23: Amargo corazón.

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Eunji:

— Tu abuelo lo llamó a Daegu. —me habla abuelita mientras tendía mi cama al día siguiente.

No pude ni siquiera acompañarlos a la cena de esa noche porque me invadía mucho odio y miedo al verlo sentado como si nada.

— Es un cínico. —le respondo.

Abuelita solamente tocó mi hombro y me dio dos palmadas en son de consuelo.

— Tu abuelo le puso las cosas en claro, le dijo que se mejorara para bien o les quitábamos a ustedes y de paso llamarían a las autoridades. Estuvo en Daegu en su recuperación.

Me reí con sorna. Estaba resentida, y mucho: —¿Recuperación? ¿Realmente dejan que los engañe de esa manera? Ese maldito sujeto no tiene ni el perdón de Dios.

Mi amargo corazón hablaba. No podía caber el amor cuando el odio había endurecido cada parte de mi alma.

Abuelita solamente me abrazó y me dijo que no podía renegar así de la vida, que debía entender.

Yo debía entender a todos. Pero, ¿quién me entendía a mí?

Tampoco desayuné.

Mamá me había dado un dólar perfectamente planchado que había sacado de un cajón.

— Toma, tu padre…

— No quiero nada. —le interrumpí antes de siquiera pensar en recibir el dinero en mis manos.

No me despedí, no fui amable con nadie ahí.

Me dolía serlo con mamá. Pero ella era la primera el darnos el puñal por la espalda a todos al recibir con una sonrisa y los brazos abiertos a su marido.

Tomé el autobus como de costumbre. Ésta vez muchísimo más temprano de lo usual.

Nadie, ni Jimin estaban ahí.

Me senté algo aburrida, apenas éramos cuatro gatos en rumbo.

Esa maldita sonrisa inocente. ¿Por qué es tan cara dura de aparecer como si nada? Me aterraba hasta donde podía llegar su nivel de cinismo.

Llegamos al paradero de Jungkook y él subió dándole una sonrisa al conductor.

Tenía un starbucks en la mano izquierda y un panfleto en la otra.

Me vio y se sentó a mi lado:

— Parece que hoy se conceden milagros. —me dice sorprendido.

— Te ves como un ejecutivo. —le respondo al verlo con un traje y un peinado elegante.

— ¿Tú crees? —yo asiento. — Papá pidió para hoy la reunión sobre mi traslado a Canadá.

Me mantuve atenta a lo que decía.

— ¿Si estudiarás ahí? —le pregunto y él asiente.

— Me dieron una idea y planeo seguirla. Que este sea nuestro secreto, estudiaré leyes en vez de medicina.

— ¿No es algo arriesgado?

Él negó con la cabeza diciendo que entraría al principio a la facultad de medicina, se mataría por al menos dos ciclos y después en secreto de su padre y con ayuda de su madre se cambiaría de carrera en la misma universidad.

— Partiré en mayo. —me dice.

Se me hicieron aguados los ojos. No sólo él se iba, si no también Park Jimin.

— Quisiera salir contigo. —se vuelve a dirigir a mi, tanto con la palabra como con la mirada.

— Saldremos todos en menos de una semana. —dije sin restarle importancia.

© heather ↬ park jiminWhere stories live. Discover now