𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒𝟒: 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒂𝒚𝒖𝒏𝒐

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Volvimos a dormir dos horas más. Me había dejado absolutamente seca. Olivia volvía a dormir enredada en las sábanas y cayó en el sueño de nuevo como si fuesen las tres de la mañana.

No pude evitar pensar en que esa persona que ahora dormía a mi lado en un colchón mullido, rodeada de sábanas limpias y suaves, con el pelo brillante y desprendiendo un olor dulce a frutos rojos, estuvo encerrada bajo las condiciones más lúgubres en las que una persona podía vivir.

Me acordé de esa Olivia que no sabía si iba a vivir, de la que apenas dormía, de la que apenas comía, de la que tenía moratones en sus piernas, de la que lloraba contra la almohada del dolor que sentía cuando el mejor amigo de su padre la violaba. Todas esas Olivias eran esa misma que dormía a mi lado.

Hice el desayuno lo mejor que pude. Unos crêpes, fresas, crema de cacao, mermelada de frambuesas, queso y jamón dulce con café con leche que dejé en la mesa del salón.

—Liv —susurré, inclinándome sobre ella para darle un beso en la mejilla, pero ella arrugó la nariz—. Liv, el desayuno.

Opté por alejarme, quedando de pie en mi lado de la cama, observando cómo sus ojos se abrían poco a poco, brillando sus pestañas al trasluz del sol. Hizo una mueca y estiró los brazos como un recién nacido después de tres horas de siesta, retorciéndose en el colchón con la camiseta de tirantes del pijama arrastrándose por su piel hasta crear pliegues que levantaban la tela y dejaban ver su ombligo hundido en la carne apretada de su vientre.

—He hecho el desayuno. No sabía si te parecería demasiado romántico eso de traerlo a la cama y que te agobiases, así que está en la cocina.

Olivia suspiró con una sonrisa y los ojos cerrados, girándose hacia mí en la cama con su brazo estirado sobre el colchón.

—Crêpes —añadí, alzando los hombros.

—No puedes hacer eso —susurró, poniéndose las manos en la cara con un gruñido, negando.

—Oh. —Di un respingo, separándome de la cama—. Pensé que te gustaría, había cosas en la nevera...

—¡No! No... —Olivia se puso de rodillas en la cama, caminando hasta el borde del colchón donde yo estaba—. No puedes hacer eso porque estás viviendo conmigo hasta que encuentres un apartamento. ¿Qué hago cuando me despierte sola? —Rodeó mi cuello con sus brazos, apoyando los codos en mis hombros. Mirando el verde de sus ojos y el grosor suculento de sus labios pensé en la mala idea que era separarme de ella—. Y, sí, la próxima vez puedes traerlo a la cama.

—Estoy buscando apartamento porque igual la cosa va demasiado rápido... —Ella arrugó la nariz, desviando la mirada.

—¿Tan malo sería si viviésemos juntas? —Murmuró, dejándome un besito tierno en los labios—. Mi vestidor podría ser tu despacho.

—¿Y dónde metemos toda tu ropa? —Acaricié sus muslos por detrás, devolviéndole el beso—. Deberíamos buscar un nuevo apartamento. Uno que tenga jacuzzi... —Olivia echó la cabeza hacia atrás al reírse.

—Y un sofá más cómodo —añadió.

—¿Podemos ir a desayunar ya? Me voy a morir de hambre...

—Ay, qué poco romántica eres. Estaba a punto de darte un beso —bufó.

Olivia bajó de la cama, dando la vuelta a esta para coger el móvil que reposaba en su mesita.

—Hemos estado follando durante una hora y media, me has hecho cambiar las sábanas para seguir durmiendo y te he hecho el desayuno y me dices que soy poco romántica. —Sin quererlo me quedé embobada observando el contorno de sus pechos arropado por la tela rosa, marcando esa pequeña protuberancia de sus pezones y todo lo que le estaba diciendo se me fue de la cabeza.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora