𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐: 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏

5.3K 541 284
                                    

Olivia no tenía un despacho como su hermana Dafne, sino que le agendaron un cubículo idéntico al mío. Llegó con una agenda de cuero rosa, una pluma estilográfica negra, tres teléfonos y un Mac que desbancó al ordenador de la empresa.

Se desenvolvía por la oficina como toda la oficina fuese su despacho. Si le faltaba un lápiz alargaba la mano y se lo robaba a Charles, el compañero del cubículo colindante, que parecía sufrir un ataque de nervios cada vez que Olivia le quitaba el lápiz y tardaba más de tres minutos en devolvérselo.

Dafne también parecía estar preocupada con su presencia en la oficina. No paraba de mirarla desde el escritorio de su despacho, y cuanto más la miraba Dafne, Olivia más se pavoneaba entre esas cuatro paredes de las que Dafne había sido dueña durante un año.

—Hola, soy Olivia, seguro que me recuerdas —dijo con sarna, enredando su mano en el pelo para airearlo hacia un lado—. ¿Tienes post-its por aquí? —Olivia se acercó a mi cubículo, permaneciendo de pie a mi lado con una mano en la cintura, amoldándose a la figura de la falda de su traje.

—Depende. —Me recliné en mi silla, jugando con el lápiz digital entre las manos.

—¿De qué? —El pelo que tenía inclinado hacia un lado, creando un tupé ondulado, fue cayéndose al ladear la cabeza.

—Tú me das algo y yo te doy algo. No soy como el pamplinas de Charles al que puedes manejar, querida. Solo me queda un taco con diez post-its. —Alcé los hombros con una sonrisa infantil y pícara, meciéndome en la silla—. También puedes pedírselo a tu hermana, seguro que te los deja.

—¿Qué quieres?

—Tráeme un café de avellanas y un sándwich de atún.

—Ni de coña. Tú a mí no me dices qué hacer. —Alzó los hombros y negó con vehemencia.

—Pues pídeselo a Dafne, seguro que en el cajón de su escritorio tiene.

Con un gruñido y mordiéndose la cara interior de las mejillas, Olivia se dio la vuelta encaminando la sala de descanso, haciéndome esbozar una sonrisa victoriosa que se truncó cuando mi mirada se cruzó con la de Dafne, que venía hacia mí.

—¿De qué conoces a mi hermana? —Parecía decepcionada, con los hombros caídos y un pequeño puchero en el rostro.

No, Dafne no podía hacerme eso. No podía usar los ojos verdes vidriosos ni la dulzura que me encogía el corazón para chantajearme emocionalmente sin siquiera intentarlo.

—Me la encontré el viernes en la fiesta de empresa. Parece simpática. —Alcé los hombros, intentando quitarle importancia—. No me contaste que tenías una hermana.

—Porque no quiero tenerla. No es simpática, es borde y cruel. Cuando le conté que iba a casarme con Brad dijo que me estaba casando, y cito textualmente: "con una marioneta que tiene la mano de su jefe metida por el culo". —Tuve que apretar los labios y disimular para no reírme a carcajadas. Wow. Creo que la vena de la frente iba a estallarme.

—Eso está fatal, fatal... —Negué con la cabeza, cerrando los ojos para darle aún más dramatismo.

El sonido de los tacones de Olivia nos sorprendió y Dafne irguió la espalda al verla poner el sándwich de atún y el café en mi escritorio.

—¿Ahora eres amiga de Wilson? —Dafne apoyó las manos en sus caderas, quedando con los brazos en jarra frente a su hermana. Era como ver a Jekyll y a Mr. Hyde frente a frente delante de mí.

—No, pero si tanto te molesta puedo serlo. ¿Quieres ser mi amiga? —Me preguntó Olivia, bajando la mirada hacia mí con un punto de arrogancia.

—No la metas en esto —espetó Dafne, provocando que Olivia la mirase de nuevo—. Déjala en paz, por favor.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora