16- Osito gruñón

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Los pasillos del monasterio estaban rodeados de un silencio casi tétrico, Isis camino más rápido sintiendo pasos detrás de ella...aunque ya sabía de quién se trataba.
La castaña había decidido ignorar completamente a Martin, había aplicado la ley del hielo, por lo que ni siquiera le dirigía la palabra. Ella estaba algo molesta con el hecho de que Martin simplemente andara como si nada, pero lo que más le molestaba era las miraditas que el serbio le dedicaba al argentino. Eso la tenía de muy mal humor. Así que acelerando un poco más su paso se metió a la primera habitación que encontró aunque la suerte definitivamente no estaba de su lado porque al prender la luz se dió cuenta de la ropa de Martin en la cama.
El argentino entró tras ella a su propia habitación, la habitación de ambos en realidad porque a pesar del enojo ella se negaba a dormir lejos de el.
Martin la miró divertido y agarrando su brazo intentó atraerla a su cuerpo, rápido la castaña se removió tratando de liberarse de sus manos, forcejeando inútilmente cuando Martin logro su cometido acorralandola entre su cuerpo y la pared.

-¿Me vas a decir porque me estás ignorando?- susurró Martin, atrayendola más a su cuerpo aunque solo recibió silencio a modo de respuesta. -¿Todavía seguís enojada?-

Isis se rió incrédula, sin creer que el argentino no sepa el motivo de su enojo, o se estaba haciendo el tonto o realmente era un despistado.
Intentó irse nuevamente pero Martin la acorraló nuevamente contra la pared y su cuerpo, demasiado cerca ambos, ella negó con la cabeza, sintiendo, con dicho movimiento, como su nariz rozaba levemente con la del castaño.

-¿Yo?...¿Enojada?- Isis murmuró, abriendo los labios poco a poco haciendo un ademán de querer besar sus labios. Martin se acercó más con la clara intensión de hacer lo mismo que ella pero rápidamente Isis se separó, quedando nuevamente a la misma distancia en la que estaba en un principio, dejando a Martin con las ganas. -No estoy enojada...estoy malditamente furiosa-

-¿Por eso que estás toda como un osito gruñón?-el argentino murmuró para hacerla enojar más.

-Martin!- Isis le pegó en el pecho, enojada por el simple hecho de que no la estaba tomando enserio, y el argentino no tuvo mejor idea que reírse a carcajadas. -Vete a la mierda -

-Sh sh sh- el argentino poso un dedo sobre sus labios haciendo que ella guarde silencio. -Con esa carita de angel no podés andar insultando bebé-

Martin entrecerró los ojos y finalmente termino con la poca distancia que había entre ellos, besándola con movimientos casi prohibidos, lentos y sensuales. Cómo si alguien en cualquier momento fuera a ingresar por la puerta y descubrirlos, como si alguien fuera a separarlos para siempre.
Isis llevo sus manos suaves a las mejillas del argentino, dejando caricias tiernas mientras que las manos de Martin fueron directamente hacía la piel de su estómago acariciando con suavidad, haciendo un gran contraste con la velocidad y necesidad de sus besos.

-¿Porque?- aprovechó a murmurar con la voz ronca una vez que se separó solo un segundo de sus labios para dirigirse a su cuello. -¿Porque estás tan enojada?-

Isis agarró el pelo castaño corto de Martin entre sus dedos, entre abriendo la boca cuando el cogió una de sus piernas para meterse entre ellas y hacer así que estuvieran lo más cerca posible.

-Porque te acostaste con Helsinky y haces como si nada...como si realmente no me molestará- comenzó a explicar sintiendo como los dedos del argentino empezaban a viajar entre las piernas de la castaña.

Martin se rió descaradamente y dejó un suave beso en sus labios rosados antes de continuar su camino de besos hacia abajo. Entonces se arrodilló frente a ella, quedando a la altura de sus bragas, que solo los separaba la fina tela del vestido floreado que llevaba puesto.
Martin tragó saliva y la miró desde abajo con esos ojos azules intensos.

SEMPITERNO |Palermo|Where stories live. Discover now