52. La verdadera Oscuridad

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«¿Cómo es posible?», se preguntó Kia mientras la mano que se aferraba a su garganta apretaba un poco  más haciendo que sus pulmones ardieran y su visión se oscureciera en los bordes

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«¿Cómo es posible?», se preguntó Kia mientras la mano que se aferraba a su garganta apretaba un poco  más haciendo que sus pulmones ardieran y su visión se oscureciera en los bordes. El ser que le devolvía la mirada sin emoción alguna era el mismo que había visto en su última visión. Era aterrador y podía sentir su poder, tan aplastante, tan pesado y denso. 

Pero creyó que esas partes de su visión en donde había destrucción y caos solo sucederían si Nash moría. No sé suponía que fuera Samael. No se suponía que pasara tan pronto y Kia…¿Cómo  fue capaz de no ver su propia muerte? Porque eso es lo que estaba pasando. Iba a morir a manos de este ser en el que Lucifer se había convertido. 

«No así», se dijo con lo último de fuerzas que le quedaba. El brazalete en su mano brillaba con intensidad tratando de liberarla de aquel agarre mortal, pero no estaba surtiendo efecto. Trató de concentrarse lo suficiente y entonces extendió su mano atrayendo aquel báculo que Baphomet le había entregado solo un rato antes. Cuando lo tuvo en su mano derecha no dudó en empujarlo contra el cuerpo de aquel ser, perforando su abdomen, él no lo esperaba, porque gruñó y la soltó. 

Al momento de caer Kia no perdió tiempo y se arrastró lejos con el pánico y la adrenalina bombeando a toda potencia. Y entonces se dio cuenta que todo aquello había ocurrido en cuestión de segundos. 

Antes de darse cuenta fuertes manos la estaban sujetando y llevándola lejos. 

—Mierda, mierda, mierda, creí que iba a matarte— Brogan tiró de ella envolviéndola entre sus brazos y Kia prácticamente se desplomó contra él, frotando su propio cuello adolorido—. ¿Daen, qué es lo que está pasando?

—No lo sé, yo…— la voz del joven demonio sonaba ahogada y…aterrada.

Solo entonces Kia se dio cuenta de que todo alrededor de ellos se había quedado en absoluto silencio. Nadie se movía, ni siquiera los enemigos, que veían a Lucifer con la misma expresión de incredulidad y horror. Ni siquiera Abadon que aún estaba sentado en el suelo con una herida a medio cerrar y una expresión que estaba dividida entre el miedo y la fascinación. 

— ¿Ese es satanás?— preguntó Brogan—. ¿Cómo en el gremio, cuando Nash murió por culpa de Belial?

—No— Daen se estremeció—. Esto se siente diferente. Es mucho peor. Su energía es…joder, me estoy ahogando en ella. Es retorcida, está llena de intenciones asesinas. El quiere matarnos a todos. No es en absoluto como aquella ocasión.

Lucifer alzó la cabeza en ese momento, arrancando el báculo de Kia y arrojádolo a un lado. Kia jadeó al toparse con esa mirada vacía, no había nada en ella, ni una sola emoción. Cuando tuvo la visión antes de dejar el infierno para ir a la batalla, le había parecido algo terrible, aterrador y poco alentador. Pero verlo suceder de verdad, la llenaba de una desesperanza que se apretó con fuerza en su pecho, casi dejándola sin aliento. 

La Oscuridad Seduce ©Where stories live. Discover now