Divina Obsesión (+18) Completa

Extra 2: Alina

Extra: Alina

No sé cuánto tiempo he estado encerrada en este lugar, pero nunca había agradecido tanto estar durmiendo sobre una cama y que me permitiera comer algo más que las sobras.

Mi atacante no se había aparecido por aquí desde hace más de una semana. La comida me llegaba cada vez que estaba durmiendo y tenía que rendirlo para todo el día, así que había adelgazado bastante, tanto que por primera vez, sentía mis costillas cuando me tocaba para confirmar que los golpes estaban sanando y si, estaban sanando.

No me dolía cuando me movía, y aunque no me podía ver en el espejo, sabía que los hematomas ya se estaban borrando por completo. No sé que tenía planeado, pero vivía en un constante psicoterror sobre lo que podía pasarme cada cinco minutos. Cada vez que sonaba la madera del piso de arriba. Cada vez que las ratas corrían a mi alrededor. Cada vez que escuchaba el viento chocar contra la ventana cerrada. Cada vez que sentía el sueño gobernar mi cuerpo.

Esa era mi vida ahora.

Despertar, llorar, comer, llorar, suplicar, orar, dormir. Despertar, llorar, comer, llorar, suplicar, dormir.

Solo eso, porque había dejado de intentar escapar. La esperanza había muerto hace días, ya ni siquiera sé hace cuánto, porque el tiempo aquí es tan confuso que hay días que siento que han pasado meses desde la última vez que ví el sol, y otros, siento que me han tenido aquí solo días, pero que mi miedo me ha jugado una mano malévola para que mi mente crea falsas verdades.

La última última vez que mi atacante vino personalmente, pensé que tendría una oportunidad, porque después de todo había hecho un trato para conseguirle información sobre mi hermano, ya que después de todo, mi hermana menor estaba en juego y lamentablemente tenía que escoger entre uno de los dos, y la prefería a ella, sobre todas las cosas.

Me dolía, si. Me quemaba el alma saber que tenía que entregar a mi hermano menor para que mi hermanita lograra vivir sin cadenas lastimando sus pequeñas manos, pero nadie podía culparme, porque entre esas dos personas había una gran diferencia, y es que mientras que a Adam, solo le conozco el nombre, a Vero la conozco desde que nació prematura. Yo la cargue en mis brazos, la alimente, le enseñe a manejar bicicleta y hasta a usar un sostén. No puedo perderla...

Pero, ya lo hice. Ya perdí a mi hermana, porque algo me dice que no saldre de este lugar con vida. He visto el rostro de mi atacante, sé quién es y la única forma de que el se muestre ante mi de esa manera es que tiene toda la certeza del mundo sobre lo que va a hacer con mi vida, y es acabar con ella.

Respiro profundo y veo la poca comida que me queda. No sé qué hora es, pero no tengo hambre. Mi estómago se redujo de alguna forma y ahora me lleno con lo más mínimo, para mí beneficio; sin embargo, he notado la debilidad de mi cuerpo. Siento que si se me da la oportunidad de correr, no podré recorrer una distancia muy grande sin desfallecer.

Un sonido se produce cerca de las escaleras y siento como mi corazón se acelera a tal punto que busco esconderme todavía más en la oscuridad.

La suave luz ilumina ciertas partes del sótano, solo para que sea capaz de saber que es lo que como o donde debo hacer mis necesidades, que es un hueco pequeño que saca lo que haga instantáneamente. Lo único bueno de eso es que no debo arrastrarme sobre mis residuos.

Otro sonido me hace alzar la cabeza para ver cómo una línea luminosa se extiende por las escaleras. El miedo recorre mi cuerpo y con el corazón en la boca me acuesto sobre el suelo frío y cierro mis ojos. No sé si hacerme la dormida vaya ayudar en algo, pero después de no saber de mi atacante por varios días, prefiero hace esto.

-Alinita, Alinita. Adivina qué tengo para tí.- muerdo mi labio interior con fuerza hasta que saboreo la sangre, todo eso mientras escucho el escalofriante sonido de la madera crugir.- Tengo un pequeño regalo que te va a gustar y que dará el pase perfecto para que veas la luz del sol.- su voz gruesa hace que un escalofrío suba por mi espina dorsal.