12- Pripiat

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La madrugada era especialmente fría ese día viernes e Isis se encontraba sentada fuera del monasterio, en el enorme patio.
El rocío del césped le mojaba las palmas de sus manos, tenía mucho frío pero no quería entrar.

Otra de sus pesadillas habituales había logrado quitarle el sueño esa noche, Martin quien había estado a su lado durmiendo, se lo veía muy cansado, ya que ese día había impartido una sus clases, el estado eufórico en el que se encontraba esa mañana, explicando cómo se iba a llevar a cabo la comunicación dentro del banco de España era muy lindo de admirar, como le ponía pasión a lo que hacía, a cada detalle para que todo salga bien, e Isis había estado escuchándolo con atención, totalmente enamorada.
Así que esa noche Martin dormía profundo y ella no quería despertarlo.

Y esa era su excusa para estar sola, sentada en la penumbra.

Otra vez habia soñado con la embarazada de cabello rojizo, otra vez las paredes a su alrededor eran de un plástico grueso, otra vez el pequeño lugar en donde estaba se empezaba a inundar dejándola sin aire en sus pulmones, otra vez el agua helada se metía en su interior, otra vez no podía respirar y todo lentamente se volvía negro.

Esa noche había despertado con la sensación de claustrofobia, se sentía atrapada en las cuatro paredes de la habitación así que no tuvo más opcion que salir afuera, dónde podía asegurarse de que el espacio que la rodeaba está amplio, el aire corría y escuchaba las hojas de los árboles moverse con la brisa.
A lo lejos escucho el llanto de un bebé, por lo que supo que el bebé de Denver y Estocolmo había despertado aunque rápidamente fue calmado por uno de sus padres.

La castaña abrazo nuevamente sus piernas cuando una brisa helada la atacó, Martin iba a matarla cuando se enterara de que estaba afuera sin un abrigo, se rió levemente secándose alguna de las pequeñas lágrimas que caían en sus mejillas.
La verdad es que simplemente se había sentado ahí sola y las lágrimas había fluido sin sentido, si bien tenía miedo, no era como otras veces en las que el miedo la paralizaba por completo.
Ahora se sentía bien llorando un poco, era su modo de lidiar con las sensaciones que tenía constantemente.

- Veo que no tienes sueño. - Isis chillo asustada al oír la voz gruesa se Denver a sus espaldas.

- Joder... Me asustaste. - se llevó las manos al pecho, justo donde su corazón estaba latiendo con fuerza.

- Lo siento... No era mi intención. - el río levemente al recordar la primera vez que hablaron, fue exactamente igual.

- Está bien. - Isis lo miro fijamente por tan solo unos segundos, para después bajar la vista nuevamente.

- Puedo...? - el castaño señalo el sitio al lado de ella e Isis supo que se venía una charla de la cual probablemente no estaba preparada.

- Eh... Si. - Isis palmeo el césped a su lado. - Siéntate. -

- Como estás? - Denver se sentó a su lado un tanto incómodo, toda esta situación los estaba superando a los dos.

- Bien... Solo no podía dormir...-

- Lo mismo... El niño... Se despertó...- Denver suspiró llevándose las manos al rostro.

- El es muy bonito. - el castaño sonrió de lado como todo padre orgullo.

- Cincinnati... Así se llama. -

- De verdad?- Isis lo miro asombrada, poco a poco ambos entraban en calor y se animaban a hablar con un poquito más de soltura. - Es un nombre muy bonito denver.-

- Si... Por la familia... Todos tenemos nombre de cuidad... Me pareció buena idea que el también lo tenga.-

Isis sonrió enternecida con el castaño. A su vista Denver había madurado mucho a comparación de años atrás.

SEMPITERNO |Palermo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora