41: Lie to me.

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Eunji:

Al día siguiente todo habría sido como siempre, ahí estaba Hyolin pegada a Jeon como si su vida dependiese de él.

— ¿Podemos irnos ya? —pregunté hastiada de ver a ambos darse amor.

— Ve a buscar a Jimin, debe de estar por ahí. —me responde Hyolin antes de darle un corto beso en los labios a Jeon.

Él no me miraba a la cara.

Yo tampoco quería mirarlo.

Hasta ayer él mismo me habría dicho que me amaba, me habría besado con intensidad.

Ahora lucía tranquilo en los brazos de Hyolin como si fuese un niño pequeño, incapaz de decidir con cuál mujer estar.

Salí enojada del salón buscando con la mirada a Jimin.

Él estaba en la biblioteca, al lado del gran ventanal que daba al jardín.

Entré siguiendo el protocolo, estaba con unas cuantas compañeras haciendo lo que parecían ser tareas.

Puse mis manos heladas en su cuello y él pegó un saltito del susto.

— Me haz asustado Eun. —dice levantándose para que pudiera sentarme en su asiento.

Él jaló una silla de otra mesa y se sentó al lado mío mientras esperábamos a que sus compañeras recogieran sus cosas algo enfadadas por interrumpir.

— Parece que no les caíste bien. —bromea.

Me reí por lo bajo.

Quería contarle lo que sucedió ayer con Jungkook pero su nerviosismo parecía querer decirme algo.

— ¿Sucedió algo? —le pregunto tratando de ver lo que escondía debajo de la silla, detrás de su mochila. — ¿Y eso?

— ¿Esto? —pregunta señalando una caja que estaba embolsada con un bonito diseño de lo que parecía ser una tienda de ropa.

— ¿Trajiste ropa de cambio? ¿Te quedarás a hacer deportes?

Él negó sonriente y me extendió la bolsa.

— Es para ti.

— Por si te confundiste, cumplo años el dieciocho de mayo.

Él soltó una risilla nerviosa y dijo: — Te debía algo por el día de San Valentín. Sólo acepta, no seas tozuda.

Sonreí sacando la caja de la bolsa y abriéndola con detenimiento.

Me quedé embobada con aquel vestido.

Me quedé embobada con aquel vestido

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— Te debió costar una fortuna. —dije apenada y sorprendida. — ¿Por qué?

Las lágrimas me comenzaban a fallar.

No merecía que él gastaste ni un centavo por mi, pero tenía un precioso regalo al frente mío y su enorme sonrisa de alegría.

— ¿Te gustó? —me pregunta victorioso.

© heather ↬ park jiminWhere stories live. Discover now