Cap. 46

320 47 45
                                    

De pronto siento que alguien toca mi hombro.

Me doy la vuelta con suavidad, girando antes mi cabeza que mi cuerpo.

Me encuentro a Liam de pie junto a mi, con su brazo extendido.

- Parece que necesitas despejar tu mente. ¿Quieres tomarte un descanso de todo esto? - me sonríe con elegancia.

- Claro. Necesito un respiro. - me agarro de su brazo y nos dirigimos al patio trasero, que da a la playa privada.

Estamos solos en el gran porche que da a la playa. Un montón de lucecitas adornan los pinos que tenemos alrededor, haciendo que el lugar sea íntimo y acogedor.

Veo que se pone las manos en sus pantalones de vestir, que realzan sus piernas musculadas. Me mira sin apartar la mirada. Está muy cerca de mí. 

El aire estaba cargado de tensión. Ambos sabemos que este momento es fugaz y que hay límites que no se deben traspasar.

Estoy comprometida con otro hombre y mañana me casaré, pero no puedo negar la conexión y atracción intensa que existe entre nosotros.

Ya nada tiene sentido. Siento que la cabeza me va a estallar.

Mientras el viento susurraba suavemente entre los árboles, Liam y yo nos miramos a los ojos, el deseo brillando en nuestras miradas. Nuestros corazones laten al unísono, luchando contra la realidad de la situación. Sabemos que este beso que tanto anhelamos podría cambiar nuestras vidas para siempre.

Liam interrumpe mis pensamientos, dándome un beso.

Me dejo llevar por el momento, y se lo devuelvo.

El beso es tierno y apasionado. Un encuentro de almas desgarradas por la realidad. Duró unos instantes eternos, hasta que nos separamos lentamente, sin dejar de mirarnos.

¿Por qué se siente tan bien?

Mi cerebro me alcanza en ese momento, y me tambaleo hacia atrás, en estado de shock.

- ¡Me voy a casar mañana, Liam! ¡Con Elian! - me tapo la boca, como si tuviera un sello permanente de los labios de Liam.

- No puedo dejar de pensar en ti, constantemente. ¿A caso tú no estás pensando en mí también? - pone cara de pena mientras empieza a moverse, nervioso.

- Liam... Me voy a casar mañana... -

- Zoe, escúchame. Elian no te ama. De hecho, ni siquiera le importas... -

- Detente, Liam... - no le dejo terminar.

- Él no te hace feliz, ¿verdad? Pero yo sí que lo haré. Podría. Si me das una oportunidad. Estoy enamorado de ti. Me gustaste desde que nos conocimos en el avión. Lo único que sé es que... No puedo dejar que te cases con Elian, no sin antes decirte lo que siento. Me gustas, Zoe... - sus ojos se ponen llorosos. 

- No me hagas esto, Liam. No antes del día de mi boda. Ya estoy muy estresada por todo, y ahora... Esto... - no me deja terminar.

- Estás tan estresada porque te piensas casar con el hombre equivocado. -

- Liam... -

- Me quedaré callado si me dices con sinceridad que no sientes lo mismo por mí. Dime que no piensas en mí como yo pienso en ti. -

Lo miro a los ojos, con grandes lágrimas cayendo de mis ojos.

Con un movimiento suave de cabeza, asiento.

Claro que siento cosas por Liam. Me he enamorado de él.

No sé cuando pasó, ni porqué.

Solo sé que ojalá me casara con Liam y no con Elian.

Pero el destino está escrito, y esto es lo que debía pasar. 

- Te quiero Liam... - digo en con un hilo de voz.

Me vuelvo hacia la fiesta, a toda velocidad, mientras me seco las lágrimas de los ojos.

- ¡Zoe! - grita Liam detrás de mí.

Decido no mirar para atrás. Solo me doy prisa para volver con los invitados que no conozco.

Al entrar, me encuentro a Elian de cara, con su gran sonrisa.

- ¡Ahí estás, nena! Hay alguien que quiero que conozcas. -

- ¿No puede esperar? Necesito un momento contigo, a solas. - tengo la mirada devastada.

Elian se despide del hombre que tenía al lado, y me acompaña a mi habitación. 

Al entrar en la habitación, cierro la puerta detrás de mí.

- ¿A qué se debe esto, Zoe? - se gira para mirar la puerta cerrada.

- ¿Tú me amas? - pregunto en seco.

- ¿Qué? ¿Por qué te pusiste tan sentimental de repente? - frunce el ceño.

- ¿Sí o no? Quiero una respuesta. -

Elian murmura, pero no me da una respuesta clara.

- ¿Ni siquiera me puedes dar una respuesta directa? ¿Sabes qué? Olvídalo. Pero hay algo que debes saber. - hago una pausa. - Recibí una oferta de trabajo. -

- ¿Qué? - pregunta confundido.

- Me ofrecieron un cargo como consultora para una marca de ropa internacional. Y creo que lo voy a aceptar. - 

- Pero tendrás que trabajar fuera de aquí, ¿verdad? - cruza los brazos, leyendo mi pensamiento.

- Quiere una consultora en Norteamérica. En Nueva York. -

- ¿Eres tan estúpida como para dejarme a mí y a una vida de lujo, solo para volver a eso? - lo dice con alteración en su voz.

- ¿Cómo acabas de llamarme? ¡Dilo otra vez, te reto! ¡Llámame estúpida otra vez! - alzo la voz, mientras me acerco a Elian desafiante.

- ¿Es en serio? ¿Qué te pasa? -

- Elian, parece que estás haciendo todo lo posible para convencerme de que vuelva a Nueva York. -

- Estás actuando como una niña malcriada, Zoe. -

- Te encanta tu trabajo, ¿verdad? ¿No puedes entender que a mí también me gusta el mío? No quiero ser solo tu esposa. ¡Yo también quiero una carrera! - le grito. 

- Entonces te pondré las cosas más fáciles. O te quedas con tu trabajo, o te quedas conmigo. ¡Así de sencillo! - me grita de vuelta.

Las palabras de Elian me hacen temblar de la rabia.

Me acerco a la puerta y me voy, dejándolo solo en la habitación.

Regreso al salón principal, mientras él me sigue.

No cuento con los invitados que me ven, y empiezan a aplaudir y vitorear.

- ¡Ya me estaba preguntando dónde estabas! ¡Acabamos de sacar el pastel! - me dice Camila que aparece elegantemente vestida y maquillada.

- ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! - gritan todos los invitados mientras nos miran y alzan sus copas de champán.

Elian me mira. Parece que no tengo muchas opciones. 

Me acerco y le doy un beso rápido en la mejilla.

- Después de lo que me dijiste, ni siquiera te mereces esto. - le susurro en el oído.

Parece más una amenaza que una protesta.

- ¡Qué bonito! ¡Hora de cortar el pastel. - grita Camila emocionada.

En el centro del salón, se encontraba una hermosa mesa adornada con flores blancas y una exquisita tarta de varios pisos, cubierta con una delicada capa de glaseado blanco.

Por el rabillo del ojo, noto que Elian sale corriendo por el pasillo, hacia el exterior de la villa.

Me ha dejado sola en este momento.

Deslicé lentamente el cuchillo a través del suave glaseado. El sonido del corte fue apenas perceptible en medio del ambiente festivo. La multitud aplaudió y vitoreó.

 

Al abrir los ojosWhere stories live. Discover now