𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟔𝟏: 𝟓 𝒅𝒆 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆

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—¿¡Y te lo ha pedido así sin más en un jacuzzi!? Dios, no me lo puedo creer. —Grace se ponía las manos de la cabeza a través de la pantalla del móvil, negando—. Madre mía, el anillo es precioso. Además, el oro blanco y la esmeralda destacan mucho con tu piel. ¿Y el hotel? ¿Qué tal?

—Perfecto —respondí, quitándome los pendientes mientras miraba a Grace—. Es precioso. La habitación es enorme, tiene chimenea y jacuzzi. —Dejé los pendientes en su cajita, junto a mi neceser—. Acabamos de cenar y, bueno, todo genial.

Hice ademán de coger el paquete de toallitas desmaquillantes, pero el cuerpo de Noah se pegó contra mí desde atrás y apoyó sus manos en el borde del lavabo, escondiendo su cara en el hueco de mi cuello. Dejó un beso en mi mandíbula y miró a Grace con una sonrisa sibilina.

Ah, no, no. Me voy porque ya sé lo que vais a hacer y no quiero estar presente. Mañana te llamo.

Ciao, Grace. —Se despidió Noah, dejándome un mordisco suave en la curva de mi cuello cuando la llamada se cortó—. ¿Qué te apetece hacer? ¿Vemos una peli?

—No —hice un puchero, girando sobre mis talones para quedar frente a ella.

Mis dedos se engancharon en el cinturón de su pantalón de pinza negro, metiendo una de mis manos dentro de su pantalón para acariciar su clítoris por encima de sus bóxers mientras me besaba contra el lavabo. Mi lengua se curvaba alrededor de la suya a la vez que mis dedos se apretaban sobre su nuca en un acto de desesperación.

Me separé de sus labios observando el hilo de saliva que pendía entre las dos. Clavé mis rodillas en el suelo, tirando del cinturón con fuerza para quitarlo de sus caderas y poder dejar que el pantalón bajase hasta la mitad de sus muslos.

Me sentí diminuta delante de ella, sintiendo cómo su mano me acariciaba la mejilla y su pulgar se deslizaba por mi piel hasta llegar a mis labios, acariciándolo con la yema de su dedo. Separó lentamente mi labio inferior, soltándolo para que rebotase suavemente. Cada caricia me decía 'buena chica' al oído y susurrando, hasta que saqué la lengua para lamer su dedo lentamente, sintiendo cómo su dedo se hundía en mi boca con cuidado para que cerrase los labios sobre él y la mirase con ojos cándidos desde el suelo.

Puso su mano bajo mi barbilla y me acercó a su clítoris sin querer esperar a que yo me lanzase.

—Eso es —masculló con la voz desgarrada, acariciándome la mejilla en cuanto mis labios rodearon su centro.

Lo dijo con tal condescendencia que parecía que era mi primera vez haciendo eso, que jamás había estado de rodillas delante de nadie y eso, por muy tonto que pareciese, a mí me gustaba. Me gustaba que me guiase, que me acariciase, que me tratase con la ternura que nunca había tenido.

—No pares —jadeó, con los ojos cerrados, la cabeza mirando al techo, la camisa negra medio abierta y toda su envergadura de pie ante mí.

Hice lo que me pidió y no paré, agarrándome a la parte trasera de sus muslos para sostenerme, aunque Noah me agarraba la cabeza para que ni se me ocurriese separarme.

—Para, para, para —dijo un minuto después, separándome de ella con una risa que la hizo reír a ella también.

—¿Eso es todo lo que aguantas? ¿Dos minutos? —Me puse de pie delante de ella, que aún mantenía los ojos cerrados intentando controlar su respiración.

—Dos minutos es una eternidad —se quejó, cerrándose la cremallera del pantalón.

Se inclinó sobre mí y su boca volvió a buscar la mía, colando su lengua con una ansiedad de encontrar la mía, metiendo las manos abiertas bajo mi vestido para agarrar mis muslos como si fuesen garras ávidas de carne. Separó una de sus manos y dejó ir una fuerte palmada en una de mis nalgas. Apreté los ojos y las uñas sobre su nuca cuando el escozor me recorrió la piel, teniendo por seguro que me había dejado marcada la amplitud de su palma.

let me be her (completa)Where stories live. Discover now