Extra 7: Uriel

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No estaba del todo seguro de por qué había decidido asistir a ese lugar

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No estaba del todo seguro de por qué había decidido asistir a ese lugar. El serfín que lo estaba guiando por los pasillos tampoco parecía entender el por qué de su presencia, su ceño fruncido lo dejaba bastante claro y hacía que Uriel de preguntara si estaban haciendo lo correcto o si solo se provocaría más daño.

Habían pasado meses desde que regresó al cielo luego de mucho tiempo siendo un prisionero en el mundo humano. Muchas cosas cambiaron desde entonces, le gustaba pensar que se encontra mejor y a la vez…seguía teniendo demasiadas cosas por sanar

—Tienes solo unos minutos. No suele estar de humor para ser amable— dijo el serfín mientras presionaba la palma de su mano contra un panel junto a una gruesa puerta de cristal y metal. Ese panel funcionaba reconociendo la energía divina, así que nadie más que aquellos que estaban autorizados podían entrar o salir—. Podría ser contraproducente exponerte a su presencia.

—Lo entiendo, no estaré demasiado tiempo— prometió.

El Serafín lo observó con seriedad y luego asíntió. Como cualquier otro serafín, era muy alto, construido como un guerrero. Su cabello era negro como la noche y su piel de un suave color canela, sus ojos era dorados como los de un gato. Era una combinación peculiar y muy llamativa.

—Estaré aquí si me necesitas— dijo quedándose junto a la puerta cerrada luego de que cruzaran al otro lado.

—Gracias.

Uriel se armó de valor y siguió avanzando por el pasillo. Era largo y ancho, pero no había más que una sola sala de contención en aquella zona. El centro de reclusión del cielo tenía niveles, dependiendo de la falta que se hubiera cometido. La mayoría de los ángeles que pasaban por ahí lo hacían de manera temporal, porque por lo general nadie cometía actos que se consideraran imperdonables. Sin embargo, el área en la que Uriel se encontraba no había sido usada en mucho tiempo.

Hasta Metatrón.

Se pasó una mano por sus rizos apretados, cada vez más nervioso a medida que llegaba hacia la pared de cristal reforzado con runas que permitía ver la sala en la que Metatrón se encontraba. Era un lugar ordenado, no tan pequeño, con algunas comodidades básicas. Pero seguía siendo una prisión.

Metatrón estaba a la vista, sentado en una butaca que descansaba contra la pared. Iba vestido con pantalones y camisa blanca. No tenía zapatos. Uriel se detuvo a una distancia prudente del cristal. Sabía que el Trono no podía hacerle daño ya que sus poderes fueron restringidos y todas las protecciones que impreganaban el lugar  lo someterían si se le ocurría atacarlo de alguna manera, de todos modos eligió quedarse fuera del alcance.

El bello rostro de Metatrón se mostraba inexpresivo mientras le devolvía la mirada.

—Uriel— fue todo lo que dijo a modo de saludo.

—Buen día Metatrón— en realidad no había planeado algo para decir. Es solo que desde hacía días tenía está necesidad de verlo, de saber cómo estaba.

La Oscuridad Seduce ©Where stories live. Discover now