39-Defensa de Stalingrado

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-No puede ser- Pripiat se llevó las manos tapando su boca con asombro, en un abrir y cerrar de ojos Arturo estaba muerto y la causante de acabar con todo este lío había sido su ex amante.

Mónica empezó a reanimarlo de forma desesperada mientras todos la miraban sin saber que hacer, Denver y su prima Manila eran los únicos que ayudaban a la rubia.
La castaña se acercó de a poco a Martin mientras observaban todo sin saber muy bien que estaba pasando, si Arturo les había jodido tanto...¿Porque ahora estaban tratando de salvarle la vida?

-¡Necesito ayuda! Las palas, botiquín ¡Hay que tapar la herida!-

-No tiene pulso- le habló Denver en un intento de hacerla entrar en razón.

-¡Ustedes de rodillas hijos de puta!- Martin le apuntó con el arma a dos de los rehenes que habían sido cómplice de las locuras de Arturo.

Manila corrió hacia el polvorín en búsqueda de uno de los tantos botiquínes que tenían preparados mientras Estocolmo lloraba intentando reanimar al que había sido su pareja.

-Aguanta por favor- suplicó

-Dame las tijeras- cortaron la ropa y vieron la herida en el pecho de Arturo.

-Cojed las palas- los tres se prepararon.

-3, 4...-

-Están cargadas-

-Apartad- y dieron la primera descarga al cuerpo sin vida de Arturo, Martin tuvo que intervenir siendo el único que pensaba con sensatez.

-Están friendo a un muerto por favor déjenlo- la rubia no lo escuchó por lo que volvió a llamar su atención. -Estocolmo-

-Prepara epinefrina ya- la rubia le pidió a Denver.

-Lo tengo- habló el chico y cuando estuvo listo clavó la jeringa inyectando el medicamento.

-Lo ejecutaste, asumilo- volvió a insistir el argentino.

Tokio al ver cómo la rubia lloraba intervino ayudándola

-¡Pero que cojones estamos haciendo!- murmuró Río. -¡Nos va arrazar el ejército!-

-Apartad- Estocolmo le dió otra descarga con el desfibrilador y por fin la máquina emitió un pitido. -Tiene pulso- susurró esperanzada.

-Tiene una bala en el corazón,no va a sobrevivir- se metió Palermo en un intento de matar las esperanzas.

-Hay que llevarlo a un hospital Palermo, hay que sacarlo de aquí ya-

-Estaba muerto hace un minuto- murmuró la castaña apoyando a su pareja.

-Y va a estarlo cuando dejen de meterle aire en los pulmones entendés o no entendés?-

-Si lo sacamos nos convertimos en unos asesinos- Tokio habló. -Van a entrar a saco, van a matar a los rehenes... y a nosotros-

-No podemos dejarlo morir- la rubia habló desesperada. -No podemos dejarlo morir así-

-Escúchame una cosa, este hijo de re mil putas, loco, desquiciado de mierda se lo buscó, le pegaste dos tiros, estuviste bien, ahora te da culpa...- el argentino se acercó lentamente a la rubia por lo que Isis le agarró la mano en un intento de frenarlo. -Vos querés lavarte la culpa tirandonos un balde de mierda encima a todos nosotros y no es así. Quédate con la conciencia tranquila yo ya la tengo muy sucia, lo ejecutó yo-

-No, no, no- Mónica lloró desesperada cuando Martin caminó hacia el cuerpo de Arturo.

-¡Déjame que le pegó un tiro!- Isis intentaba detenerlo tirando de su mono por la espalda.

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