56. ¿Puedes creerme?

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Cálidos besos recorrieron su cuello y su barbilla

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Cálidos besos recorrieron su cuello y su barbilla. Se sentía bien, su corazón completamente acelerado y su piel erizada a causa de la expectativa. De todos modos mantuvo los ojos cerrados, soltó un mormullo y hundió el rostro en la almohada tratando de ocultar su sonrisa.

-Creí que los demonios no necesitan dormir-mumuró Brogan en un tono bajo y ligeramente ronco que encendía un fuego ardiente en el estómago de Daen.

-Prueba entrenar varias horas al día con un caído. No despertarías en un mes.

-O nunca- Brogan mordisqueó el lóbulo de su oreja al tiempo que una de sus grandes manos se coló bajo la camiseta del demonio, frotando su abdomen y parte de su pecho. Argh, se sentía demasiado bien.

No pudo evitar que sus caderas se agitaran hacia atrás. Su trasero no tardó en toparse con una dureza bastante conocida para él. Se mordió el labio inferior y empujó otra vez, solo porque podía. El tarareó cargado de aprobación fue solo un indicio de lo bien recibido que fue su movimiento.

-¿Entonces ahora estás despierto?

-No- esta vez no pudo contener la sonrisa. Y mira, eso era algo nuevo. Unas semanas atrás se hubiera sentido mortificado por ello. Bueno, seguía poniéndose a la defensiva bastante a menudo, porque ser tan expresivo con ese humano lo hacía sentir demasiado vulnerable. Algo con lo que aún tenía problemas para lidiar.

Pero estaba progresando. Le gustaba pensar que sí.

-Una lástima, tenía la intención de follarte como te gusta antes de dejar la cama. Pero si estás tan cansado, quizá deba irme y dejarte dormir un rato.

Cuando lo sintió empezar a alejarse no dudó, solo se movió empujándolo contra la cama, sentándose sobre sus caderas, presionando sus manos contra esos hombros fuertes y firmes. Brogan sonrió de una manera que era todo suficiencia y coquetería. Daen gruñó en respuesta.

-Termina lo que empezaste- ordenó.

-Vaya ¿ni siquiera un por favor?- volvió a gruñir haciéndolo reír

-Parece que siempre olvidas que podría hacerte mucho daño si quisiera.

Brogan los hizo girar con la misma rapidez, porque era hábil y muy fuerte, pero más quenada porque Daen ni siquiera intentó resistirse. No es que nadie necesitara saberlo, pero le gustaba que ese condenado humano lo moviera y lo tomara a su antojo; terminar presionado contra el colchón debajo de su poderoso cuerpo no era algo por lo que fuera a quejarse. De echo separó sus piernas otro tanto para que estuviera más cómodo...y totalmente presionado en las partes correctas.

-Parece que tú olvidas, que nunca sucederá, porque me adoras y eso- soltó un bufido haciendo que esa sonrisa pretenciosa creciera aún más-. Y porque aceptémoslo, te gusta que te folle hasta que olvidas tu nombre.

Eso no...podía negarlo. Le gustaba demasiado. Se relamió los labios imaginando lo que estaba por venir, ansiándolo. Contoneó sus caderas contra el evidente bulto que se presionanba contra su propia erección, Brogan inhaló con fuerza y entonces ese aroma a excitación estalló. El joven demonio no pudo evitar gemir y retorcerse. Siempre le había parecido una mierda ser tan sensible ante la excitación y al deseo de los demás, pero con Brogan era diferente, resultaba embriagador, hacía que sus entrañas se retorcieran a causa de la anticipación. En cuestión de minutos estaba tan duro que se sentía mareado.

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora