𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟕: 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐

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Noah volvió a traerme el desayuno. Esta vez solo era un café de máquina y unas galletas de paquete, pero me servía.

A esa hora Noah todavía no había empezado a sudar por la falta de frío del aire acondicionado de la empresa, aunque para mi gusto estaba bien, ella insistía en que tenía un problema con el calor. En verano solo descansaba cuando la combinación de aire acondicionado y ventilador a máxima potencia conseguían que dejase de sudar, pero en su apartamento no tenía ninguna de las dos cosas.

Una vez, balanceándonos de pie mientras nos besábamos bajo la lámpara de vidrio verde de su habitación, agarré el pelo de su nuca en un momento de desesperación, pero ella no tardó en apartarse.

—¿Quieres que vaya a ducharme? —murmuró con la respiración agitada.

—¿Por qué? ¿Qué te pasa? —Me separé, mirándole la cara con preocupación.

—Estoy sudando. —Gruñí, rodé los ojos y volví a besarla de la misma forma ávida y hambrienta en la que lo estaba haciendo antes.

Ahora estaba sentada en mi escritorio, bebiendo café mientras miraba a mi hermana en su despacho. No lo hacía con una cara de agrado, pero la miraba. No quise preguntar por qué la miraba, pero el hecho de que lo hiciese me molestaba.

—Las nueve de la mañana y ya hay gente en su despacho. Mira, es tu padre. —Señaló el despacho con la mano en la que llevaba el café—. Tu hermana parece enfadada.

Eso sí que me extraño. Tuve que darme la vuelta para cerciorarme de que lo que decía era cierto, y lo era. ¿Mi padre y Dafne peleándose delante de la oficina? Eso era digno de ver. Me giré en la silla y bebí del café mientras observaba el espectáculo insólito que se estaba dando.

Mi hermana le gritó algo a mi padre, que agachó la cabeza intentando contenerse. También había una chica al lado de mi padre que los miraba con cara desconcertada y llevaba una carpeta en la mano.

—¿Qué coño está pasando? —Noah me miró en busca de una respuesta.

—No tengo ni idea. —Saqué una galletita del paquete y la partí con mis labios—. Por primera vez en la vida no creo que tenga que ver conmigo.

Mi padre salió del despacho con paso firme, pasando delante de nosotras sin mirarnos a la cara. La barriga le sobresalía y se asomaba por encima del cinturón, los tirantes parecían estar en su último intento de sujetarse a los pantalones y el pelo parecía ser el lametón de una vaca. Era la imagen de un ser repugnante, pero ninguna de nosotras se fijó en él, sino en la mujer que salía del despacho con Dafne. Ella se quedó dentro maldiciendo en arameo.

—Chicos. —Mi padre dio una palmada e hizo que todos nos girásemos y centrásemos la atención en él. Esperó a que la mujer llegase hasta él para empezar a hablar—. Esta es Catalania Brandford, gerente del Entrada At Snow Canyon Resort. Es un resort para grupos de trabajo en los que ayudan a grandes empresas a mejorar su rendimiento y relación entre trabajadores. Iremos este fin de semana, del viernes al domingo, la asistencia es absolutamente obligatoria. —Noah y yo nos miramos como si nos hubiesen pegado un tiro en el pecho—. Le tenemos que dar las gracias a Catalina por inaugurar el resort con nosotros. Estamos muy...

Mi padre comenzó a hablar un montón de gilipolleces sobre lo buena empresa que somos y Noah se agachó hasta mi oído.

—¿Me estás diciendo que tengo que aguantar a estos subnormales durante tres días? —La miré pensando en lo crudo que lo tenía yo teniendo que soportar a mi hermana durante tres días.

—Y, además, iremos todos en autobús.

*

Noah tenía la cabeza enorme. Me dolía el hombro de tenerla apoyada en mí, pero era mucho mejor eso a compartir asiento con Dafne. Ella se sentó en la parte delantera sin nadie a su lado. Había decidido no tener más compañero que la gerente que venía con nosotros, Catalina. Nosotras, en cambio, habíamos tenido la suerte de poder ir en las últimas filas, cuanto más lejos de ella, mucho mejor.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora