48. Reconstruir sobre los escombros

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Se despertó con una sensación fría deslizándose por su columna vertebral

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Se despertó con una sensación fría deslizándose por su columna vertebral. Argh, era la tercera vez que tenía un despertar desgaradable desde que regresó al infierno. También tenía una sensación extraña en su mente, como si miles de bichos se arrastraran por oscuros recovecos a los que no quería ni siquiera acercase. También estaba sudando, la camiseta se le pegaba a la piel haciéndolo sentir un poco asqueroso.

Hizo una mueca tomando el bajo de la camiseta, pero se detuvo en el último segundo, recordando que quitársela dejaría al descubierto su espalda y las estúpidas cicatrices que ahí había. No es que fuera a esconderlas por el resto de su existencia, ahora eran parte de él y debía aprender a lidiar con ello le gustara o no. Pero la idea de que alguien las viera, le molestaba. En especial si ese alguien era Bambi.

Al final terminó poniéndose de pie apartando las finas mantas que lo cubrían. También se desconectó el medidor del monitor cardíaco que estaba en uno de sus dedos índices. Frunció el ceño todo el camino hacia el baño. No le gustaba estar metido en una habitación del ala médica del palacio pero... tampoco sabía en dónde más estar. Su energía aún no se había reestablecido del todo; Baphomet le dijo que se debía a qué Lucifer había estado al límite de sus capacidades por demasiado tiempo, sobreviviendo a base de sus reservas. Lo que provocó un gran desgaste y por lo tanto, le tomaría un tiempo recuperarse lo suficiente como para ya no tener que permanecer bajo monitoreo.

Lo que Lucifer no le había dicho a nadie es que sobrevivir a base de reservas era aún eufemismo. La realidad era que durante su estancia en el infierno, Abadon se estuvo alimentando de su energía. Era una de sus cosas favoritas. Llevar a Lucifer casi al colapso para volverlo maleable y suceptible a sus ataques . Al menos no recordaba mucho de esos momentos.

Pero seguía recordando lo suficiente. ¡Tenía putas pesadillas! Maldita sea. Se suponía que era el diablo mismo, se supone que fue el rey del infierno por mucho tiempo. Él inspiraba terror. Él era la base de las persadillas más retorcidas; y en cambio ahora se despertaba jadeando, empapado en sudor, con el rastro de imágenes escabrosas y el recuerdo fantasma del dolor que Abadon le había provocado en el Purgatorio.

Se detuvo frente al espejo observando su rostro. Ya no estaba tan demacrado, pero seguía teniendo unas marcadas medias lunas de tonos oscuros bajo los ojos. Sus labios estaban resecos y aún conservaba la sombra de algunos moretones que no desaparecían del todo. Baphomet y Sam le habían ofrecido curarlo, pero Lucifer se negó. No sabía muy bien por qué, solo no podía soportar la idea de que alguien más metiera su energía en él.

Ni siquiera si esa energía se sentía tan bien como la de Nash. Solo no podía soportarlo. Quizá si los dejara intervenir, su recuperación tardaría menos. Daba igual. Abrió la llave del agua para lavarse el rostro, soltando un suspiro ante el frescor que contrastaba con el calor pegajoso que la pesadilla le había provocado. Cuando terminó, giró su rostro hacia un costado, ahí había un pequeño armario con toallas y varías mudas de ropa. Bajó la vista hacía la camiseta que estaba usando, estaba húmeda de sudor, ugh.

La Oscuridad Seduce ©Where stories live. Discover now