82: Penitencias pendientes.

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Eun Ji

A la mañana siguiente mamá se habría encargado de despertarnos a todos con sus chillidos de felicidad en la cocina.

Al parecer estaba con abuelito, hablando de lo lindo que era su embarazo y todo lo que conllevaba disfrutar por primera vez de éste.

Jimin aún dormía y yo aún permanecía en su pecho, analizando cada parte de lo que nos había sucedido.

¿Estaba bien sentir celos de mi madre?

Los celos son naturales en cualquier persona o acto humano, es parte de nuestra naturaleza poseedora.

Tampoco eran celos malos o cegadores, eran más bien una mezcla de amargura y cariño a la vez.

Yo también hubiese querido saber lo que se sienten las pataditas, los movimientos, la unión de pareja que tanto se habla cuando se embarazan, y sobre todo, cargar a mi bebé con la misma ilusión de siempre.

—Mi amor, buen día. —habría dicho él al sentirme despierta. —¿Qué tienes? ¿Estás bien?

Yo solamente asentí con la cabeza y traté de no llamar mucho la atención. Y aunque sabía que él odiaba que me guardase lo que siento, por primera vez, ésto es algo que no quería compartir.

—Sí, solamente que estaba pensando en lo que sería ver a papá después de tiempo.

Él también habría suspirado conmigo al momento de verme totalmente afligida.

Esta era una cosa que también me preocupaba muchísimo. ¿Aquel sujeto me seguiría dando el mismo miedo de siempre?

Mamá era alguien muy valiente, yo sin Jimin probablemente no podría. Porque odiaba la sola idea de tenerlo frente a frente, hablándome, mirándome, queriéndome u odiándome, no lo sabía, simplemente quería que él desapareciera de mi vida por todo el daño que nos pudo hacer.

Jimin y yo estuvimos en la sala después de asearnos y saludar a todos los integrantes de mi numerosa familia.

—Tranquilamente todos los Im de mi familia materna podríamos llenar Daegu. —le dije a Jimin cuando él se sorprendió de la cantidad de gente que se conocía como familiares.

Él solamente sonreía mientras me tomaba de la mano para caminar por un sendero que nos llevaba directamente al sembrío de vegetales de abuelito.

—¿Estás lista para verlo? —preguntó él mientras se agachaba a hurgar un poco la tierra para sacar un par de camotes a pedido de mamá.

Sabía que él se refería a papá.

—No. —dije agachándome también. —Tengo miedo.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó.

Rápidamente negué. Sabía que esto era algo que debía afrontar sola, y aunque sabía que él tenía todas las intenciones de apoyarme, quería enfrentar mis miedos por mi cuenta.

—Te amo, muchas gracias por la intención, pero quiero desquitar todo este odio por mi cuenta. Esta será la última vez que veré a ese señor. —respondí llenando la canasta de los tubérculos. —Quiero despedirme de él.

Jimin era una persona sumamente comprensiva, capaz de poder apoyarme fuese cual fuese mi decisión, amaba esa parte de él porque me demostraba su total confianza en mis acciones.

Pronto estaríamos con la cesta llena y caminando juntos hacia casa.

Como él traía las manos ocupadas siempre amaba fastidiarlo un poco, y lo que más amaba era picarle las cosillas.

—Eso hace cosquillas. —dice siempre que sentía un mínimo movimiento de mi parte.

—Yo no te voy a hacer nada. —respondo.

© heather ↬ park jiminWhere stories live. Discover now