31. Visita inesperada

4K 584 138
                                    

(1/2)

===========

Observó como la cabeza de Stone caía hacia atrás, el crujido de los huesos en su rostro fue un poco asqueroso. De cualquier manera no iba a sentir pena por él. Nash también recibió palizas de niño y quizá no a manos del hombre que estaba arrodillado en el suelo en aquel momento, sin embargo, él lo sabía y lo permitió, porque lo odiaba. Quizá no una manera tan activa, pero era seguro que Armand Stone lo había odiado, incluso cuando nunca tuvo fundamentos para hacerlo.

El hombre resistió a pesar de que su rostro era un desastre magullado y lleno de sangre. Uno de sus ojos estaba cerrado por completo y el otro estaba camino de hacerlo. E incluso entonces se mostraba altivo, desafiante. Prueba de ello es que escurpiera en el suelo, a los pies de Azazel.

—Púdrete, maldito demonio— masculló con rabia, pero con una voz que sonaba ahogada debido a que estaba apretando fuertemente los dientes—. Puedes torturarme todo lo que quieras, no voy a disculparme, ni con tu maldito hijo.

—No lo esperaba en realidad— Azazel le restó importancia caminando a su alrededor como un depredador. Sus ojos estaban totalmente negros y las venas reptaban sobre sus pómulos y párpados—. La única razón por la que sigues vivo es porque disfruto haciéndote daño. Tus gritos son como música para mis oídos.

—No he gritado ni una sola vez en tu presencia.

—Oh pero lo has hecho— Azazel se rio —. Lo que sucede es que no lo recuerdas. También rogaste piedad el otro día cuando puse una bolsa de tela en tu cabeza y te llené de agua la boca. Eso fue tan dulce, realmente te retorcías como un pez fuera del agua. La venganza no es lo suficientemente valorada, trae mucha satisfacción para el alma. Y agradece que tengo algo de autocontrol, porque si fuera como tú, hubiera ido por tus hijos.

—¿Ibas a secuestrarlos?— preguntó con burla. Se irguió más sobre sus rodillas, su ojo a medio cerrar aterrizando sobre Nash— ¿Justo como hice con el tuyo?

—No, en lo absoluto. Eso sería demasiado simple. En todo caso los hubiera destrozado uno a uno frente a ti solo para verte perder la calma. O tal vez cortar pequeños trozos de ellos y dartelos de comer. La verdad no suena tan mal, ¿cierto?— Stone no respondió.

Nash dió un respingo cuando Azazel, en un movimiento rápido, tumbó a Stone contra el suelo. El movimiento fue tan brusco que una de las piernas de Stone quedó atrapada bajo su cuerpo y se partió en una posición antinatural. Un gruñido de dolor fue lo único que el hombre soltó, negándose a demostrar cuánto le dolía. Pero no terminaba ahí, porque Azazel hizo aparecer una daga en su mano derecha. La punta afilada del arma se encendió como si acabara de ser sacada del fuego y la arrastró por todo el pecho desnudo de Stone.

Entonces si que gritó y a pesar de que el estómago de Nash se revolvió, se negó apartar la mirada. Una parte de él, quizá la más dañada que había perdido algo de humanidad, le exigía seguir mirando, como una especie de retribución por todo lo que ese hombre le había hecho pasar a lo largo de los años.  Claro que eso no quitaba que fuera bastante perturbador.

—Ahí lo tienes, tus gritos son un deleite— Azazel sonrió, sus dientes luciendo más afilados de lo que deberían—. Y créeme, escoria, seré muy feliz de hacer esto hasta que tú patética mente se deshaga poco a poco, pieza por pieza, hasta que no sepas quién eres. Y luego, volveré a reconstruirla y empezaremos de nuevo. Tengo tiempo de sobra para que juguemos. Creíste que podías joderme y salir bien librado.

—Lo logré por veintidós años— jadeó Stone—. Logré hacerte daño, podría soportar años de esto por la sola satisfacción de saber que logré hacerte daño. Obtuve mi venganza.

La Oscuridad Seduce ©Where stories live. Discover now