarlo, y en un impulso; voy a hacer algo que llevo tiempo queriendo hacer.

Me pongo de puntillas para poder llegar a sus carnosos labios, mientras él me mira con sus cristalinos ojos azules.

Pongo con cuidado mis labios encima de los suyos. Puedo notar que tiembla débilmente bajo mi piel, pero me sigue el beso. Su pelo castaño roza mi frente, haciéndome cosquillas, mientras sus brazos me abrazan por la cintura.

En pocos segundos, nos separamos.

- ¿Te sientes mejor? - pregunto con cautela.

- Un poco. Creo que me faltaría un poco más. - dice riendo levemente.

Liam se inclina de nuevo, pero esta vez, él me agarra la cara con sus grandes manos.

La calidez de éstas, hacen que me relaje al instante, y me deje llevar.

Esta vez tomo aire antes de que sus labios toquen los míos.

El beso empieza normal, con paciencia, pero poco a poco va aumentando la ansiedad en él, y hace que sus manos rocen mis hombros, mi cintura, hasta llegar a mis caderas, que las aprieta, y haciendo un gesto, hace que esté completamente pegada a su cuerpo.

Al cabo de unos segundos, nos separamos lentamente el uno del otro.

- Entonces... ¡El lugar perfecto! ¡Es un gran descubrimiento! - estoy realmente nerviosa por lo que acaba de pasar.

Liam sonríe, y me hace un gesto con la cabeza para que vayamos al piso de abajo. 

Al abrir los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora