29: Amor y amistad.

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Ji Min.

Cuando llegué a casa mi corazón comenzó a latir con algo más de tranquilidad. Maldita sea, juraba por todos los cielos que ella quería besarme. Aquella tensión había comenzado a ponerme tan jodidamente nervioso.

Me encerré en mi habitación tratando de calmarme, y es que realmente Eunji podía atraerme en todas las maneras posibles.

Cuando ella posó sus labios en mi mejilla en un beso fugaz me sentí en las nubes. Pensé que había tocado el paraíso con las manos.

Pero ella solamente se estaba despidiendo.

Aunque no iba a negar que si por mí fuera, la hubiera tomado de la cintura y la hubiera dejado sin aliento en un profundo beso.

No sabía hasta cuando podía tragarme estas ganas y sobre todo el gran cariño que le tengo. Tantos sentimientos encontrados comenzaban a ahogarme en una incertidumbre dolorosa.

Alguien tocó la puerta de mi habitación, estaba mil por ciento seguro de que era Yoora.

— Papá dice que la cena está lista. —dice sin más para luego escuchar sus pequeños pasos descalzos hacia la sala otra vez.

Me cambié de uniforme frente al espejo. Y se me erizó la piel en solo pensar en un pequeño toque de sus manos.

Eran tan suaves como sus abrazos, y como sus labios. Me preguntaba que cosas eran más suaves en ella.

Salí de mi habitación dando una ojeada por la ventana que daba a la calle. Todos los edificios incluido el de Eun tenía las luces prendidas.

— ¿Viniste cenando ya? —le pregunto a papá mientras lo veía atento servir la pasta que había preparado para nosotros.

— No hijo. Tengo descanso en el despacho esta semana. Aprovecharé en cuidar de Yoora y de ti como se debe.

Le sonreí sin dejar de ver a Yoora que estaba en el baño lavándose las manos.

Debía comentarle sobre la salida del catorce.

— Pá, necesito que me des permiso para salir este fin de semana.

Él alzó una ceja sin dejar de llenar su plato.

— ¿Se puede saber a dónde vas?

Asentí pinchando un macarrón.

— Iré con unos amigos de la secundaria a Icheon, acamparemos y volveremos al siguiente día.

— ¿Llegarán el domingo en la mañana?

— Tarde, o noche. Queremos ver también el atardecer de la playa. You know, es linda.

Él asintió dándome la razón.

— Bueno. No me has dado problemas en la vida, lo mínimo que puedo darte es permiso para que te distraigas. Ya sabes-

— Actúa con moderación. —relleno su frase.

Él me sonríe y se sienta en la mesa, esperando a que mi hermana termine de sentarse en la gran mesa de la cocina.

— Yummi, macarrones. —dice Yoora sin dejar de sacar la lengua ante su plato favorito.

Los tres terminamos de comer y continuamos con nuestras labores. Papá había ido a su habitación a revisar unos cuantos documentos en su computadora mientras Yoora y yo hacíamos tareas en la sala.

— ¿Y qué tal frijolito? ¿Cómo te va en la escuela? —le pregunto a Yoora, supervisando que no se lastime con las tijeras que tenía para su tarea de artes.

© heather ↬ park jiminOù les histoires vivent. Découvrez maintenant