41. Belcebú

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Eso de estar en la cocina se volvía cada vez más y más fácil

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Eso de estar en la cocina se volvía cada vez más y más fácil. En contra de toda probabilidad, preparar el desayuno para los demás era algo entretenido, hasta satisfactorio porque lo hacía sentir útil. Solo por eso valía la pena dejar la cama más temprano y bajar a la cocina antes que los demás. Fue por eso que logró tener una  tanda de tostadas a la francesa antes de que los demás empezaran a llegar.

La primera en llegar fue Colleen. Llevaba puesta una bata ligera de color granate, tenía los ojos entrecerrados y arrastraba las pantuflas por el suelo.

—Oh vaya— ella sonrió—. Buenos días, Gabe. Volviste a ganarme con el desayuno.

—No me molesta hacerlo— ella se acercó para ver lo que había preparado. Se inclinó un poco sosteniendo a un lado su cabello para que no se metiera en el plato y así poder tomar un poco del aroma de las tostadas. Gracias a eso Gabriel pudo ver la marca que tenía a un costado del cuello.

¿Era eso un chupetón? Oh por la gracia del universo, Gabriel hubiera sido feliz sin tener que verlo. Aunque tampoco le sorprendía, ella y Azazel habían pasado mucho tiempo juntos últimamente. Y en todo caso se veía venir porque estaban tan como absurdamente enamorados, que en algún momento terminaran conectando de nuevo era solo cuestión de tiempo. De todos modos seguía siendo feliz de quedarse en el tercer piso y no enterarse de lo que pasaba con ella y Azie en la intimidad. Con Nash y Lucifer tenía más que suficiente.

—Eso huele realmente bien— lo elogió ella— haz mejorado tanto, cariño. Estoy muy orgullosa de ti.

—Gracias— se mordió un poco el labio inferior tratando de contener su sonrisa.

No sabía por qué le complacía tanto cuando recibía la aprobación de los Madow. Le sucedía lo mismo cada que Nash le decía que había hecho algo bien o que estaba orgulloso de él. Era como si alguna pieza en su interior se encajara en el lugar correcto. Las únicas otras personas de quiénes le había importado tanto tener aprobación era de Miguel y de Padre. Era un poco desconcertante que un par de humanos tomaran tanta relevancia en su vida, pero era así, inexplicable, pero no desagradable.

Escucharon pasos y voces viniendo por las escaleras así que, bueno los demás habían despertado. Los primeros en llegar fueron Nash y Elyon. No puedo evitar soltar una risa cuando vio al enorme serafín prácticamente colgando de la espalda de Nash quien se reía y le decía que se apartara, sin demasiada convicción.

—En verdad, pesas— Nash trató de liberarse, pero Elyon solo lo abrazó más fuerte deste atrás, recostando la barbilla sobre la cabeza del chico— ¿Te das cuenta de que eres como un enorme oso de peluche?

—Hmm ¿Eso es malo, pequeño humano?

—No grandote, no lo es. En realidad eso te vuelve especial— Nash le palmeó uno de sus enormes brazos consiguiendo que el Serafín por fin lo dejara ir para que pudiera llegar hasta Colleen para darle los buenos días—. Hola mamá.

La Oscuridad Seduce ©Where stories live. Discover now