53. Volver

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Estaba casi seguro de que cada persona y criatura en aquel vasto terreno podía escuchar lo rápido y duro que latía su corazón

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Estaba casi seguro de que cada persona y criatura en aquel vasto terreno podía escuchar lo rápido y duro que latía su corazón. Aunque en realidad no le importaba porque estaba demasiado concentrado en Lucifer. En el firme agarre que mantenía alrededor de su cuello. En las garras que se clavaban levemente sobre su pecho. Estaba aterrado; no por Lucifer, sino por la enormidad de sus sentimientos.

¿Cómo es que no se había dado cuenta cuan profundos se habían vuelto? Joder, que ya había aceptado que Lucifer le gustaba y mucho. A pesar de su naturaleza oscura, a pesar de que era un ser peligroso, despiadado, lleno de oscuridad y con la capacidad de hacer mucho daño. ¿Pero amor? Sí, eso lo tomó por sorpresa. Y tanto como le asustaba, también hacía que algo en lo profundo de su ser se asentara de manera agradable. Era una especie de plenitud, mezclada con algo de alivio al saber que era capaz de sentir tan profundamente.

También era fascinante, porque hasta ese momento no creía que hubiera amado a nadie de la manera en que amaba a Lucifer, con todo lo que tenía. Con cada parte de su alma rebelde, con cada célula de su cuerpo. Con la certeza de que lo amaría hasta su último aliento sin importar que su muerte pudiera estar a la vuelta de la esquina.

Por eso sonrió con sus ojos ardiendo solo un poco. Con un nudo en la garganta mientras veían directo a esos ojos de irices rojos que a pesar de ser espeluznantes, habían adquirido un borde vulnerable y confuso, como si aquel ser no supiera que hacer luego de escuchar sus palabras.  Nash soltó una pequeña risa y acarició los pómulos de Lucifer con sus pulgares.

—¿Entonces vas a matarme? — preguntó en un susurro, solo para él, a pesar de saber que ángeles y demonios podían escuchar a la perfección. La mandíbula de Lucifer se endureció bajo su toque. Su ojos vagando por todo el rostro de Nash—. Porque aunque  parte de mi está dispuesto a morir aquí y ahora, déjame decirte que morir por amor no es romántico. Es estúpido.

Lucifer siguió sin decir nada, con los hombros tensos. Se veía un poco perdido y Nash sabía que debía aprovechar eso a su favor, porque si no lanzaba todas sus cartas en ese momento, quizá no tendría oportunidad de llegar a él de nuevo. O de estar tan cerca en todo caso. Y joder, en verdad quería abrazarlo, así que empujado lejos el miedo, empezó moverse.

Primero retiró la mano que estaba en su pecho, fue difícil porque Lucifer se resistía, pero al final, se rindió. Luego fue por la mano que sostenía su cuello, esa fue aún más complicada. Tuvo que usar ambas manos, aunque no empleó la fuerza. En cambio dejó caricias con sus pulgares, sobre los nudillos. Lucifer gruñó como advertencia, mostrando los dientes, sus ojos ganando intensidad mientras esa oscuridad pesada crepitaba a su alrededor.

—Oh vamos, Luci. creí que ya habíamos pasado la fase en la que me amenazabas todo el tiempo. Créeme, es sexy pero no en este momento— alguien, Gabriel probablemente, se ahogó al escuchar sus palabras—. Deja de ser un bastardo obstinado.

—Cuida la maldita manera en que me hablas.— Y sí, el señor de la oscuridad uso esa voz que pretendía ser aterradora. Como lamentos desgarrados. Nash se estremeció solo un poco, sin perder la sonrisa. 

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora