25. Lo inevitable

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Vio a Nash alejarse en compañía de la chica cazadora y de Madness. No pudo evitar pensar en que era un tremendo error. La oscuridad en su interior se removió con furia, exigiendo ir detrás del chico para asegurarse de que nada le pasara. Eso por supuesto también lo frustraba, lo que ocurriera con ese humano no debería ser asunto suyo, no debería importar. Debería estar más concentrado en no caer en batalla frente a Belial. Y sin embargo, parte de su mente se fue detrás de Nash, vigilándolo. Fue por eso que pudo darse cuenta de que su Bambi estaba tratando de destapar uno de los ductos de ventilación. Lucifer no gozaba de una cantidad inagotable de energía, de hecho apenas estaba sobreviviendo; pero saber que Nash estaba luchando con estúpida rejilla lo hizo ceder a la necesidad de mantenerlo a salvo, así que usó el vínculo que los unía para enviarle un poco de su energía.

Con cualquier otro humano eso no hubiera funcionado. Su energía no debería ser compatible debido prescisamente al factor humano, a la mortalidad, pero Nash era... simplemente diferente, por cualquier razón. Lucifer no sabía si se debía a qué su padre era príncipe del infierno o si era por haber sido regresado de la muerte dos veces. El punto es que Nash podía absorver su energía, utilizarla. Cuando se aseguró que Nash y las dos chicas estaban en los ductos, se desconectó a medias para centrarse en su propia pelea. Pero dejó abierto el flujo de energía para que Nash pudiera usarla si la necesitaba.

Volviendo a sus propios problemas, Lucifer tomó a uno de los demonios, colocando la cabeza alrededor de su cuello y empujó su poder. Los grilletes siendo forzados. De todos modos logró su cometido, haciendo que el demonio en cuestión gritara, vetas de fuego serpenteando por su rostro hasta que sus ojos practimente se derritieron en sus cuencas. Cayó al suelo sin moverse más.

—Son demasiados— dijo Fletwood a su lado. Le sorprendía que el cazador siguiera ahí. Pudo haberse largado en algún momento, más no lo hizo. Era valiente, podía concederle eso—. Van a sobrepasarnos en algún momento.

—Lo harán— se deshizo de dos demonios más, tratando de llegar a Belial que se mantenía al fondo solo observando con deleite—. Pero quiero llegar a Belial. No me rendiré hasta darle al menos una patada en las bolas.

El cazador soltó un resoplido. Luego maldijo y lanzó a un lado el rifle que había estado usando. Se quedó sin municiones. Eso no pintaba bien. Más allá, Daen y Brogan estaban siendo una dupla sorpresivamente buena, cubriendo sus espaldas mutuamente, pero también estaban cansados y no podrían seguir manteniendo aquel ritmo por mucho más tiempo. Ninguno de ellos podía a decir verdad. El futuro próximo no era demasiado alentador.

—Solo ríndete— dijo Belial alzando las manos al cielo—. ¡Deja de jugar! Estás hundido Lucifer, no tiene sentido seguir fingiendo que puedes con esto. Hasta los reyes más grandes han caído ¿No has aprendido nada de los humanos? Milenios de existencia  y no eres capaz de darte cuenta de las señales, has sido derrotado.

—¿Estás tratando de hacerme sentir mal o estás tratando de darte ánimos a ti mismo? Y está bien. Me vas a vencer este día ¿Y luego qué? ¿Piensas que una victoria durará eones? ¿Crees que en el cielo te dejarán gobernar el infierno? ¿Crees que todos los habitantes del infierno se arrodillarán frente a ti? Por favor, te comerán vivo. Te dejarán hacer el trabajo sucio, te dejarán sacarme del camino y luego te eliminarán. Ni por un segundo pienses que eres mi mayor adversario. Me faltarían dedos en cada mano para contar a todos aquellos que considero verdaderos adversarios, más fuertes que tú, más peligrosos. Adversarios que tienen al menos algo de honor y jamás me atacarían cuando estoy en obvia desventaja; tú por otro lado eres más del tipo oportunista. Te escondiste en las sombras, lleno de hipocresía y solo cuando me viste vulnerable, decidiste atacar.

»Quieres ser un rey. Y tal vez lo logres, pero llevarás por corona tu cobardía. Cada paso que des será medido y cuestionado. Tus decisiones nunca serán las adecuadas. El trono te quedará grande y vivirás con el constante miedo, viendo sobre tu hombro, preguntándote constantemente  cuándo ascenderé de nuevo para acabar contigo. Porque podré ser derrotado, pero nunca eliminado.

La Oscuridad Seduce ©Where stories live. Discover now