04: ¿Vienes a ver a Jeon?

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Eunji:

Escuchaba algo de música mientras hacía las tareas como acostumbraba, ya había terminado de hacer lo que se me había ordenado así que si terminaba rápido mis cosas podía avanzar algunos diseños o simplemente jugar hasta cansarme.

Troné mis dedos unas tres veces y miré con detenimiento mi ejercicio de química, la verdad no se me había dificultado mucho y eso que no soy tan aplicada en dicho curso.

Miraba a la ventana con miles de ideas a la cabeza. Hoy se había repetido lo que muchas veces mamá me había jurado no iba a pasar más. Decidí tomar un vaso de agua para tratar de pasar este amargo sentimiento que comenzaba a emanar de mi pecho, no quería envenenar mi alma con tanto odio hacia una sola persona.

Una notificación en mi tablet me distrajo por completo de mis pensamientos, era un mensaje de un remitente desconocido que tenía de correo: @_pj13

Abrí el mensaje y leí en voz alta: “Tus diseños son únicos, deseo uno. ¿A cuando me saldría este diseño?”

Sonreí ante el mensaje, raras veces me preguntaban de inmediato por el costo de un diseño. Me había emocionado tanto que comencé a contestar sin imaginar que recibiría una respuesta de inmediato.

Había vendido un diseño no tan barato que iba a ser entregado la siguiente semana. ¿Es que este era un milagro?

Vi el reloj y me di con la sorpresa de que era media noche. Supuse mi familia se estaba divirtiendo fuera, no podía quejarme porque de haber salido me hubiera perdido la oportunidad de pagarme el almuerzo de mañana y el pasaje del bus.

Cuando comencé a guardar mis cosas y a pensar en la cena que me iba a servir mis padres llegaron discutiendo por lo bajo mientras mis hermanos permanecían con la cabeza gacha.

— Buenas noches. —saludé.

Mi papá asintió sin mirarme y mi madre acarició mi cabeza para luego sacarse los zapatos en la puerta de la casa.

— Adivina que. —habla mi hermana mientras saca de una gran bolsa negra una muñeca tamaño jumbo. — Papá me compró la muñeca que tanto pedía y también me compró una chaqueta muy linda que tiene mi inicial en el hombro mira.

No la miré porque sabía que iba a tener un poco de celos por el favoritismo hacia esta enana de cinco años.

Miré las bolsas con la vana esperanza de encontrar algo para mi, y así fue, no había nada para mi o al menos nada de mi gusto o talla.

— Estaba por comprarte un vestido hermoso Eunji, lo juro. —se excusa mamá mientras revisa las bolsas y de ahí saca una pañoleta azul marino. — Toma, esto es para ti.

La recibí sin quejarme ya que mi padre me miraba muy firme, juraba que dentro de poco nos decía que iría a beber algún trago para calmar sus nervios.

Mi madre fue a dejar al bebé a mi habitación y entre pasos lentos y silenciosos me dijo: — Es momento de que vayas a dormir, papá y yo saldremos. Si el bebé despierta ya sabes que hacer.

Asentí descontenta y agarré las bolsas para dejarlas en mi habitación. La pañoleta la guardé en el bolsillo de mis jeans y avancé sin decir nada más.

La niña entró a la habitación junto con mi mamá para que ella pueda sacar un saco. Papá me tomó de la muñeca e hizo que lo mirara.

Del bolsillo de su pantalón sacó diez dólares arrugados y me los tiró, los atrapé antes de que cayeran y agradecí el dinero sin decir nada más.

Cuando entré a mi habitación ya traía un gran nudo en la garganta y unas incurables ganas de llorar hasta quedarme sin aliento.

Mi hermana se colocó en su litera y yo hice lo mismo tratando de tapar mi llanto con la mano.

¿Por qué me sentía tan vulnerable si hace mucho me había acostumbrado al mal trato de mis padres?

Esa noche me había dormido profundamente con lágrimas frescas en los ojos y sin cenar. Agradecí haberme levantado antes de las cinco de la mañana, a esa hora el bebé acostumbraba a llorar por leche y al parecer mis padres ya habían llegado a dormir así que trataría de evitar por completo cualquier ruido que pudiera hacerlos rabiar tan temprano.

Arropé bien al niño antes de meterme a bañar y prepararme el desayuno, evitaba por completo comer con mi familia porque me sentía muy incómoda cuando lo hacía.

Cuando salí eran las seis y mi madre ya se había levantado a prepararle el desayuno a mi padre.

— Buenos días, mamá. —dije caminando desde el baño hasta mi habitación aún en toalla.

— Buenos días Eunji. —dijo sin mirarme directamente a la cara.

Eso me pareció raro, mamá solía acariciar mi cabeza cada que me veía pero hoy trató de no dar la cara por nada del mundo.

Incluso cuando me despedí solamente gritó un adiós desde la cocina evitando por completo su tradición de darme un beso en la mejilla y pedir a su dios que guarde mi camino.

No le di importancia a la situación así que salí de mi casa temprano teniendo en cuenta de que debía caminar el largo trayecto hasta la escuela.

Cuando me coloqué los audífonos me sentí más tranquila y comencé a caminar sin darme cuenta de que una cabellera rubia muy llamativa estaba justo en frente de mi caminando sin darse cuenta de mi minúscula presencia.

Alcé los hombros restando importancia a su presencia así que simplemente aceleré el paso al darme cuenta de que tenía menos de media hora para llegar al salón de química y entregar la tarea antes de que la clase de matemáticas comience.

Vi que muchos jóvenes con el mismo uniforme que el mio comenzaban a correr sin parar así que hice lo mismo, sabía que llegaba tarde otra vez y que probablemente me iba a ganar un buen sermón por parte del auxiliar del director.

Cuando llegué al portón estaba exhausta, y cuando volteé el chico de cabellera rubia sonrió saludando con la mano. ¿Acaso era a mi?

— Buenos días. —saluda él casi con la misma sonrisa de hace rato.

— Qué tienen de buenos. —me quejé por lo bajo mientras pasaba a la secundaria sin decir nada más.

— Al parecer alguien amaneció de mal humor. Déjame adivinar, ¿hoy no desayunaste?

— Claro que lo hice. —respondo buscando el salón de química con los ojos.

Él rió bajito y respondió: — ¿Planeas acompañarme a las clases de química?

— Aish, eres muy parlanchín. Y no, planeo entregar un trabajo eso es todo.

— Pensé que llegabas para ver a Jeon, es más ahí está. —él sonrió alzando la mano como modo de saludo hacia el pelinegro lindo que sonreía como un conejito.

Genial, él y el rubio tenían clases de química y yo tenía que entregar la tarea en ese mismo salón.

Me armé de valor y entré al salón dejando mis hojas en el portafolio que decía mi grado y sección.

Cuando miré a mi izquierda Jeon me miraba atento con una sonrisa en el rostro, a su lado estaba el rubio sacando una libreta roja.

Hice una corta reverencia a la maestra que acababa de llegar y salí de inmediato del salón.

Cuando llegué ya habían empezado las clases de matemática, otra vez llegaba tarde, como siempre.

© heather ↬ park jiminWhere stories live. Discover now