76: Amor amargo.

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Eunji:

Sin querer un par de lágrimas terminaron por arruinar mi maquillaje cuando me senté en el gran ventanal de mi habitación.

Había recordado las palabras de mi marido.

Él y su típica frase: — Amor, creo que llegaré tarde.

Probablemente sea tu karma Eunji. —me dijo el subconsciente al mismo tiempo que desabeochaba el vestido que traía para colocarme la pijama y un abrigo.

Lo cierto es que comenzaba a sentirme sola en esta casa. ¿Ésta era la vida de casada a la que yo me tenía que acostumbrar?, la odiaba.

Tuve la intención de prender la televisión al mismo tiempo que iba a la cocina a prepararme unas palomitas para terminar de ver mi serie sin problemas, pero recordé que tenía tareas así que preferí irme a la oficina de Jimin a traer mis cosas.

— La última vez dejaste todo un desastre Yoo Eunji. —dije tomando mi mochila de la silla del escritorio.

Siempre que tenía oportunidad, hacía tareas ahí porque la oficina era cómoda y silenciosa.

Terminé sentada en el escritorio con la laptop y un cuaderno en manos.

— Yo no sé porqué diablos pensé que diseño no llevaría matemáticas. —me dije algo hastiada al mismo tiempo que tajaba el único lápiz que tenía.

Y lo cierto es que como estaba algo molesta las cosas no me salían como yo quería; por lo que la punta del bendito lápiz terminaba por romperse una y otra vez.

— Jimin debe tener uno por aquí. —dije levantándome para buscar en sus cajones, porque nadie más que él preveía para futuro y compraba cajas de lápices.

Lo cierto es que no había ni un mísero lápiz.

— Hasta yo me pierdo en mi propio desorden. —dije levantando algunas cosas para ponerlas en su lugar.

Noté algo extraño en un gabinete de la parte baja del mueble del escritorio.

¿Una caja Versace?

Decidí no tomarle importancia porque probablemente era para mí, y si Jimin tenía la intención de dármelo arruinaría por completo la sorpresa.

Aunque esa no sea mi marca favorita.

Volví a lo mío, esta vez más enfadada.

Sería tonto llamarle a esta hora al trabajo para preguntar por un lápiz.

Así que tomé mis cosas y fui a la tienda más cercana a tratar de conseguir lo que me faltaba.

— Un día eres joven y al otro sales en pijama a las diez de la noche a conseguir un lápiz. —dije en el ascensor.

Ahora entendía a mamá cuando tenía que salir corriendo a comprar útiles para una maqueta que yo había recordado horas antes de dormir.

Volví a mi trance cuando ya estaba en la tienda, y me pasé por todos los pasillos de útiles escolares.

Si fuese niña otra vez hubiera llorado mares para tener todo lo que había en esta rienda.

Compré un paquete de lápices y justo cuando estaba por salir me topé frente a frente a alguien, que creo yo, ya tenía en el olvido.

El corazón comenzó a saltar de alegría, entusiasmo, miedo e incertidumbre, con un shot amargo de inseguridades.

— Princess. —dijo él con la cabeza ladeada y una sonrisa de niño bien.

— Jeon. —dije ahogando mis penas con un poco de saliva. Maldita sea, no ahora.

Pronto ambos estaríamos en un café cercano, más que nada a insistencia suya porque quería charlar conmigo.

© heather ↬ park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora