47.5: Sentimientos

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Nunca jamás en su existencia volvería a subestimar lo mucho que una ducha con agua tibia podía ayudar

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Nunca jamás en su existencia volvería a subestimar lo mucho que una ducha con agua tibia podía ayudar. Aún se sentía adolorido por su breve paso por el Purgatorio y la batalla que tuvo en aquel lugar. Ni siquiera duró tanto, porque Nash apareció justo a tiempo. Elyon también fue de mucha ayuda desplegando gran parte de su poder, aunque Abadon no fue un oponente sencillo, el bastardo escurridizo. Entonces aún con la ayuda de un serafín, Daen se vio obligado a luchar con demonios  cuyos poderes eran potenciados por el Purgatorio.

Por lo tanto, una ducha con agua tibia fue justo lo que necesitaba para deshacerse de la fatiga y de la sangre, propia y de los enemigos. Se detuvo unos pasos después de haber salido del baño. Le habían dado una habitación en "el palacio" del rey. Era espaciosa con baño privado y una enorme cama justo en el centro. Cama en la que estaba sentado Brogan Keller, con los codos recostados sobre las rodillas y la cabeza colgandal frente.

Daen se removió sobre sus pies descalzos, solo con la toalla anudada a su cintura. El cabello de ese color suave de lavanda echado hacía atrás dejando libre sus facciones. Se mordió el labio inferior sin decidir del todo lo que iba a hacer a continuación, sobre todo porque no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Elyon en el Purgatorio.

"La existencia puede ser demasiado corta para privarlos a ambos de la verdad", había dicho el serfín. Y tenía tanta jodida razón. Aunque no era sencillo deshacerse de la incertidumbre y el miedo a dar un paso equivocado. Rodó los ojos y suspiró decidiendo que de todos modos no tenía nada que perder ¿Cierto?

Armándose de valor tomó una respiración profunda y avanzó hasta quedar justo frente a su humano. Brogan se enderezó alzando la cabeza para poder verlo a la cara. Argh, era un bastardo atractivo. En el último par de meses Brogan se había dejado crecer un poco el cabello, lo suficiente como para poder hundir la mano y tirar de él. También se dejó la barba y a Daen le fascinaba la manera en que se sentía cuando lo besaba o cuando recorría su cuerpo con su lengua… se estremeció sin poder aparta la mirada de aquellos ojos castaños que parecían ver en lo profundo de su oscura alma.

—Volví en una pieza— fue todo lo que se le ocurrió decir. Cuando volvieron del Purgatorio, no había tenido oportunidad de hablar con su humano, gracias a todo el alboroto que el regreso de Lucifer había generado.

—Eso parece. Me preocupé de todos modos— Brogan lo tomó de las caderas, acercándolo más. El joven demonio no se resistió, yendo de buena gana hasta que se sentó a horcajadas sobre las caderas de su humano—. ¿Pateaste algunos traseros?

—No los suficientes. Quería matarlos a todos— gruñó. Brogan sonrió de medio lado acariciando un lado de su cuello, provocando que su piel se erizara de satisfacción. Era realmente sensible a las caricias de aquel humano. Tanto que ansiaba su toque todo el tiempo.

—Por supuesto que es lo que quieres. Pero la próxima, llévame contigo. No soporto la idea de que estés por tu cuenta.

—Puedo cuidarme solo— No pudo evitar fruncir el ceño y ponerse a la defensiva. Brogan sonrió con...cariño, tomándolo por la barbilla de manera firme

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